lunes, 28 de enero de 2019

La movida en entredicho




Desde hace un tiempo se está haciendo una crítica de los años de la Transición por parte de historiadores, politólogos, sociólogos, periodistas e incluso  políticos. Algunos critican lo que se hizo y el cómo se hizo, pero la mayoría critican, y con toda la razón, la mitificación posterior del fenómeno. Se habló de “acontecimiento mundial” o de “ejemplo para muchos países”; hubo políticos que habían participado en ella que se dedicaron a dar conferencias o a ser consejeros cuando las transiciones en los países del este. Creo que hoy ya va quedando claro que no fue para tanto y que hay bastantes, no sé si demasiadas, sombras en aquel proceso.
Con el fenómeno de la movida madrileña está pasando tres cuartos de lo mismo. Madrid era “el centro cultural y musical del mundo”, el lugar donde la gente más se divertía y donde la creatividad estaba en cada rincón de algunos barrios. Pues bien, libros como este de Lenore bajan un poco los humos de tanto agasajo tal y como se puede apreciar en los siguientes fragmentos:

“Ahora que tenemos perspectiva histórica, no parece que haya mucha distancia entre los valores de la clase alta franquista y la de los triunfadores de los ochenta. Basta comparar la cosmovisión de Alaska con la de la típica señora del barrio de Salamanca: las dos devoran el ¡Hola!, detestan el comunismo, adoran a Raphael, defienden el horror vacui y derrochan condescendencia con la gente pobre. Quizá el mayor desencuentro es que Olvido Gara prefiere tintes de pelo más atrevidos.” (p. 24)

“(…) pero si algo sabemos seguro es que los contenidos culturales de la movida apenas atendían cuestiones de clase social, memoria histórica, explotación laboral, marginación y democracia económica, por citar asuntos presentes en el underground setentero español.” (p. 32-33)

“Nunca olvidaré presentarme el primer día de clase en Icade, la universidad donde cursé Derecho, para encontrar a dos compañeros tremendamente excitados descubriendo en las páginas de empleo de ABC cuánto iban a cobrar cuando se licenciasen. Los ochenta fueron una máquina de fabricar juventud conformista.” (p. 76)

 “Como he intentado explicar, la movida fue la llegada en tromba de muchos procesos pendientes ya asimilados por la sociedad occidental: la revolución sexual, Mayo del 68, la parte más lúdica de la contracultura, el arrase del arte pop y -sobre todo- la revolución individualista, elitista y consumista cocinada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, procesos diversos y a veces contradictorios pero simultáneos” (p. 178)

E incluso hace una breve excursión final a la actualidad dejando este recado:

“La alegría cultural de los ochenta estuvo bien. El triunfo de Manuela Carmena supone un avance significativo. El problema es confundir la efervescencia cultural con un cambio político, ya que muchas veces lo primero funciona como un premio de consolación para renunciar a los segundo.” (p. 141)

Como se ve, el autor no es muy complaciente con la movida aunque no ataque a algunos personajes tanto por lo que hicieron como por lo que vendieron y cómo lo hicieron.
No ha escrito Lenore un libro tan cáustico y a veces hasta desagradable como  el de José Luis Moreno-Ruiz, La movida modernosa. Una crónica de la inmovilidad política, comentado hace algo más de dos años en este blog, pero sí un texto muy crítico con la época que no fue sino la del afianzamiento del individualismo, el neoliberalismo y el consumismo como insiste el autor en varios momentos.
El libro está dividido en 10 capítulos en los que va tratando los diferentes aspectos de la época. Especialmente interesante es el que dedica al papel del PSOE en el origen y la financiación de la movida (causa un poco  de rubor alguna cosa que cuenta sobre las negociaciones de músicos para poder actuar en fiestas de municipios gobernados por los socialistas). También es muy  jugosa la narración de la presencia de Andy Warhol en Madrid y cómo tanta gente iba tras él para significarse (al final, dice el autor, lo que más le gustó de su estancia fue la repostería de la pastelería Mallorca). Hay palos, muy merecidos para Aute y Sabina por las letras de algunas de sus canciones. También demuestra el plagio de canciones de otros autores. No podían faltar, claro, Pedro Almodóvar y parte de su troupe que tampoco salen muy bien parados.
Otro aspecto muy interesante del libro es que Lenore utiliza mucho, y sobre todo muy bien, la citas de libros y artículos de gente que ha trabajado bastante el tema o que lo ha vivido directamente.
En fin, un texto que no tiene desperdicio en sus apenas 200 páginas y cuya lectura resulta además de recomendable casi obligatoria para quienes vivimos aquella época.
Hay una larga e interesante entrevista de J.M.Mariscal con Lenore en mundoobrero.es.
Una acotación personal. Decía al principio que estoy de acuerdo con la desmitificación que se está haciendo de la Transición, más teniendo en cuenta que participé en ella desde la militancia política. Curiosamente, a pesar de vivir en Madrid en la época de la movida, quizá por esa actividad política y por estar dedicado al estudio, no participé en nada de lo que he leído en el libro, es más, no conozco ni me suenan muchos de los músicos que en él aparecen. Es decir, efectivamente, la movida fue cosa de unos cuantos, aunque fuesen muchos, que eran los que iban a todos los saraos.

Víctor Lenore, Espectros de la movida. Por qué odiar los años 80.






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