lunes, 4 de febrero de 2019

Reconstruyendo hechos reales



En el último fragmento del libro Herrera explica de alguna manera  por qué lo ha escrito:

“Hay algo en esta historia de asesinatos, despojos y obstinación contra el olvido que puede sentirse cuando uno visita la ciudad. Soy de ahí y sigo sin saber exactamente qué nos hizo esa infamia y las que le precedieron y las que la siguieron, pero hay algo. A ratos parece resignación, a ratos tolerancia, a ratos puro valemadrismo; muy pocas veces, rabia. Sea lo que sea, es más que rencor o conformismo: por más oculta que estuviera la historia de El Bordo en un archivo muerto, todas estas décadas ha habido gente dispuesta a recordar que contra lo que decían aquellos catrines, ahí abajo aún había, aún hay, gente viva.” (p. 110)

Me parece interesante empezar el comentario por aquí ya que sorprende que alguien como el autor se dedique casi cien años después a investigar y contar lo que sucedió en una mina, El Bordo, un día de marzo de 1920. Ese día se produjo un incendio a consecuencia del cual murieron 87 mineros con la particularidad de que la mayoría lo hicieron cuando los responsables cerraron las salidas para evitar que se propagase, sin pensar que aún quedaban sobrevivientes dentro.
Utilizando toda la información disponible: declaraciones judiciales, artículos de prensa, recuerdos de familiares y algún libro, Herrera intenta reproducir con la técnica del reportaje periodístico lo sucedido en esos días. El libro está dividido en ocho capítulos y en ellos va describiendo desde los momentos previos al incendio hasta los informes periciales y las prácticas judiciales. Tanto la prensa por sus tendenciosas informaciones, como los informes de los peritos por sus múltiples contradicciones, reciben duras críticas del autor.
Cuando hace algo más de cuatro años comentaba el libro de Herrera Trabajos del reino me refería a la importancia del lenguaje y a la concisión y precisión del autor. De este se puede decir exactamente lo mismo aunque se trate de un libro radicalmente diferente. Un libro en el que en poco  más de 100 páginas reales despliega toda su capacidad narrativa y del que Manuel Hidalgo en su magnífica reseña en elcultural.com dice:

“La apretada, rítmica, seca, sencilla y muy bien estructurada narración de Yuri Herrera logra integrar, en un texto de gran riqueza lingüística, los recursos literarios propios de un gran escritor con el lenguaje retórico, despersonalizado y deshumanizador de las instancias judiciales y periodísticas de la época, de manera que una emoción intangible va surgiendo entre las líneas de un aparente dossier en el que los nombres, los datos, las fechas, los oficios y los objetos se suman al tejido estético de la narración y van conformando su dimensión ética: se percibe la voz de quienes no tuvieron voz.”

Además del interés que puede tener el conocer unos desgraciados hechos sucedidos hace tanto tiempo, y ver también los medios de que se vale el poder para ocultar a verdad, el libro tiene el valor de ver cómo una escritura se adapta perfectamente al tema que trata.

Yuri Herrera, El incendio de la mina de El Bordo.


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