No me canso de descubrir escritores
franceses. Como he dicho ya en varias ocasiones en el blog son los que están
haciendo obras más originales y, además, muy bien escritas. Tienen también la
virtud, al menos para mí es una virtud, de escribir novelas no demasiado
extensas, pero en las que son capaces de contar cosas importantes.
En este caso se trata de un escritor con
bastante obra publicada e incluso alguna premiada y, sin embargo, creo que esta
es la primera vez que se traduce al castellano.
De esta novela ha dicho Ian McEwan : “La
“banalidad del mal” encuentra su más desnuda y bella expresión en esta
estremecedora, concisa y extraordinaria novela”. (Reproducido por la editorial
en la contraportada).
Calificativos muy bien escogidos.
Concisión porque cuenta la historia en apenas 117 páginas; estremecedora porque
lo es la situación que se crea y los diálogos entre los tres personajes
protagonistas; y extraordinaria por lo bien que está narrada y regulada la
creciente tensión.
Según la iba leyendo (lo que he hecho
prácticamente de una sentada) me iba pareciendo más y más una obra de teatro.
Apenas dos escenarios, tres personajes principales y dos secundarios aunque,
eso sí, bastante relevantes; muchos diálogos y un ritmo tranquilo que ve
llevando la tensión hasta el final.
La historia de forma muy resumida es
esta: tres soldados alemanes, durante la Segunda Guerra Mundial, que están
destinados en un pueblo de Polonia en un destacamento que se dedica a fusilar
judíos, obtienen un permiso de su oficial para salir de “caza” y no fusilar
mientras tanto; descubren a un judío escondido en el bosque, lo detienen, y se refugian en una casa porque tienen frío
–están en pleno invierno- y hambre; allí se dedican a preparar una comida
momento en el que aparece un polaco que, por señas, les plantea compartirla y
les ofrece aguardiente a cambio. Nada especialmente dramático, pero es que
tienen que llevar al judío “cazado” al destacamento.
Un tema interesante que hace que esta
obra sea, en palabras de Cristina Monteoliva en su buena reseña para
laorilladelasletras.blogspot.com: “(…) una magnífica novela para comprender que
los bandos son cosa de los poderosos y que muchos soldados son esclavos de sus
decisiones. Una obra en la que comprender lo difícil que es pensar en la
supervivencia ajena cuando se lucha por la propia.”
Porque, efectivamente, de lo que trata es de cómo
resolver la tensión entre el interés personal y las ideas morales.
Una novela corta muy recomendable por el tema y en
gran medida por el tratamiento que le da Mingarelli del que espero que se
traduzca alguna obra más.
Hubert Mingarelli, Una comida en invierno. Traducción Laura Salas Rodríguez.
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