viernes, 29 de marzo de 2019

Otro interesante escritor francés




No me canso de descubrir escritores franceses. Como he dicho ya en varias ocasiones en el blog son los que están haciendo obras más originales y, además, muy bien escritas. Tienen también la virtud, al menos para mí es una virtud, de escribir novelas no demasiado extensas, pero en las que son capaces de contar cosas importantes.
En este caso se trata de un escritor con bastante obra publicada e incluso alguna premiada y, sin embargo, creo que esta es la primera vez que se traduce al castellano.
De esta novela ha dicho Ian McEwan : “La “banalidad del mal” encuentra su más desnuda y bella expresión en esta estremecedora, concisa y extraordinaria novela”. (Reproducido por la editorial en la contraportada).
Calificativos muy bien escogidos. Concisión porque cuenta la historia en apenas 117 páginas; estremecedora porque lo es la situación que se crea y los diálogos entre los tres personajes protagonistas; y extraordinaria por lo bien que está narrada y regulada la creciente tensión.
Según la iba leyendo (lo que he hecho prácticamente de una sentada) me iba pareciendo más y más una obra de teatro. Apenas dos escenarios, tres personajes principales y dos secundarios aunque, eso sí, bastante relevantes; muchos diálogos y un ritmo tranquilo que ve llevando la tensión hasta el final.
La historia de forma muy resumida es esta: tres soldados alemanes, durante la Segunda Guerra Mundial, que están destinados en un pueblo de Polonia en un destacamento que se dedica a fusilar judíos, obtienen un permiso de su oficial para salir de “caza” y no fusilar mientras tanto; descubren a un judío escondido en el bosque, lo detienen,  y se refugian en una casa porque tienen frío –están en pleno invierno- y hambre; allí se dedican a preparar una comida momento en el que aparece un polaco que, por señas, les plantea compartirla y les ofrece aguardiente a cambio. Nada especialmente dramático, pero es que tienen que llevar al judío “cazado” al destacamento.
Un tema interesante que hace que esta obra sea, en palabras de Cristina Monteoliva en su buena reseña para laorilladelasletras.blogspot.com: “(…) una magnífica novela para comprender que los bandos son cosa de los poderosos y que muchos soldados son esclavos de sus decisiones. Una obra en la que comprender lo difícil que es pensar en la supervivencia ajena cuando se lucha por la propia.”
Porque, efectivamente, de lo que trata es de cómo resolver la tensión entre el interés personal y las ideas morales.
Una novela corta muy recomendable por el tema y en gran medida por el tratamiento que le da Mingarelli del que espero que se traduzca alguna obra más.

Hubert Mingarelli, Una comida en invierno. Traducción Laura Salas Rodríguez.

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