Parece que ni hecho a propósito se
produce una coincidencia como esta: El otro día comentaba el libro de Laura
Huerga y Blanca Busquets , ¡Tú, cállate!,
y hoy me sale Rubianes, contestón como siempre, diciendo que a él no le callan.
Creo que si hubiese vivido en estos tiempos, por un lado hubiera alucinado y, a
lo peor, por otro, habría terminado en un juzgado y luego en Bélgica o en la
cárcel.
A lo largo de mi vida me he reído con
varios “humoristas”. En una época con ese humor del absurdo tan bien desarrollado
que hacían Tip y Coll; también tuve mi momento Eugenio, pero hay dos personajes
que destacan muy por encima del resto que son Gila y Rubianes. Al primero le
escuchaba sobre todo por la radio a finales de los cincuenta y en los sesenta y
luego algo en la televisión (por cierto, estos días también está de aniversario, y con libro publicado); a Rubianes tanto en directo como en intervenciones
en TV3 o a partir de sus DVD.
Hace unos años, por el quinto
aniversario de su muerte, la misma editorial publicó un libro con textos de
Pepe del que yo decía en este mismo blog (y pido perdón por la autocita):
“Ha sido la persona que más me ha
hecho reír desde un escenario, a carcajadas, sin poder parar, hasta el
llanto. Tiene un humor soez a menudo, sin pelos en la lengua (aún
recuerdo una función en Palma donde terminó hablando de la familia real con una
visión premonitoria), incisivo, tierno a veces, autobiográfico en muchas
ocasiones (muy bien lo de reírse de sí mismo),…”
La reproduzco porque, lógicamente,
sigo pensando lo mismo y lo confirmo con la lectura de este nuevo libro en el
que, dividido en tres partes bien diferentes, se ha recogido otro conjunto de
sus escritos. En la primera, Vida
Terrenal, la más extensa, Rubianes cuenta muchos recuerdos sobre diversos
momentos de su vida, es decir, son una especie de breves memorias. Las he leído
con verdadero placer. En la segunda se cuenta todo el asunto de sus famosas
declaraciones en TV3 y las reacciones que suscitó. No quiero ni pensar lo que
hubiese sucedido hoy con algo parecido, lo que muestra claramente el retroceso
al que estamos asistiendo en las libertades, de expresión en este caso. En la
tercera se reproducen algunos de sus mejores monólogos. Aquí se produce el
magnífico fenómeno de que si se conocen se oye perfectamente la voz de Rubianes
reproduciéndolo. Al menos a mí me ha pasado.
Entresaco de uno un fragmento que
recuerdo haber escuchado varias veces, aunque
creo que dentro de otro monólogo más largo que el que se reproduce en el
libro:
“¡Que me he abocado a la noche porque no soporto las
otras horas del día y su mal rollo mercantilista y sus caras de mala leche!
La noche, por lo general, siempre me ha
proporcionado alegrías. El día, disgustos. Y el primer disgusto me lo he
llevado siempre al retirarme de madrugada y ver la cara de alegría que llevaba
el personal que acudía puntualmente a sus lugares de trabajo.” (p. 132)
Desde luego es un libro recomendable para cualquiera
e ineludible para los que hemos disfrutado tanto con las historias de uno de
los mejores cómicos que ha habido; alguien capaz de sacar punta de lo más insospechado
y, sobre todo, de criticar sin piedad los elementos más rijosos de las
tradiciones y costumbres de este país.
Esta edición incluye también un magnífico Prólogo de
Andreu Buenafuente.
Mañana mismo volveré a ver su Rubianes solamente; como homenaje
y para volver a soltar tremendas carcajadas, terapia muy necesaria en los
tiempos que corren.
Pepe Rubianes, A mí no me callan. Monólogos. Compromiso y vida terrenal.
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