Desgraciadamente no es muy habitual que se publiquen
este tipo de libros monográficos sobre un país a pesar del interés que pueden
tener sobre todo si se trata de un país tan desconocido, y al mismo tiempo
importante, como es Canadá. El autor,
que estuvo cuatro años destinado como
diplomático en la embajada española, aprovechó esa estancia para recorrer el
país y conocer algo de su historia y su presente. A partir de ahí se planteó
darlo a conocer y surgió así este libro.
Con ese planteamiento estamos ante un texto en el
que se mezclan elementos de un libro de viajes, de uno de actualidad política o
de un diario personal; y en el que hay informaciones históricas, económicas,
sociales, etc. Es decir, se trata de un libro muy ecléctico. lo que tiene tantos
aspectos positivos como alguno negativo. Entre los primeros está que su lectura
se hace muy entretenida o que se aprenden cosas tan variadas como el origen de
la sanidad pública universal o los paisajes de sus distintas provincias; sin
embargo, también se echa en falta un apartado dedicado a la cultura, ya que en
este tema se limita a citar a sus más conocidos escritores, o algo más de
información sobre la realidad económica.
El libro se divide en 12 capítulos con un Epílogo
para españoles. De los doce hay dos que destacan por su extensión: el dedicado
al recorrido del país de oeste a este y el dedicado al político canadiense más
conocido, Pierre Elliott Trudeau, del que Ramón se declara ferviente admirador.
Estos dos capítulos constituyen más de la mitad del libro y, desde luego, son
muy interesantes. Me ha llamado especialmente la atención la referencia que hace a la importancia que tuvo en la formación de Trudeau el pensador francés
Emmanuel Mounier por ser alguien que también fue muy importante en la mía en
los primeros setenta.
En el resto de los capítulos nos cuenta desde la
pasión por el hockey hielo hasta la mezcla de nacionalidades de procedencia de
los habitantes del país; y desde la crudeza de sus inviernos a sus relaciones
con los Estados Unidos.
Ramón escribe con bastante fluidez y claridad hasta
que se adentra en los vericuetos complicados del nacionalismo quebequés, los
problemas lingüísticos y las comparaciones con la situación de Cataluña y
España; aquí en varios momentos no queda muy clara la situación legal en
Canadá. Desde luego no parece muy partidario de ninguno de ambos nacionalismos
aunque sus opiniones no resultan especialmente extremas ni desagradables.
También hay algunos momentos en que el libro se convierte casi en una guía
turística con algún fragmento en el límite de la cursilería propio de algunas
guías.
No obstante, sin tratarse de un gran libro sí
resulta una lectura entretenida e interesante y ayuda a conocer más uno de los
principales países del mundo por su riqueza y su potencial. Pero que suele quedar opacado por la enorme
presencia de su vecino del sur.
Hay una entrevista de Daniel Gascón con el autor en
letraslibres.com.
Juan Claudio de Ramón, Canadiana. Viaje al país de las segundas oportunidades.
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