Sigo con la lectura de otro escritor que está en la
serie del blog dedicada a mis autores favoritos. He leído todos los libros que
se han publicado en España desde aquellos primeros en bolsillo, con letra muy
pequeña y poco espacio entre líneas, hasta que, con Planeta, se empezaron a
editar en gran formato y buena tipografía. Curiosamente, los mejores que ha
escrito creo que fueron aquellos primeros que hoy no sería capaz de leer por un
problema meramente físico. Ahora bien, con Le Carré pasa lo mismo que con Woody Allen: una obra
suya, aunque no sea de las mejores, siempre es bastante mejor que la de la
mayoría del resto de escritores del mismo
género o de directores de cine.
La que ahora comento no está desde luego entre las
mejores que ha escrito. Tiene muchas de las características del autor: un buen
ritmo y agilidad en la narración, buenos diálogos y una trama bien urdida. Sin
embargo, le faltan cosas para ser una de las buenas. Por un lado, a la historia
le falta interés y tensión y le sobran tramas secundarias que no terminan de
cuajar y que quedan sin resolver y, por otro lado, a los personajes les falta
entidad y fuerza.
A pesar de ello se lee con facilidad, quizá más de
la habitual, y tiene el interés añadido de que toca temas y personajes de gran
actualidad con los que se muestra muy crítico, así: el Brexit, Donald Trump, Vladimir Putin y los oligarcas tanto rusos
como ucranianos.
Hay que agradecer a gente como el autor, lo mismo
que al recientemente fallecido Andrea Camilleri, que tengan el humor de seguir
escribiendo a esas edades y con la vitalidad con que lo hacen o han hecho.
Hay una buena reseña de Miguel Ángel Oeste en
elcultural.com.
John le Carré, Un
hombre decente. Traducción Benito Gómez Ibáñez
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