Maalouf es un escritor que me encanta. Ha aparecido en este blog dentro de la serie dedicada a mis autores favoritos. Obviamente, me
gusta sobre todo en su faceta de narrador que, por cierto, tiene bastante
abandonada últimamente, pero también en su faceta de ensayista a la que
pertenece el libro que ahora comento.
Este lo ha dividido en cuatro grandes apartados:
En el primero, en el que hay muchas referencias
familiares, habla principalmente de Egipto y del Líbano. En él hay, entre otras
muchas cosas, una interesante visión de
Nasser y de Churchill y también una curiosa idea ya que dice que el marxismo
fue entre 1920 y 1980 un aglutinante para gentes de distinta confesión
religiosa.
El segundo está centrado en la guerra de 1967 y en
las consecuencias que tuvo sobre todo para el mundo árabe.
En el tercero, para mí el más interesante del libro,
toma el año 1979 como inicio de los grandes cambios que se han producido en el
mundo a partir de cosas como: la revolución en Irán, la llegada al poder de
Margaret Thatcher y enseguida de Reagan con la consiguiente “revolución
conservadora”, la ascensión al papado de Juan Pablo II o también la llegada al
poder de Deng Xiaoping.
Finalmente, en el cuarto, por un lado critica el no
cumplimiento por parte de los Estados Unidos del papel de liderazgo que le
correspondía y también a la Unión Europea por no haberlos sustituido en ese
papel y, por otro lado, dedica espacio a la fragmentación que se ha producido
entre otras cosas por el predominio de la idea de mercado. Termina vaticinando
un futuro bastante problemático debido al control que ya se ejerce gracias a
los avances tecnológicos, a la sustitución de la mano de obra por robots y al
cambio climático.
Así pues, trata temas muy interesantes aunque creo
que no responde al título del libro ya que no explica cuál es su concepto de civilizaciones,
un concepto bastante en discusión entre los especialistas, y, lógicamente,
tampoco queda clara la idea de su naufragio, sean estas lo que sean. No
obstante, el libro tiene buenas reflexiones y realiza unas interesantes
conexiones entre distintos hechos sobre todo en el capítulo centrado en el año
1979.
Desde otro punto de vista, siempre es un placer leer
a alguien que escribe tan bien como lo hace Maalouf, con esa fluidez, y hasta
me atreverá a decir que naturalidad, con que cuenta sobre todo sus historias
personales.
Como ya he dicho el capítulo que más me ha gustado e
interesado es el dedicado a analizar lo que pasó en torno al año 1979. De él
entresaco dos fragmentos que creo que resumen muy bien las ideas fundamentales:
“En adelante,
iba a ser el conservadurismo el que se
proclamara revolucionario, mientras que los seguidores del “progresismo” y de
la izquierda no iban a tener ya más objetivo que la conservación de lo
conseguido.” (p. 145-146) (En cursiva en el original)
“No debería verterse ninguna lágrima sobre el
difunto sistema dirigista. No cumplió sus promesas en ninguna parte, ni en el
antiguo “tercer mundo” ni en el antiguo “bando socialista”: en todas partes
resultó inconsecuente, en todas partes propició las derivas autoritarias y la
formación de falsas elites represoras y parasitarias. En consecuencia se
merecía un severo castigo e incluso caer para siempre en el proverbial “cubo de
la basura” de la historia.” (p. 181) (Más
adelante, eso sí, critica el que se pusiera en tela de juicio y se
desvalorizara el principio de igualdad.)
Por otro lado, muy al final del libro aparece la
siguiente afirmación:
“Conservamos devotamente la leyenda que dice que la
transmisión ocurre “en vertical” de una generación a otra, dentro de las
familias, los clanes, las naciones y las comunidades de creyentes; siendo así
que la verdadera transmisión es cada vez más “horizontal” entre contemporáneos,
se conozcan o no, se gusten o se aborrezcan.” (p. 242)
Esto me viene muy bien para comentar algo que me ha
sugerido la parte final del libro, aquella en la que plantea un futuro no solo
incierto, sino bastante problemático y negativo. El autor es cuatro días más
joven que yo y pertenecemos a lo que se llama, no sé si acertadamente, la “tercera edad”. No comparto muchas de las
cosas que se nos adjudican, pero hay una en la que solemos coincidir muchos que
es en ver un futuro negro porque no somos capaces de entender qué es lo que
está pasando hoy en el mundo y, de alguna manera, nos sentimos sobrepasados por
los cambios que se están produciendo. Creo que Maalouf incurre en ello porque a
lo largo de la historia la especie humana ha sido capaz de ir solucionando las
situaciones más problemáticas por unos mecanismos o por otros y,
previsiblemente, lo seguirá haciendo aunque nosotros no estemos. De ahí que me
guste esa transmisión horizontal en lugar de la tradicional vertical.
No quiero acabar el comentario sin hacer una alusión
a algún detalle de la traducción. Hacía mucho tiempo que no me encontraba con
loísmos en un libro en castellano y en este hay por los menos tres: páginas 61,
94 y 265. También hacía tiempo que no veía substancia, ni el uso de tanto…cuanto,
en lugar del habitual tanto…como. Evidentemente, los loísmos son lo más
importante y me extraña aún más tratándose de un libro de Alianza editorial.
Hay una interesante entrevista de Antonio Pita con
el autor en elpais.com.
Amin Maalouf, El
naufragio de las civilizaciones. Traducción María Teresa Gallego Urrutia
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