Este
es el cuarto libro que publica la editorial Automática de Lianke y también el
cuarto que yo leo. El primero fue en 2014 y desde entonces cada dos años leo
uno. Los dos primeros me parecieron extraordinarios, al tercero, siendo bueno,
creo que le sobraban algunas páginas, y el que ahora comento, teniendo un
inicio realmente interesante y conseguido, ha llegado un momento en que se me
ha caído de las manos, me ha dejado de interesar y me ha parecido que utilizaba
demasiado el “realismo mágico” (o el realismo espiritual que es como califica
el propio Lianke en el Epílogo a su escritura) y que, en general, insistís
demasiado en la misma idea sin que la ºhistoria progresara.
Lianke
cuenta cómo a partir de la iniciativa de su protagonista, Kong Mingliang,
habitante de una pequeña aldea cerca de las montañas, esa aldea pasará a
convertirse en villa, condado, ciudad y, finalmente, en megalópolis, con todo
lo que eso implica de mejora económica y social para sus habitantes. En esta
labor le ayuda la otra gran protagonista, Zhu Ying, que será su esposa aunque
no tengan apenas relación.
Este
proceso le sirve al autor para criticar tanto el anterior régimen chino, como
el capitalista que está formándose gracias a las reformas. Reproduzco dos
fragmentos donde se pueden apreciar de forma explícita estas críticas:
“Joder,
en estos tiempos de apertura y reforma que corren se puede ganar dinero con
todo. Si tienes dinero eres un señor y
si no, un pringado y una rata. Con dinero te hacen caso los jefes de la villa y
el condado, sin él te desprecian.” (Palabras
del protagonista). (p. 128)
“Muchos
venderían a su mujer y a su hijo a cambio de los muchos sobornos que implicaba
ser concejal en una ciudad emergente (…)” (p. 343)
De
todas formas la crítica recorre todo el texto. Así, el dinero para poder pasar
de aldea a condado lo obtiene primero el protagonista y luego todos los
habitantes de la aldea robando carbón primero y luego otros productos cuando
disminuye su velocidad al subir una cuesta. Por otro lado, la que será su mujer
lo consigue gracias a ser una emprendedora del sexo y del ocio, primero
dedicándose a la prostitución en la ciudad y luego montando su propia empresa
del sexo a medida que la aldea iba creciendo.
En
la misma línea crítica se mueve cuando narra las primeras elecciones que se
hacen al convertirse en condado y en las que el protagonista se dedica hacer
generosos regalos y, en última instancia, a falsear los resultados´
Como
es habitual en los libros de Lianke no faltan el sentido del humor ni las
referencias al hecho de que es mucho mejor ser ciudadano que campesino o
montañés, aspectos ambos muy característicos de su obra. Tampoco ese realismo
mágico que mencionaba más arriba, pero del que, como también comentaba, abusa
en exceso. En otro sentido, es
interesante la presencia de muchas escenas de sexo y la importancia que se da
al escupitajo como máxima ofensa y también como castigo con alguna escena que
resulta bastante repugnante.
Por
su actualidad, el libro está escrito en 2014, reproduzco el siguiente
fragmento:
“-
¿De verdad serías capaz de construir cien kilómetros de metro en una semana?
¿El aeropuerto más grande de Asia en siete días.” (p. 397)
Hay
decir que sí, que fueron capaces de hacerlo. Aquí Lianke tiene carácter
premonitorio.
Desde
luego si tuviera que recomendar un libro del autor lo haría con cualquiera de
los dos primeros y no con este que siendo muy original, resulta bastante pesado
y reiterativo en muchos momentos teniendo en cuenta que tiene 477 páginas.
Hay
una reseña de Ricardo Martínez Llorca en culturamas.es en la que se da que una
visión más favorable.
Yan
Lianke, Crónica de una explosión.
Traducción Belén Cuadra Mora.
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