Termina así Alejandro Luque su reseña de este libro
en msur.es:
“A Camilleri se le perdona todo porque no todo el mundo puede
presumir de haber creado un mundo y un lenguaje. Eso hizo este viejo hombre de
televisión hace 25 años, soñando Vigàta, y sintetizando el siciliano como si
fuera una droga química que daba risa y hacía ver cosas claras a la vez.
Alguien que se ha ganado esos galones puede hacer lo que quiera, pero si además
hace lo que quiere siendo enormemente entretenido, con más razón.” (Subrayado en el original)
Y deja de esta manera
muy claro cuál es el secreto de su éxito y de que tenga lectores que, como es
mi caso, hayan leído los 29 libros de que consta la serie protagonizada por el
comisario Salvo Montalbano más otros cuantos de temática variada.
Camilleri no engaña.
Sus tramas son bastantes básicas, las comidas en el restaurante de Enzo
bastante repetitivas con el salmonete como protagonista principal, sus
personajes habituales repitiendo comportamientos y actitudes, sus protagonistas
femeninos siempre de singular belleza y buenos cuerpos, sus diálogos -que
ocupan casi todo el espacio y el tiempo-,
bien construidos, con gracia y realismo. En fin, una auténtica fórmula
que ha ido aplicando a lo largo de los años con gran éxito de público
(desconozco si también de crítica, aunque me da un poco igual).
Además, en varias de
sus novelas suelen aparecer temas de actualidad
y el autor aprovecha para ofrecer su visión desde una óptica
generalmente progresista y crítica con algunos comportamientos sociales y
políticos. En este caso, es el tema de la llegada de inmigrantes a las costas
sicilianas, pero le dedica menos espacio del que, creo, podría haber empleado.
Por lo demás, el
típico asesinato pone en marcha la trama de una novela que es algo más larga de
lo habitual pues llega a las 262 páginas.
No sé si será la
última que se publica ya que el original italiano es de 2016, pero sí que si
hay alguna más ahí estaré en la librería comprándola aunque solo sea como
homenaje a quien me ha hecho pasar tan buenos momentos.
Andrea Camilleri, Tirar del hilo. Traducción Carlos Mayor.
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