Hace poco más de un mes hice en el blog el comentario del libro La seducción del autoritarismo de Anne
Applebaum, una intelectual liberal conservadora estadounidense que es un
alegato contra el trumpismo y todo lo que ha pasado, y puede volver a pasar, en
los Estados Unidos. En la misma línea, aunque con otro enfoque, se mueve el
libro de Lassalle.
Conozco al autor por algunas intervenciones en tertulias radiofónicas y he
podido comprobar que está bastante alejado del que fue su partido, el PP, con
el que ocupó cargos de cierta relevancia como, por ejemplo, secretario de Estado de Cultura. En el libro aparece el
Lassalle profesor de Filosofía del Derecho y no el político en activo que ya no
es.
El libro está dividido en 10 capítulos. En los primeros se dedica a
diferenciar entre el liberalismo y el neoliberalismo con críticas constantes al
segundo. Utiliza, tomándolo de otro autor, el término “democradura” para
indicar la hibridación que están haciendo entre formas democráticas y elementos
de dictadura. Estos capítulos son demasiado redundantes ya que se reiteran
muchas veces las mismas ideas. En el capítulo 7 el autor “toma tierra” y lo
dedica a comentar cómo ha funcionado todo esto en Estados Unidos con el trumpismo como momento final, por ahora,
pero con los antecedentes de los neocon
y del Tea Party que surgieron de las
crisis de 2001y 2008 respectivamente. Este capítulo, Hacia la Ilustración oscura,
y el siguiente, Golpe de Estado
4.0, justifican sobradamente la lectura del libro. Los dos últimos los
dedica a plantear las posibles alternativas y como sucede siempre en este tipo
de libros, sea su autor de centro o de izquierda, es la parte más floja ya que dar como solución que el
estado controle más a las empresas tecnológicas o ir hacia un Humanismo liberal
o un Humanismo moral no deja de ser algo más que utópico dada la situación
actual que, además, ha dejado muy bien reflejada en el texto, máxime si plantea
que sea la educación la encargada de ese trabajo.
No obstante, Lassalle ha escrito un texto valiente y muy combativo contra
una ideología que es, hoy por hoy, la predomínate en su antiguo partido, aunque
apenas si hace alguna referencia a lo que está sucediendo en Europa en general
y en España en particular.
Los siguientes fragmentos pueden servir de ejemplo de los planteamientos
del autor:
“Desde entonces (la época de Reagan y Thatcher) el
neoliberalismo hegemonizó las políticas económicas de Occidente y fue
presionando el propósito del liberalismo de definir la sociedad como una
comunidad ética basada en el equilibrio entre la libertad y la igualdad.
Presión ideológica que fue intensificándose a medida que las políticas
neoliberales lograron que la atomización individualista de las sociedades
occidentales rompiera la idea del bien común y el egoísmo economicista se
impusiera como dinamizador de la convivencia social”. (p. 36)
” A partir de entonces (Bush y los neocons) el cálculo de los consensos fue sustituido por la lógica populista que prima el cálculo de los disensos y los conflictos como herramientas que han de inspirar la decisión de los gobiernos”. (p. 109)
La alianza entre el Tea
Party y la cadena Fox “(…) Inició una estrategia novedosa de desinformación
y propaganda que sintonizó acciones de movilización política con iniciativas
empresariales de comunicación.
(…) Esta estrategia desinformativa que surgió en Estados Unidos fue posible por la derogación que hizo Ronald Reagan del principio liberal de imparcialidad informativa. Este exigía a las emisoras de radio y televisión dos cosas: mostrar puntos de vista diferentes al informar y asumir criterios de responsabilidad periodística sobre los contenidos que emitían.” (p 118)
“Este (el trumpismo) puede definirse como una extrema derecha que persigue la tradición, la familia y la autoridad, dentro de un mercado desregulado y volcado a maximizar de forma eficiente el laissez faire. Estaríamos ante una hipótesis paleoconservadora adaptada a la posmodernidad neoliberal y a la propagación del miedo entre las clases medias. Un poderoso relato antipolítico que ha encontrado en la realidad paralela de las redes sociales el filtro que impermeabiliza a sus seguidores de cualquier contraste crítico que rompa su burbuja de ficticia seguridad cognitiva” (p. 126)
Aunque son citas un poco extensas, he preferido que sean las palabras del
autor las que reflejen el contenido del libro mucho mejor de lo que yo podría
hacer.
Desde luego, lo que sí me queda claro tras la lectura de este libro es que
si ese liberalismo fuese la oposición en el país otro gallo nos cantaría. No
soy liberal ni siquiera de ese liberalismo que defiende Lassalle, pero sí creo
que es una ideología con la que se puede llegar a acuerdos en multitud de temas
de gran relevancia para la sociedad.
Además de lo comentado hasta aquí, quisiera también dejar constancia de algunas
informaciones y reflexiones del libro que me parecen especialmente
interesantes. Así: la idea de cómo la soberanía popular está siendo sustituida
por la soberanía digital; la diferenciación entre librecambismo y liberalismo o
la relación entre el tema de las armas de destrucción masiva en Irak y la
introducción de los sentimientos en la política, entre otros.
Hay, sin embargo, otro aspecto que sí quisiera criticar. Me refiero al uso
de un lenguaje bastante alambicado que oscurece por momentos lo que se quiere
transmitir, hasta el punto de que se pueden leer fragmentos como el siguiente
que he sido incapaz de entender:
“Y tercero, porque la metodología de gestión decisionista de los problemas reforzó la cadena lógica de linealidad utilizando criterios emocionales que, a medida que creció la interacción de aquellos y su hibridación en otros más difíciles de resolver binariamente, ha llevado a las instituciones a un descrédito generalizado por su incapacidad para dar respuestas eficaces” (p. 111)
Por todo lo dicho, y al margen de algunos aspectos muy
mejorables, estamos ante un libro muy interesante sobre todo teniendo en cuenta quién es su autor. No debe de ser fácil elaborar
un texto dirigido a hacer una enmienda a la totalidad de la política que lleva
a cabo el que era hasta hace poco su partido.
Hay una entrevista con Íñigo Aduriz en el diario.es en la que
sí se hacen referencias a España y en la que califica la campaña de Díaz Ayuso
como “una hibridación de libertarismo y populismo”, que son, precisamente, los
dos conceptos más criticados a lo largo del libro.
José María Lassalle, El liberalismo herido. Reivindicación de la libertad frente a la
nostalgia del autoritarismo.
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