Hace apenas
tres semanas dejaba el comentario del primer libro que leía de esta escritora
mexicana que descubría en ese momento, y ya estoy con el segundo leído y el
tercero entre los pendientes de lectura. Está claro que es una escritora que
atrapa tanto por el fondo como por la forma.
Es este libro
recoge doce crónicas y relatos que escribió entre 2002 y 2011, esto es, entre
sus ¡veinte! y sus treinta años. De los doce ninguno tiene desperdicio, sean
más cortos o más largos, más realidad o con algo más de ficción, lo cierto es
que Melchor sabe dotarlos de tal fuerza e intensidad que hay que leerlos poco a
poco y dejar que vaya sedimentando lo que se está leyendo.
Dice la autora en la nota que precede a los textos:
“Sé que la subjetividad humana es quizás el campo menos periodístico que puede existir, y que algunos de mis relatos corren el riesgo de aparecer, a pesar de este chorro mareador, como ficciones. No me queda sino asegurarle al lector que mi intención al escribirlas fue siempre la de relatar una historia con la mayor cantidad posible de detalles y el menor de ruido, que las palabras que utilizo provienen del conocimiento íntimo de mis informantes, de la explotación total, a veces despiadada, de sus percepciones, y, por supuesto, de mi propia participación en los hechos y lugares descritos”. (p. 11-12)
Aparece ahí
una idea que creo fundamental a la hora de analizar la obra. Me refiero al
lenguaje que utiliza y sobre todo a cómo sabe recrear el lenguaje popular; bien
sea por sus “informantes” o por su “propia participación” en los hechos, lo
cierto es que me parece algo muy definitorio de la obra de Melchor y, desde
luego, de los textos que aquí se recogen. Eso sí, hay momentos en que no
resulta fácil entender lo que se dice, pero no importa por la fuerza que tienen
las expresiones.
Los temas de
las diferentes crónicas son muy variados
aunque predominan los que deben de ser más habituales en la Veracruz en la que
se desarrollan: droga, violencia, machismo, corrupción policial, justicia
deficiente, etc. Para ello cuenta historias como la de una avioneta de narcos
que confundieron con un ovni; la llegada de unos emigrantes al puerto de
Veracruz creyendo que llegaban a Miami (en la que da título al libro); la
terrible historia de Evangelina Tejada y cómo fue contada por la prensa; un
linchamiento que terminó quemando vivo al linchado o todo el proceso de un
exorcismo en el relato más largo del libro.
En fin, todo
un muestrario de horrores tratados siempre con una escritura muy directa,
carente de adornos y, como decía antes, utilizando mucho el lenguaje de la
calle. Un libro muy recomendable.
Hay una reseña
de Miguel Ángel Gómez Reyes en tierraadentro.cultura.gob.mex muy completa en la
que se cuentan más cosas del contenido de algunos capítulos, y otra también
interesante de Francesc Bon en unlibroaldia.blogspot.com.
Fernanda
Melchor, Aquí no es Miami.
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