Esta Ñamérica está escrita en forma bastante similar a la de
El Hambre y utilizando más o menos el
mismo tipo de materiales: la experiencia del autor en su viajes, multitud de
entrevistas con todo tipo de gente incluyendo mucha gente de la calle, lecturas
que aunque no se citan a pie de página se intuyen, informaciones estadísticas, claro
que en menor cantidad que en el otro libro, y muchas reflexiones y opiniones
del escritor.
El libro se compone de dos tipos de capítulos: por un lado,
los dedicados a una serie de capitales que ya fueron publicados (no sé si
exactamente de la misma forma) en la revista semanal del periódico El País y
que incluyen desde ciudad de México a Buenos Aires, pasando por Caracas o La
Habana hasta un total de ocho, y, por otro lado, siete dedicados a una visión
de diferentes aspectos del continente que son: el continente inquieto, partido,
violento, creyente, mache, pop y real. Estos capítulos, completos o en
parte, también fueron publicados en su
mayoría en diferentes medios, algunos recientemente y algún otro hace treinta
años.
No me atrevo a decir qué parte me ha interesado y gustado
más. De las ciudades hace muchas descripciones, pero también entra de lleno en
muchos problemas que tienen que ver con el país en el que están y que le sirve
para hacer agudas reflexiones. Del continente ofrece una visión muy completa y
caleidoscópica como se puede apreciar por los títulos mencionados, pero por si
esto no bastase, añado que se tratan temas como: las diferentes, cinco para él,
oleadas migratorias, las desigualdades económicas y sociales, el papel de la clase
media, el hambre, la violencia, las drogas, las cárceles, las barbaridades
cometidas por la iglesia, el auge de los movimientos evangélicos, la
desigualdad entre hombres y mujeres, el turismo sexual, el feminismo, la
situación de las personas LGTBI, la lengua, el mestizaje, el fútbol, la
corrupción o los políticos y la política de los últimos años.
Como se ve, Caparrós toca prácticamente todos los aspectos
necesarios para obtener una visión general del “continente” al que se le ha
ocurrido llamar, con un gran acierto, Ñamérica.
En todos los temas, como ya he comentado anteriormente, hay
informaciones valiosas, entrevistas y agudas reflexiones y opiniones la mayoría
de las cuales comparto, aunque en algunas yo matizaría algo más como, por
ejemplo, cuando habla del movimiento LGTBI.
Es difícil destacar cosas de un libro que, por cierto que no
lo he dicho hasta ahora, tiene 674 páginas en una edición no precisamente de
bolsillo. No obstante sí me gustaría dejar constancia de algunas que o bien me
han llamado especialmente la atención o me han hecho reflexionar más. Así: el
debate, tan actual en nuestro país últimamente, sobre indigenismo y
colonización; la aparición poco a poco de las diferencias de clase en el Alto
(La Paz) entre los propios migrantes; cómo se produce la creación de un
“barrio” (me ha recordado el que yo vi surgir en el gran Buenos Aires hace
muchos años); la escalofriantes cifras de la violencia que aporta; la situación
de Caracas ; las manifestaciones y la represión en Managua en 2018; el varapalo
que se lleva la Iglesia católica o un par de parrafadas sobre el fútbol.
Sobre alguno de estos temas dejo dos fragmentos como ejemplo:
“El fútbol es Efecto Patria en todo su esplendor: esos momentos en que ser ciudadano del mismo país se convierte en un valor por encima de todo lo demás: esos momentos espantosos en que celebro el mismo gol que personas que odio, que desprecio, que no querría saludar en mi vida: dictadores y vivos, violadores y bobos.” (p.532)
“(Los poderes necesitan mantener las amenazas que los
justifican. En 2018, en todo el mundo el famoso terrorismo global -por el cual
pasamos horas frente a controles de rayos y policías sin control, por el cual
los gobiernos gastan fortunas públicas- mató a 15.952 personas, menos de la
mitad que la violencia mejicana, y, con perdón, la mitad de esas muertes
sucedieron en Afganistán y el resto en Irak, Nigeria, Somalía, Siria, Pakistán,
Yemen, Congo. Entre Estados Unidos y Europa -casi 800 millones de señoras y
señores- los ataques “terroristas” -perturbaditos de extrema derecha, casi
todos- mataron a 49 personas. O la policía global es extremadamente eficaz o es
perfectamente innecesaria.)” (p.302)
Este último texto me parece un ejemplo magnífico para entender cómo está el mundo en general. Viajando siempre se tiene la impresión de que ese enorme gasto en seguridad es solo para dar la sensación de que esta existe, cuando no hay realmente inseguridad y, si la hubiera, no bastaría con esas medidas.
Desde otro punto de vista, hay un fragmento, muy típico además de la forma de trabajar de Caparrós, que me parece muy bueno como síntesis del manejo del poder político. Analizando a los presidentes de los dieciocho países que incluye en el “continente”, afirma:
“Sobre los dieciocho, seis son empresarios, otros tantos economistas o abogados; casi todos se han pasado la vida en puestos políticos en sus países o en organismos internacionales; la mayoría estudió algo en Estados Unidos y varios son hijos o sobrinos de jefes políticos. Hay un López, un Fernández, un Díaz, un Piñera, un Alvarado, un Hernández, un Ortega, un Benítez, un Lacalle, un Medina, un Duque, un Cortizo, un Maduro: otra vez la lengua vence. Otra vez todos son hombres. Otra vez todos son blancos.” (p.590)
Para terminar, hay un tema que trata sobre todo al final del libro que sería el de las posibles soluciones a tanto despropósito, a tanta injusticia,…Sobre esto dice cosas como:
“El problema, una vez más, - y la razón por la cual los más ricos siguen imponiéndose, la razón por la cual tantos soportan lo que soportan- es que no se ven alternativas. Para que muchas personas decidan arriesgarse para cambiar un régimen presente deben tener una idea convincente de cómo sería el régimen que construirían a cambio.” (p. 662
“Es temprano. Todavía, por no tener esa nueva utopía no
tiene siquiera un sujeto que pueda sostenerla. Era fácil pensar una revolución
cuando tenía un sujeto claro. (…) Ni sabemos cómo se armará ni en qué
consistirá.
(…)
Mientras tanto, suena antiguo decir que, sin cambios radicales, Namérica seguirá siendo la tierra de la desigualdad, de la violencia, las migraciones, las materias primas, las drogas, el machismo, la pobreza de tantos.
Suena antiguo, pero es difícil de negar” (p. 632)
No solo es totalmente acertado lo que dice, sino que es de
aplicación universal. Es lo que sucede en todos los lugares en los que se
necesita cambiar, es decir, prácticamente en todo el mundo, pero también
reflejan, con bastante razón, el pesimismo de quién no atisba que algo así se
esté produciendo.
No es demasiado importante, pero afea algo la edición los
errores sobre las cifras del PIB que se dan en las páginas 25 y 28.
Un libro absolutamente recomendable y, desde luego,
imprescindible para conocer a fondo la realidad de esa zona del mundo con la
que compartimos idioma pero poco más; una zona que apenas se estudia en nuestra
secundaria más allá del “descubrimiento” y la “civilización”. Además, un texto
escrito con su particular estilo, por un periodista que no se casa con nadie,
que si tiene que repartir culpas no se fija en la procedencia ideológica ni se
arredra ante ella.
Martín Caparrós, Ñamérica.
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