Cada cierto tiempo me gusta
leer alguno de los libros que la editorial Sajalín publica dentro de su
colección Al margen. Son en su
inmensa mayoría traducciones de autores anglosajones y hacen honor al título
que los cobija ya que suele tratarse de historias y/o personajes que por una u
otra razón se encuentran fuera de lo habitual.
De este autor ya se han
publicado varios libros en esta colección, pero yo no lo conocía. Curiosamente
es uno de los guionistas de una serie, Treme,
que, aunque no tuvo demasiado éxito, a mí me encantó.
Este libro cuenta la historia
de Mick Hardin, un militar veterano de guerra destinado en Alemania en la
División de Investigación Criminal que vuelve a su pueblo, Rocksalt, a pasar unos días y su hermana, Linda, que es la sheriff de la localidad, le solicita su
ayuda para resolver un asesinato. En apariencia, pues, se trata de una especie
de thriller; de hecho se dice en la
contraportada que Joyce Carol Oates ha afirmado que se asemeja a series como True detective o Mare of Easttown.
De ser así, desde luego sería
más a la segunda que a la primera porque si algo predomina en esta historia es
la visión de un mundo rural, mientras que lo propiamente policiaco pasa a un
muy segundo término y no es especialmente interesante.
Familias que han sufrido
muchas desgracias, personajes con unas vidas bastante mediocres o tensas
relaciones entre miembros de la comunidad son los aspectos más relevantes de
esta novela en la que el mundo rural aparece como un micromundo bastante
cerrado y con algunas tradiciones ancestrales, como la venganza de sangre, ciertamente
mejorables.
Todo esto lo narra muy bien
Offutt con unos magníficos diálogos y unas buenas descripciones de personajes
con apenas unos pocos rasgos.
Los dos fragmentos que reproduzco representan muy bien el significado de ese ambiente:
“Me aburrí- dijo Peggy.
(…)
-De todo. De esta casa, de
Rocksalt, de que Mick nunca estuviese. Todos los días hago las mismas cosas y tengo las mismas
conversaciones con la misma gente. Siempre me están mirando y juzgando. Nunca a
la cara, pero algo se nota (…)” (p. 193)
“Todas las quejas de Peggy
sobre la vida en Rocksalt eran precisamente las razones por las que a Linda le
gustaba el pueblo. La seguridad de encontrarte con la misma gente, a veces
hasta tres veces al día, en distintas tiendas. Había un protocolo para tales
ocasiones. La primera vez preguntabas por la familia. La segunda, sonreías y
hacías una broma sobre la casualidad de llevar el mismo itinerario. La tercera
sonreías y saludabas con la mano. Se creaba una intimidad que transmitía
seguridad”. (p. 194)
(Peggy es la mujer de Mick y Linda su hermana)
Un libro muy entretenido, que
se lee casi de un tirón y que deja un regusto un tanto amargo.
Chris Offutt, Los cerros de la muerte. Traducción
Javier Lucini.
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