Dice la editorial en la
contraportada: “Es un antihéroe de manual (se
refiere al Fulmard que da título al libro). Pero Gérard no es el único
personaje estrambótico de esta novela. Tenemos también a un político que
frecuenta prostíbulos y mira fotos subidas de tono de la hija de su esposa; a
una mujer que se autosecuestra para darse publicidad; a un psiquiatra de dudosa
ética; a un taxista que recoge a un tipo herido de bala y se queja de que le
está manchando el asiento, y hasta un tiburón particularmente voraz y un
satélite soviético asesino…
(…) Jean Echenoz , ingenioso deconstructor (…)
se sumerge aquí en la novela policiaca y nos ofrece un noir delirante…”
Todo es verdad y seguramente
por ello no me ha gustado el libro sobre todo por ese carácter delirante que,
efectivamente, tiene. Creo que estamos ante uno de esos textos que si el lector
se deja llevar por la historia puede disfrutar y llegar a reírse de las
barbaridades que hacen los variopintos personajes que Echenoz pone en acción y que,
por cierto, son muchos más de los citados en la contraportada, pero si no es
así, si, como ha sido mi caso, todo te parece un disparate y no llegas a
interesarte en ningún momento por lo que está sucediendo, el libro te puede
llegar a parecer un auténtico bodrio aunque, eso sí, muy bien escrito.
Claro que ha habido momentos que me han gustado como los que dedica a la crítica de algunos programas de la televisión, o alguno de los muchos en los que se ve la lucha por el poder en el partido político o, sobre todo, las primeras páginas en las que el "detective" protagonista, escribiendo en primera persona, recuerda mucho a los detectives clásicos del género, pero el resto...
Estoy convencido de que
Echenoz se lo ha pasado estupendamente escribiendo este libro y que, además, se
lo puede permitir por edad y por su bagaje literario. Ahora solo espero que
vuelva a la senda que a mí me ha gustado tanto.
Hay una entrevista muy
completa sobre el libro y los personajes con Xavi Ayén en lavanguardia.com.
Jean Echenoz, Vida de Gérard Fulmard. Traducción
Javier Albiñana
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