Apenas han pasado tres semanas desde que hice una entrada
sobre el primer libro que leía de este escritor y ya estoy con la segunda. Esto
quiere decir ni más ni menos que me ha gustado y que las historias que cuenta
me interesan y entretienen.
En este extenso libro, tiene más de 500 páginas, Hannah, la
narradora y protagonista absoluta, nos cuenta los dos momentos más importantes
de su vida. El primero se desarrolla
entre 1966 y 1973 y se corresponde con su juventud, nace en 1950, matrimonio y
primer hijo. Cuenta la relación con sus padres: muy buena con él, profesor
universitario y combativo militante contra la guerra de Vietnam, y bastante
mala con ella. También las dificultades para organizar la vida de recién casada
y con los primeros trabajos. El segundo momento está centrado en 2003. Han
pasado treinta años, se ha estabilizado lsu situación profesional y económica.
Se ha ampliado la familia con una niña que ahora ya es una joven con un buen y
rentable trabajo pero… (no puedo hacer spoiler). El hijo se ha hecho
ultraconservador y casado con una ferviente militante antiabortista.
Con los miembros de esta familia, Hannah y su marido, sus
padres y sus hijos, más una amiga de ella, Kennedy narra una historia en la que
aprovecha también para tocar temas importantes de la vida actual y para, desde
su posición liberal (en el sentido que se da a este concepto en ese país),
criticar de forma bastante feroz en muchos momentos a los movimientos ultra
tanto en religión como en política. También se despacha a gusto con
determinados medios de comunicación de carácter sensacionalista unos y muy politizados
otros.
Entre los temas que aborda están la eutanasia, la enfermedad
de Alzheimer o la presión social en las pequeñas comunidades rurales. Para un
lector español seguro que llama la atención la facilidad que se refleja en la
novela con la que la gente joven se muda de un lugar a otro según el trabajo,
aunque creo que aquí también empieza a pasar algo parecido.
Además de los temas mencionados, la novela tiene también el
interés de ver cómo se producen los conflictos en el seno de esas familias y
cómo van evolucionando las relaciones y la situación de cada uno de sus
miembros.
Kennedy es un magnífico contador de historias y también un
buen creador de personajes. No estamos ante un libro que pasará a la historia
de la literatura, pero sí ante un buen libro, enormemente entretenido y que,
por qué no decirlo, nos pone ante situaciones que podemos haber vivido. Desde
luego a mí me ha tenido enganchado un par de días aunque no es el tipo de
novelas que suelo leer.
Douglas Kennedy, El discreto encanto de la vida conyugal.
Traducción Esther Roig.
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