No son muchos los escritores que conozco de una literatura que, como la checa, seguro que tiene muchos y muy buenos representantes. Por eso me interesó enseguida este libro que ya en el título indica su procedencia.
Es una curiosa novela compuesta por más de treinta capítulos
que no dejan de ser relatos con el mismo protagonista, Steiner, el narrador,
que cuenta diferentes momentos de su vida. Al principio se ajusta algo más a un
orden cronológico que va abandonando a medida que avanza el libro.
Por sus páginas desfilan miembros de su familia con su padre
a la cabeza como auténtico coprotagonista que fue jugador de fútbol siempre con
el número siete jugase en el club que fuese, pero también su abuelo, su abuela y,
ya al final, su madre. Además, sus amigos y una novia.
Se desarrolla en una ciudad cercana a la frontera polaca y
aproximadamente en los treinta años finales del siglo pasado. El carácter
fronterizo es interesante por la forma en que Fahrner alude al momento de la
invasión soviética de 1968 de una manera muy sugerente y sutil.
En algunos momentos la historia me ha recordado a otro autor
checo, Bohumil Hrabal y su libro Trenes rigurosamente vigilados, porque
hay una fuerte presencia de los trenes y se crea una atmósfera parecida.
Tratándose de esa época no podía faltar alguna referencia al
régimen comunista. Evidentemente lo hace de forma crítica, pero tampoco insiste
en ello. Son más bien pequeños detalles que incluyen también la favorable
posición de algunos dirigentes tras la “revolución de terciopelo” que supuso el
cambio de régimen.
Un libro muy entretenido, escrito con mucho sentido del
humor y que tiene la pinta de ser bastante autobiográfico sobre todo por el
amor entre el narrador y su padre que tiene momentos de gran ternura.
Martin Fahrner, Steiner o las cosas que hacíamos en Checoslovaquia. Traducción Enrique Ruiz Rubio.
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