Hace poco más de un año que leí el magnífico libro
Antisocial de Andrew Marantz sobre el mismo tema. Este de Lavin tiene el mismo
objeto de estudio, pero distinto método de investigación. Esta periodista,
también de origen judío como Marantz, se introdujo creando perfiles falsos en
diferentes medios que usan los miembros de la extrema derecha para comunicarse,
desde chats y webs a canales de Telegram. De esta forma fue conociendo cómo se
crea y se va fomentando el odio desde el supremacismo blanco hacia los judíos,
las mujeres, los musulmanes, los negros, etc.
A lo largo de los diez capítulos en los que ha dividido el
texto, Lavin va comentando y explicando cómo y dónde se introdujo y qué
informaciones obtuvo a lo que añade también algunos de los atentados más
conocidos de miembros de estos grupos. El conjunto resulta un verdadero relato
del horror.
Dentro del mundo del supremacismo hay también tendencias de
las que la más extrema es la del “aceleracionsimo” de la que dice la autora:
“Una facción mucho mayor ha adoptado una filosofía conocida
como “aceleracionismo”, la noción de que las cosas deben empeorar mucho, mucho,
lo más rápido posible y que esto al final acarreará la deseada guerra racial,
que ocasionará una purga de los untermenschen, los “subhumanos” -judíos,
gente de color-, y nos traerá una república blanca como la nieve, étnicamente
limpia” (p. 70)
Creo que en conjunto se obtiene una visión más completa del
libro de Marantz ya mencionado, pero hay en el de Lavin también algunos temas
que son especialmente interesantes como:
la explicación sobre el
antisemitismo en USA; las relaciones entre la extrema derecha y
Trump; la existencia de un grupo como
los “involuntariamente célibes” que practican, obviamente, una fuerte
misoginia; la existencia de una página para citas exclusivamente de los
supremacistas blancos o el auge del culto al panteón nórdico por ser, según
ellos, el único no contaminado por otras
“razas”.
Por otra parte, la autora es bastante crítica con las empresas tecnológicas porque no se preocupan de los contenidos. Así
“Un puñado de tecnológicas es responsable de haber
convertido a la supremacía blanca en un movimiento internacionalista blanco y
de la coordinación de los fascistas entre sí a nivel nacional y global. Estas
empresas -Google, Facebook, Twitter, Telegram- no han sido votadas por nadie,
son muy rentables y escapan a rendir cuentas a aquellas comunidades que sufren
el azote de las ideologías que permiten difundir.” (p. 185)
También hay que destacar lo que dice sobre las fuerzas
policiales:
“Cabe apuntar que en Estados Unidos las fuerzas policiales
están casi uniformemente alineadas con la derecha política y que esta, a su
vez, ha adoptado como parte de su ideario la “protección” y el “respeto” de las
fuerzas policiales.” (p. 230)
Sobre este aspecto da varias informaciones de hechos
concretos que ponen de manifiesto este alineamiento del que, por cierto,
también tenemos buenos ejemplos en nuestro país.
En fin, estamos ante un libro que da muchas informaciones
sobre un fenómeno muy preocupante porque, además, también se está extendiendo
por Europa aunque no sea siempre exactamente con los mismos contenidos (por
aquí no se utiliza normalmente la idea supremacista aunque está detrás de
muchos comportamientos y actitudes).
Quizá los únicos reproches que le haría a la autora son que
apenas mencione el rechazo de los negros o los musulmanes y vea sobre todo el
de los judíos o que a lo mejor tome demasiado en serio a algún personaje o
grupúsculo que más parecen unos frikis marginados y marginales que otra
cosa, claro que esto no es más que una impresión ya que ella es la que
realmente conoce el tema.
Otro interesantísimo libro de la editorial Capitán Swing
cuyo catálogo está lleno de ellos.
Talia Lavin, La cultura del odio. Un periplo por la dark
web de la supremacía blanca. Traducción Íñigo García Ureta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario