Advertencia previa: Estoy totalmente entregado a este
escritor. El mes pasado leí tres libros suyos y hoy comento el último que ha
publicado hasta ahora -2018 en Estados Unidos-, aunque no es el último que se
ha traducido; ese aún lo tengo pendiente.
Esta entrega a un autor no es la primera vez que me pasa,
pero sí es cierto que hacía ya bastante tiempo que no me sucedía. Son varios
los motivos, desde el tipo de historias que cuenta hasta su capacidad narrativa
pasando, claro está, por la magnífica creación de personajes.
En este caso Offutt divide la historia en cuatro partes que
se corresponden con cuatro momentos cronológicos: 1954, 1964, 1965 y 1971. A lo
largo de estos diecisiete años nos muestra los avatares por los que pasa una
familia que vive en una colina en la zona de los Apalaches.
En la primera parte, que tiene un tono lleno de
romanticismo, vemos cómo se conocen Tucker y Rhonda, la pareja protagonista. Él
que con diecisiete años acaba de llegar de combatir en Corea -ha mentido sobre
su edad para poder hacerlo-, asiste al intento de violación de ella por su tío.
Sale en su defensa y de ahí se convertirán en pareja.
En la segunda parte ya son una familia con cinco hijos de
los cuales solo una, Jo, es plenamente normal. Tucker trabaja para un
contrabandista de alcohol y tendrá un problema que le llevará a la cárcel por
unos meses que se convertirán luego en cinco años. Esto sucede en la tercera
parte. En la cuarta y última la novela adquiere más el tono de una novela negra
por lo que es mejor no decir nada.
Esto es de forma muy sintética lo básico de la historia,
pero la clave de esta novela está en el tratamiento que Offutt hace de ella y
en los magníficos personajes que crea.
Tucker, el protagonista principal, creo que queda
perfectamente definido en este diálogo con un mando del ejército:
“
-
¿Por qué has entrado en mi ejército, soldado?
–dijo el coronel.
-
Para huir
de casa, señor.
-
¿Y dónde
queda eso?
- A este
lado de la frontera del condado de Rowan, aquí mismo, en Kentucky.
-
Pues no has huido muy lejos.
-
No, señor. Pero aquí hay más cielo.
-
¿Por eso te has ofrecido voluntario para la
aerotransportada?
-
No, señor.
-
Entonces dime por qué, hijo.
-
Me gustan los pájaros”. (p. 30-31)
Además, como sucede en todos los libros que he leído del autor, hay una presencia, y en algunos momentos un auténtico protagonismo, de la naturaleza. También una gran sensibilidad en el trato que da a los personajes como, por ejemplo, en los emocionantes momentos en los que Tucker “conversa” con Big Billy, un hijo que padece hidrocefalia. Tampoco falta algún apunte sobre la corrupción policial y política y, claro está, la presencia de las serpientes como peligro o incluso como alimento.
Offutt con su literatura nos acerca a un mundo bastante
desconocido, al menos para mí, como es el mundo rural de los blancos cercanos a
la pobreza, los llamados rednecks. En
ese sentido se podría hablar de una literatura social.
Para conocer el tema compré hace tiempo el libro de Nancy
Isenberg, publicado por Capitán Swing, White Trash. Los ignorados 400 años de
historia de las clases sociales estadounidenses. Aunque asusta por sus casi
700 páginas, creo que está llegando el momento de leerlo. Al menos las
historias que cuenta Offutt animan a ello.
Una vez más tengo que dar las gracias a la editorial Sajalín por publicar autores como este. El hecho de llegar a la cuarta edición es una buena recompensa y, al mismo tiempo, un buen índice de su acierto. Insisto en que su colección al margen es realmente espléndida.
Hay una buena reseña de Juan G.B. en
unlibroaldia.blogspot.com
Chris Offutt, Noche
cerrada. Traducción Javier Lucini.
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