Han pasado apenas dos semanas desde que dejé en el blog el
comentario de Basura, el otro libro
de Aguilar publicado hasta ahora en nuestro país, y ya advertía en él que había
que leer pronto la otra novela. Tan pronto que ya la estoy comentando.
Esta vez se trata de una novela de lo que se ha dado en
llamar autoficción en la que la autora nos habla de la conversión de Patricia,
su hermana mayor, al islam, donde toma el nombre de Aisha, y de las
repercusiones que tuvo en su familia. Además, hace también algunas reflexiones
interesantes sobre el hecho de escribir sobre ese tema.
La novela tiene solo 163 páginas y está dividida en cuatro
partes. En la primera, vemos la llegada de Aisha a la casa de la familia en
México acompañada de su marido. Lo más interesante es que lo vemos narrado por
Syl (Sylvia), una niña que tiene 14 años menos que la hermana, pero que
describe muy bien los cambios que ese matrimonio impone en la casa. La segunda
parte se compone de la visión que tienen los padres, los hermanos, la mejor
amiga, la excasera o el hermano del marido sobre el cambio producido en la
hermana. En la tercera es donde Aguilar introduce sus reflexiones sobre la
escritura y también insiste en las reacciones de los padres. En la cuarta deja
constancia de los primeros contactos, al principio por carta y luego
telefónicos, con la hermana.
Cuánto es real y cuánto ficción no se sabe ni, quizá, importe. Lo verdaderamente
relevante es ver cómo afecta primero a una persona, su hermana, y luego a su
entorno, el hecho de convertirse a una religión que, además, es tan estricta en
sus normas. Un ejemplo en el siguiente fragmento:
“Mi hermana es un recuerdo. Un recuerdo que se cubre el
cabello y los brazos, un recuerdo que camina detrás de un hombre, que no habla
con extraños, un recuerdo regido por la devoción a un profeta”. (p. 154)
Sobre hacer literatura con estos temas me parece interesante
lo que dice en estos dos fragmentos:
“Comprendo tus
temores, pero eso que citas de que nadie ha escrito buena literatura con
historias familiares me deja pensando. No sé, tal vez no se trate de hacer
buena literatura, se trata de escribir, creo que hay cosas que valen la pena
contarse o escribirse porque ocurrieron”. (p. 103)
(Lo pone la autora en una carta de la excasera de la
hermana)
“Dejo esta carta a
medias, pero está bien. A veces es bueno dejar las cosas a medias. He
comprendido que las cartas, los libros que se quedan a medias, también dicen
algo. Y yo, aquí, ya he dicho algo”. (p. 159)
(Ambos textos en cursiva en el original)
Un libro que atrapa al lector desde la primera página y que
muestra unas realidades que no por ser más o menos conocidas, hemos visto
algunos ejemplos de mujeres que se fueron a Siria con el Daesh, son menos
interesantes. Además está la escritura y Aguilar es una magnífica escritora. Si
en Basura ya demostraba cómo era
capaz de narrar desde diferentes lenguajes, aquí lo hace desde distintas
psicologías y formas de entender el mundo.
Muy recomendable.
Sylvia Aguilar Zéleny, El
libro de Aisha
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