Claudel ha aparecido en numerosas ocasiones en el
blog ya que he leído prácticamente todo lo que se ha traducido de su obra y
solo ha habido un libro que me haya decepcionado.
En este caso se publican cinco relatos, tres de ellos inéditos, de los que el autor, en una nota final titulada Al lector, afirma:
“Todos relatan fragmentos de vidas en un mismo siglo y una misma geografía, y en cada uno de ellos descubrimos poco a poco resonancias que, en virtud del azar o de las coincidencias, lo relacionan con los demás somera o profundamente”. (p. 140)
Resumiendo mucho diría que los temas que tratan
serían: La historia de la huida de un
soldado alemán que era vigilante en un campo de concentración. Un señor de 90
años rememora sus inicios en el sexo. Una joven cuida de un anciano en una
residencia cinco años después de la reunificación alemana. La historia de un pintor que existió
realmente, pero que el autor reinventa sobre algunos elementos reales. Una niña
judía se salva de la muerte y sale de una fosa común siendo recogida por una
mujer.
Estos relatos tienen en común que se desarrollan en
Alemania y que en todos en algún momento aparece un personaje llamado Viktor
aunque no se trata de la misma persona.
En un fragmento de la crítica de Le Monde que la editorial reproduce en
la solapa, se dice: “Una intrigante galería narrativa en la que todos los
personajes tienen huellas, cicatrices o estigmas de una violencia apenas
consciente…”.
Efectivamente, otra cosa que tienen también en
común, de una u otra forma, es esa cierta intriga (no se sabe por dónde va a
seguir, y/o concluir, la historia que se nos cuenta) y la violencia que no
suele ser explícita, pero que sí suele estar detrás de lo que sucede en algún
momento en cada relato.
A todo esto hay que añadir la buena escritura de la
que siempre hace gala el autor. En este caso, además, utiliza diferentes
estilos según el relato.
Por todo ello, es recomendable la lectura si bien me
parece menos interesante que bastantes de sus anteriores libros.
Desde otro punto de vista, me ha gustado la metáfora sobre la muerte que emplea el señor de 90 años:
“A mi edad no te mueres de golpe. Eres como una casa
a la que le cierran los postigos, la vacían poco a poco de sus muebles, le cortan primero el gas, luego el agua y por fin la luz, para acabar cerrándole la
puerta definitivamente y tirando la llave”. (p. 33)
Philippe Claudel, Fantasía alemana. Traducción José Antonio Soriano Marco.
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