Un peculiar
personaje. Efectivamente, McDermott se licenció en ciencias Política y Estudios
Afroamericanos en la Universidad de Kansas. Luego cursó estudios de Derecho en
la de Virginia que le permitieron trabajar en la Asistencia Jurídica Gratuita
(es decir, abogado de oficio) en Brooklyn. También se inició como monologuista.
Pero lo más relevante, lo que de alguna forma da origen a este libro, es el
hecho de que padece un trastorno bipolar.
El libro lo
inicia, precisamente, con un brote psicótico fruto de ese trastorno y tengo que
reconocer que me costó entrar en la lectura porque tanto este primer capítulo
como el siguiente me parecían muy desmadrados. Sin embargo, a partir de ahí
entré en la historia y en el personaje y empecé a disfrutar de un libro
diferente, de una memorias en las que se hace una crítica feroz de muchos
aspectos del sistema judicial estadounidense así como de la atención
psiquiátrica que se da en ese país (son nada menos que cuatro las instituciones
psiquiátrica en las que McDermott estuvo ingresado en el periodo que trata en
el libro). Pero unas memorias en las que también se manifiesta el amor del
autor, el Gorila, por su madre, el
Pájaro. Una madre de la que explica cosas como la siguiente:
“Las cosas no
habían sido nunca fáciles para ella:
primero un borracho por padre, luego un cocainómano por marido, luego un tirano
por segundo marido. Pobre todo el tiempo, sin comprar nada para sí misma,
invirtiendo cada dólar y cada gramo de energía en sus hijos. Macarrones con
queso, margarina prestada, tres dólares de depósito de gasolina. Haciendo todo
sola y con un dolor de cabeza y una ansiedad constantes por pensar cómo se las
iba a arreglar”. (p. 161-162)
Alguien que siempre
estaba dispuesta ayudar a su hijo Zack y quien este recurría cuando se veía en
graves problemas. Una mujer que a pesar de tener una vida como la que refleja
el fragmento, fue a la universidad aunque con diez años de retraso, obtuvo el
título de maestra y se dedicó voluntariamente a dar clase en centros con un
alumnado difícil. La visión que da del padre es muy diferente y nada positiva.
También toca
McDermott otros aspectos de la realidad de su país y así, por ejemplo,
reproduce algunas opiniones ultras del diario de Wichita con una intención
claramente crítica, como también lo hace con algunos comportamientos racistas.
Ya que menciono
Wichita hay que decir que es el lugar originario del autor y donde se
desarrolla uno de los momentos más hilarantes de una novela que tiene varios.
Se trata de la cena de Nochebuena en casa del abuelo paterno. Creo que se
podría hacer un corto solo con ese capítulo.
Puede resultar
chocante, pero es cierto que en unas memorias con un tema en principio tan
serio como es la enfermedad mental, el autor es capaz de utilizar el humor
aunque a continuación se vuelva a poner muy serio.
Ha habido algún
momento en el que me he sentido algo perdido por la fecha y los momentos, como
también creo que me he perdido cosas en algunas de las muchas referencias que
hace a música y lugares, pero no importa porque el núcleo de lo que cuenta y de
lo que critica sí que queda bastante claro.
Además, tiene
el autor un estilo muy directo y una gran facilidad para construir los
diálogos.
Se trata de un
libro muy recomendable pues además de los elementos sociológicos mencionados también
se conoce lo que puede significar esa enfermedad en la vida de una persona.
Hay una buena
reseña de Koldo CF en unlibroaldia.blogspot.com.
Una nota al
margen. La traducción, por cierto muy buena, está hecha por alguien con origen
al otro lado del Atlántico como muestran el uso de términos como mesero, dona o
enterizo. Pues no, la propia Caula me aclara: es de Vallecas, que no es un mal sitio ni mucho menos.
Zack McDermott, El Gorila y el Pájaro. Memorias de la
locura y del amor de una madre. Traducción Sandra Caula.
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