Me resulta
curioso mi interés en lecturas que, como la que ahora comento, se refieren a
personajes de los que apenas conozco nada. Nina Simone fue una gran figura de
la música cuando yo era joven y, sin embargo, son muy pocas las veces que
escuché canciones suyas más allá de alguna que se hizo mundialmente famosa.
Luego, cuando más adelante me aficioné al jazz, tampoco le he prestado mucha
atención quizá porque, como ella misma afirma en el libro, no era cantante de
jazz aunque así la catalogasen algunos.
Sea como sea,
el caso es que al ver estas memorias me llamaron la atención y me alegro de que
así fuera.
De los fragmentos de críticas que la editorial reproduce en la solapa del libro quisiera destacar alguna idea:
“Una mujer que vivió con plenitud, amó profundamente y dejó que se supiera que la palabra resignación no formaba parte de su léxico”. Jazz Times
“Al igual que su música, suena igualmente convincente, honesta y poderosa. Un documento de época imprescindible para comprender algunos de los momentos más duros de la historia reciente de Estados Unidos”. Blog del Centro de Estudios del Instituto Lincoln Center
Yo dividiría el libro en tres partes. En la primera, la más extensa, Simone cuenta cómo fue su infancia y cómo logró aprender a tocar el piano gracias a diferentes ayudas desinteresadas. Su familia tenía bastantes problemas económicos: eran los años 30, el padre enfermo y la madre, aunque era pastora metodista, se ganaba la vida como empleada doméstica. Pronto empezó a actuar tocando el piano en bares con actuaciones que muchas veces eran de siete horas. También se casó muy pronto, 1958, aunque le duró poco. No tardó mucho en volver a hacerlo con quien se convertiría en su manager quien, según ella, fue el que logró que llegase a ser lo famosa que fue gracias entre otras cosas a una giras de las que afirma:
“Cantar me perturbaba de una manera que jamás había experimentado con la música
clásica; las melodías se me quedaban en la cabeza durante horas –a veces eran
días- y no podía dormir, ni siquiera calmarme un poco. Cuando volvía de la
gira, a veces llegaba a pasar una semana entera antes de que la música me
dejara por completo y yo volviera a sentirme un poco normal”. (p. 134)
A finales de
los sesenta, y entraríamos así en la segunda parte, Simone comienza a tomar
conciencia de los problemas raciales que hay en su país y se relaciona con las
principales figuras del movimiento. Además, adopta por lo general las posturas
más radicales y, por lo tanto, está bastante alejada de las ideas de Luther
King. Esta es una parte muy interesante del libro porque se pueden ver los
conflictos internos de un movimiento que en esos años llegó a tener una gran
fuerza, aunque luego se fuese diluyendo.
En la tercera
parte vemos a una Simone que me parece un tanto diferente. Primero en Barbados
se hace amante del primer Ministro y luego, en Liberia, del Presidente C.C. Davis
con quien tuvo una historia increíble. Hacía tiempo que había roto con su
marido e incluso con su padre al que amaba intensamente, pero al que no le
perdonó que fuera mentiroso. Los años en Liberia fueron de los más felices de
su vida gracias al descubrimiento de África.
Posteriormente
viviría en Suiza y París donde concluye lo relatado en el libro que se publicó
en 1992. Simone murió en 2003.
Es un libro
realmente interesante porque se ve muy bien la evolución de una artista desde
sus orígenes hasta el máximo de la fama y, al mismo tiempo, los problemas que
ello conlleva. Claro que para eso hace falta que quien lo escribe lo haga con
sinceridad y de forma creíble para el lector. Tiene además la ventaja de que
contó con la colaboración de un cineasta que hace que el
libro esté escrito de forma muy ágil y se lea con gran facilidad.
Eunice K.
Waymon, Víctima de mi hechizo. Memorias
de Nina Simone. Con la colaboración de Stephen Cleary. Traducción Eduardo
Hojman.
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