El libro forma parte de la colección Crónicas de la editorial Anagrama, una
colección de la que he leído prácticamente todos los publicados últimamente
porque están escritos por un conjunto de magníficos periodistas
latinoamericanos como Leila Guerriero o Carlos Manuel Álvarez por citar solo a
alguno. Cremisi vive entre París y Milán y ha sido directora editorial de
Gallimard o Flammarion, es decir, que su dedicación principal no es el
periodismo. De hecho, aunque el libro lleve en su título la palabra crónicas y
esté dentro de esta colección, para mí se trata de un conjunto de columnas de
opinión de las que se recogen en el libro nada menos que 100 con una extensión
prácticamente igual para todas ellas de dos páginas.
Si lo comparo con los otros de la colección que he
leído, sale bastante malparado porque carece del interés y la fuerza que tienen
todos.
En estas 100 columnas trata, como nos podemos
imaginar, una gran variedad de temas con un muy diferente interés. Así, desde
el “travel retail”, ese recorrido obligatorio por el que nos obligan a
transitar en los aeropuertos para ver si picamos y compramos (recorrido que,
por cierto, tanto cabreo me produce cada vez que tengo que hacer), hasta un
partido de fútbol entre Inglaterra e Italia para hablar del mal perder del
primero, o escribir sobre un atentado en Kabul contra una escuela de niñas, o
de la existencia de una abejas entrenadas para distinguir entre un Monet y un
Picasso, o de las contradicciones del Parlamente europeo que aprueba que haya
hamburguesas sin carne pero no yogures sin leche.
Variedad en la que apenas aparecen temas políticos,
algo que es de agradecer.
Cremisi escribe bien, aunque a veces no termino de
entender cuál es la posición que defiende, y tiene una amplia experiencia en
algunos de los temas que trata, pero lo que me sucede con sus textos es que
hace ya muchos años que no me interesan especialmente este tipo de columnas en
las que apenas se puede profundizar en nada y se limitan a un par de pinceladas
sobre lo tratado y, claro, si lo comparo con los otros textos de la colección
queda en mal lugar.
Seguramente pueda ser interesante para los
aficionados a este género. Desde luego no es mi caso. Tan es así que siendo
Leila Guerrirero una de mis periodistas favoritas, de la que he leído todo lo
publicado en España, no he podido leer
el libro en el que se recogen sus columnas publicadas en El País.
Teresa Cremisi, Crónicas
del desorden. Traducción Encarna Castejón.
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