Dar cuenta de
un libro como este de uno de mis autores favoritos, que es, además, uno de los
escritores españoles más importantes de los últimos tiempos y un libro que tiene
nada menos que 961 páginas, me parece una tarea fuera de mis capacidades.
Quien quiera
leer una magnífica y completísima reseña lo puede hacer con la publicada por el
profesor Fernando Valls en infolibre.es.
Yo me limitaré a destacar alguna de las cosas que más me han llamado la
atención, y lo haré, fuera de mi costumbre habitual, en forma de frases
sueltas.
Chirbes era
muy radical en sus posiciones políticas tanto en contra del socialismo, siendo
como era un hombre de izquierdas, (Zapatero era una especie de bestia negra)
como del nacionalismo. Lo mismo le pasaba con el turismo.
Hay mucho arte
en el libro, sobre todo renacentista del que se nota que sabía bastante.
Hay también, y
sobre todo, mucha, muchísima literatura. Era un lector casi me atrevería a
decir que compulsivo. (De hecho en los últimos dos años insiste en que lee para
así ocupar el tiempo y no tener que escribir). Leía clásicos y contemporáneos
indistintamente y hacía unos comentarios muy interesantes y sugerentes. Desde
luego era un lector muy ecléctico.
Reproduce gran
cantidad de fragmentos de libros, bastantes en francés en la época que leía
mucho en ese idioma, lo que rompe algunas veces el hilo de lo que estaba
contando.
Me ha
encantado ver cómo le gustaban autores que son también de los que más me gustan
a mí. Así: Stefan Zweig (al que dedica grandes elogios), Shalámov, Fante,
Zambra, Némirovsky, Grossman o Joseph Roth, por citar solo algunos. Hablando de
escritores, otra cosa que sí queda clara en los diarios son sus filias y sus
fobias.
Me ha
impactado ver la ansiedad que le producía la escritura de Crematorio; el rechazo que le provocaba lo que escribía; la enorme
inseguridad; las dudas permanentes. Al final, se publica y todo son parabienes
y críticas magníficas. Lo más curioso es que, sin embargo, apenas hay
referencias a la escritura de En la
orilla que ocupa buena parte de los últimos tiempos de su vida.
También llama
la atención la soledad en la que vivía en Beniarbeig. Soledad me parece que
autoimpuesta.
Desde luego
era una persona muy intensa, al menos esta es la impresión que saco tras la
lectura de los tres volúmenes de sus diarios, y también bastante hipocondríaca,
más allá de las enfermedades reales que tenía.
Como decía al
principio, tengo a Chirbes como de uno de mis escritores favoritos; su obra de
ficción me parece espléndida. Eso me animó a leer estos diarios, un género que
prácticamente no toco, lo que ha supuesto una experiencia muy enriquecedora en
muchos sentidos, por un lado, porque descubres a la persona que hay detrás del
autor y, por otra parte, porque hace reflexiones muy interesantes sobre muchos
temas y obliga al lector a repensar algunas cosas.
Para terminar
reproduzco a continuación algunos fragmentos en los que dice cosas con las que
estoy algo más que de acuerdo:
“Tener la conciencia suficiente como para no quedar del todo en sus manos, valor para saber cuándo hay que decir basta para que no salte por los aires eso que no sabemos dónde está, pero reconocemos, y se llama dignidad.” (p. 264) (Sobre la eutanasia)
“La lectura como forma de alienación, o sencillamente como vagancia. Leer porque es lo más cómodo, porque no te exige a ti, sino que es trabajo que han hecho los demás.” (p. 265)
“Todo lo que leo, lo que veo, se me vuelve añoranza, melancolía. Miro los miles de libros que me rodean, la mayor parte de ellos leídos y subrayados, y lo que me llega es vacío e inutilidad. Pero no es así: esos libros han dejado huellas en mí, como yo he dejado las huellas de mis manos, de mis lápices, en ellos, aunque de todo eso tenga la sensación de que no quede gran cosa. (…)” (p.354-355)
“Haciendo zapping en televisión y oyendo
los despropósitos que lanzan las emisoras fachas, me convenzo de que la derecha
española pierde día a día el pudor que había guardado desde la muerte de
Franco” (p. 742) (Dicho en 2010)
Por cierto no he dicho que el libro
recoge los diarios escritos entre 2007 y 2015.
Muy recomendable e imprescindible para sus
seguidores.
Rafael
Chirbes, Diarios. A ratos perdidos 5 y 6.
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