Que Sands es
un magnífico investigador se comprueba leyendo cualquiera de su dos libros
anteriores, tanto en Ruta de escape
como en Calle Este-Oeste lo ha puesto
sobradamente de manifiesto, pero es que, además, es un magnífico narrador y es
capaz de contar esas investigaciones de una forma ágil haciendo que el lector
se enfrasque en la lectura sin pensar en otras cosas.
Desgraciadamente
no es lo que sucede con este tercer libro que leo del autor. El tema me parece
muy interesante: en 1973 los habitantes de la isla de Pero Banhos, un isla
situada en el Océano Índico, fueron reubicados en la isla Mauricio por
necesidades estratégicas de los Estados Unidos que iban a montar una base en la
isla de Diego García. A partir de ahí, tras una serie de cambios de dependencia
político-administrativa que no vienen ahora a cuento, estos desplazados
iniciaron un litigio que en 2108 llegó al
Tribual de La Haya, momento en el que intervino Sands como abogado de
los demandantes que utilizó a uno de ellos, la señora Lisaby Elysé, como
testigo.
El libro lo
dedica el autor a explicar un montón de cosas sobre derecho internacional en
general, y sobre este caso particular. Para ello divide el texto en cinco
capítulos cada uno encabezado con una fecha: 1945, 1966, 1984, 2003 y 2019.
Vemos así explicar desde la Carta del Atlántico y la creación de la O.N.U, al
proceso de descolonización de los territorios británicos en el Índico, hasta
concluir con el proceso del litigio antes mencionado.
En principio,
todo muy interesante. Sin embargo, esta vez el autor creo que ha perdido su
agilidad narrativa habitual y ha escrito un texto demasiado técnico y demasiado
prolijo. Hay muchísimo derecho internacional no siempre fácil de entender e
incluso de seguir a veces por la confusión, al menos a mí me ha pasado, con las
fechas.
Es un libro de
casi 300 páginas, con muchas informaciones interesantes y con una fuerte carga
crítica a la colonización y la descolonización hecha por los británicos, pero
quizá le falta cierta capacidad de síntesis y una mayor presencia de los
litigantes.
Para terminar
quiero destacar una idea del autor que me parece muy apropiada para la situación
que se da en nuestro país:
“La sentencia vino a confirmar la importancia que puede llegar a tener la composición de la Corte Internacional, como, de hecho, la de cualquier órgano judicial”. (p. 14)
Philippe
Sands, La última colonia. Traducción
J. Ramos Mena.
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