Son muchas las
entradas en el blog dedicadas a los libros de Black (por cierto, me acabo de
enterar de que este pseudónimo solo lo utiliza Banville en España). Todos
suelen ser muy entretenidos y, lo que es también importante, estar muy bien
escritos. Este no es una excepción.
La trama, como
sucede en prácticamente todos, es relativamente simple. Una mujer aparece
muerta y dictaminan que se trata de un suicidio hasta que la analiza el doctor
Quirke que aprecia que puede tratarse de un asesinato. A partir de ahí se pone
en marcha la policía a la búsqueda de posibles culpables.
Como decía,
las tramas no son lo más relevante en las novelas policiacas de Black, pero es
que en este caso lo es aún menos porque, aunque esto también es marca de la
casa, aquí priman los personajes ya que como dice Laura Fernández en El Cultural, y reproduce la editorial en
la solapa:
“Black, como
Banville, como los maestros, crea personajes que no son solo personajes, que
están vivos, en un mundo paralelo al nuestro, el mundo de la Literatura, con
mayúsculas”.
En esta novela
adquieren papel protagonista no solo el de siempre, Quirke, en esta con menos
apariciones, sino su hija Phoebe, los
dos policías o una de las hermanas. Además, da mucha importancia a las
relaciones personales.
No pueden
faltar algunas alusiones a temas relevantes. Así, habla de la minoría
protestante irlandesa o de la presencia de los judíos en Irlanda, perro, eso sí,
falta esta vez la habitual referencia a la juventud del protagonista y los
abusos de la iglesia católica.
Me ha hecho
gracia la expresión: “tiene parientes en tierra firme”, dicha por un inglés
para referirse a que tiene parientes en Inglaterra. Buena síntesis de una forma
de pensar.
En fin, una
novela muy entretenida que se lee casi de un tirón a pesar de sus 326 páginas
en formato grande.
Benjamin
Balck, Las hermanas Jacobs. Traducción Antonia Martín.
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