He leído casi
todo lo publicado por Zambra. Es un escritor que me gusta porque es original y
utiliza muy bien el lenguaje. Solo ha habido un libro que me decepcionó y que
no he comentado en el blog. Este no pensaba comentarlo porque me da la
impresión de que se publica aprovechando el tirón que tiene el autor y no por
el verdadero interés de los textos.
El libro se
divide en tres partes. En la primera se recogen tres conferencias que dio
Zambra en 2013, 2014 y 2016 respectivamente. En la segunda unos relatos que,
curiosamente, cita en las conferencias anunciando que no los publicaría. En la
tercera unas reflexiones sobre la traducción, y en el fondo sobre el lenguaje,
además de algunas noticias de su estancia en México y de la presencia allí de
los terremotos.
Quizá el único
interés de esta publicación sea ver la capacidad del autor para escribir sobre
temas tan variados haciéndolo, eso sí, con su buena escritura habitual.
Me ha llamado la atención esta especie de declaración de amor a Argentina:
“Ser argentino tiene muchas ventajas. Para qué hablar de música o de fútbol (ahora sí que me gusta). Ser argentino te permite algo muy valioso: no ser chileno. ¿Qué más se puede pedir? Acá hay educación gratuita. Y no importan los apellidos, somos todos inmigrantes. Y a nadie le parece escandaloso que cambies de opinión a cada rato. Y nadie cree en Dios, por lo tanto nadie cree en el Diablo. Y a mí no me gustan los hombres (creo), pero me reconforta saber que si me empiezan a gustar hasta me podría casar con algún chabón”. (p. 66-67)
Y, siguiendo con ese país, esta reproducción de una frase de Borges:
“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído” (p. 31
En fin, un libro que se puede leer, que los
muy fans a Zambra seguro que disfrutarán, pero también un libro que tampoco
hubiera pasado nada si no se hubiese publicado.
Alejandro
Zambra, Tema libre.
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