viernes, 13 de diciembre de 2024

Curioso ensayo

 


Solo conozco al autor de este combativo y necesario librito por sus intervenciones en la tertulia de los dibujantes gráficos que hay en el programa de la SER A vivir que son dos días que dirige Javier del Pino. Sé que tiene multitud de publicaciones y trabajos, pero están fuera de la órbita en la que me muevo en las lecturas. Eso sí, siempre presto atención a sus intervenciones porque suelen ser sintéticas pero cargadas de buen contenido y también en la misma línea combativa del texto que ahora comento.

Entrialgo define el malismo “como el mecanismo propagandístico que consiste en la ostentación pública de acciones o deseos reprobables con la finalidad de conseguir un beneficio social, electoral o comercial”. (p. 16)

Para estudiarlo de forma sistemática ha dividido el libro en 17 capítulos cuyo título expresa perfectamente su contenido. Algunos ejemplos: 

La Agenda 2030. Un montón de buenos propósitos que suscita odio.

Comunicación comercial malista. cómo vender servicios y productos sin dejar de insultar a tu posible clientela.

Del “que te vote Txapote” al “me gusta la fruta”. Comunicación política malista 

Las redes del malismo telemático. Troles, bots, influencers andorranos y agencias de reputación.

Cristianismo malista. La decadencia de las religiones del amor y el auge de las carismáticas.

Como se puede apreciar toca los temas clave y no se arredra para arremeter contra quien sea por alto que sea su cargo y su influencia social y mediática.

El libro, además, está muy bien escrito, muy trabajado y con ejemplos que explican perfectamente las ideas que expresa el autor. Desde luego a mí me ha descubierto bastantes cosas que o no sabía o no había caído en la cuenta. Especialmente me ha llamado la atención el último capítulo, especie de traca final, que dedica a la religión. Como ateo y anticlerical militante he encontrado más motivos aún para permanecer en ello.

El libro se cierra con un fragmento que me gustaría comentar brevemente:

“Este opúsculo que aquí finaliza no plantea soluciones claras ni proporciona moraleja concreta. Como casi siempre hacemos los humoristas, solo recoge indicios, conecta evidencias y señala un síntoma. Uno preocupante, eso sí. Pero reconoce su incapacidad para diagnosticar la posible afección social que lo produce y proponer un tratamiento que pudiera combatir a la que parece que se nos viene encima.” (p. 142)

Esta ausencia de soluciones, lógica por otra parte dado el objetivo del libro, es algo que vengo observando y comentando en la inmensa mayoría de los libros que leo sobre temas sociales y políticos. Sus autores son capaces de ver cuáles son los problemas, pero les cuesta mucho encontrar posibles formas de combatirlos. Solo en algún caso he visto algún intento de aportar alguna idea en este sentido, pero es algo muy minoritario.

En fin, un libro pequeño en tamaño, solo tiene 142 páginas, pero grande en contenido. Una lectura muy recomendable aunque también resulte algo desmoralizante.

Hay una buena reseña de Alejandro López Menacho en lareplica.es que titula 210 razones para leer Malismo”.

 

Mauro Entrialgo, Malismo. La ostentación del mal como propaganda.

 

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