jueves, 8 de mayo de 2025

Novelón

 

Cuando hace ya más de doce años leí Sobre una tierra ardiente, un libro de relatos de este autor, acudí rápidamente a comprar este que ahora comento dado lo mucho que me había gustado. Lo dejé en el estante de pendientes y, por su elevado volumen, tiene 885 páginas, he tardado mucho tiempo, demasiado, en ponerme a leerlo. (Suelo leer solo un “tocho” al año).

Der Níster (“El Oscuro”) es el pseudónimo de un escritor ucraniano que murió en 1950 en el gulag por las malas condiciones de vida antes de que le fusilaran que era la orden que había. En 1939 se publicó este primer volumen en la Unión Soviética; el segundo solo lo haría en Estados Unidos en 1948.

Estamos ante un gran libro que cuenta la historia de esa familia a finales del siglo XIX. Una familia judía de tres hermanos que habita una pequeña población de Ucrania. Pero también es el reflejo de la vida en esa ciudad y de sus gentes. La familia la componen tres hermanos muy diferentes en todo: uno dedicado a los negocios, casado y con hijas; otro centrado en la religión y el tercero con problemas de discapacidad mental. También tiene gran protagonismo un peculiar personaje que se acerca a la familia y que tendrá gran influencia en muchas de las cosas que les pasan.

La novela tiene en muchos momentos casi carácter de estudio etnográfico como cuando relata bodas y entierros o describe la feria dedicada al nacimiento de la Virgen Inmaculada. No obstante, lo más destacable es la gran creación de personajes que hace. Además de los ya mencionados de la familia hay una serie de ellos que va apareciendo en los distintos sucesos que acontecen que son realmente magníficos y están muy bien construidos.

También creo que merece destacarse el narrador colectivo porque es algo poco habitual. Un narrador que tiene intervenciones como la siguiente:

“Esa conversación se había producido, y ahora no entraremos en sus detalles porque nos llevaría demasiado tiempo, pero volveremos a ella más adelante.” (p. 197)

Der Níster plantea en el Prefacio su intención:

“Me he aferrado, al componer este libro, al método del realismo artístico, aquel que se identifica con el famoso mandamiento de Goethe: “Pinta, pintor, y calla”, con la plena confianza de que lo requerido y lo deseable para el fin perseguido se pondrá de manifiesto por sí mismo, solo por el hecho de haber sido pintado con fidelidad, es decir, desde la lógica interior de los destinos de aquellas personas.” (p. 23)

Efectivamente, así es a lo largo de toda la novela en la que, además,  demuestra una gran capacidad y agilidad narrativa. Solo en algún momento puntual se me ha hecho algo dura la lectura teniendo en cuenta la extensión.

Hay menos texto dedicado a reflexiones sobre el judaísmo de lo que me temía. De hecho hay muy pocas como tal aunque, evidentemente, toda la vida de la ciudad gira en torno a las festividades religiosas. El autor creo que no era una persona especialmente religiosa; esto dice uno de los personajes principales:

“Porque quiero hablar con franqueza: ¿quién está en condiciones de soportar una devoción tan ardiente, comparable a la lepra, que produce picazón y al mismo tiempo placer al rascarse, aunque en realidad se trate de un parásito, y sobre el cual a cualquiera que te importe deberías aconsejar que antes que nada se desinfecte y procure liberarse, tanto del picor como del ilusorio placer” (p. 665-666)

En fin, un libro muy recomendable para el que, eso sí, hay que disponer de tiempo por su extensión y estar editado además en formato grande. Hablando de edición quiero destacar la magnífica traducción y el hecho de que solo he encontrado dos erratas, sin importancia ninguna de las dos.

 

Der Níster, La familia Máshber. Traducción del yiddish de Rhoda Henelde y Jacob Abecasis

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