Dice del autor su amiga Luz
Elez-Villarroel en el Epílogo:
“Es fácil convivir con José
Luis, divertido, irónico, capaz de reírse de sí mismo con total naturalidad (…)
inteligente, culto, elegante, gamberro, buen poeta, sin que le guste mucho que
se le diga, maestro del relato, inconfundible en sus elucubraciones con base
histórica.” (p. 207 y 208)
Seguramente todo es cierto
aunque en este libro lo que se aprecie fundamentalmente es lo de gamberro y lo
de reírse, eso sí, en este caso de los demás.
Puedo estar de acuerdo en
casi todo lo que critica Moreno. Creo incluso que se queda algo corto en sus
referencias a los políticos de los que, por cierto, no da demasiados nombres (a mí se me ocurren muchos más).
Aunque no sea el objeto del libro tampoco hubiera estado de más algunos datos
sobre subvenciones y enchufes.
Tuve en el fondo la inmensa
suerte de irme de Madrid en 1984, bueno el Ministerio de Educación me “desterró” a Mallorca y desde
entonces aquí vivo. Aclaro esto porque no conozco la mayor parte de los
artistas ni de los grupos musicales que cita Moreno ni, por lo que deduzco de
sus palabras, falta que me hace tanto por los que critica como por los que
ensalza. No me interesan esas músicas.
El texto de Moreno (parece
ser que el –Ruiz se lo puso para que no le confundieran con el otro José Luis
Moreno) es iconoclasta hasta la exageración y la exasperación; es faltón a lo
Salvador Sostres en muchos casos; derrocha mala baba aunque, insisto, cortándose
a veces en dar según qué nombres; es elitista y cultureta; manifiesta muchas
fobias y pocas filias; y es, muy a
propósito desde luego, políticamente incorrecto en su machismo y homofobia como
se puede apreciar en estos dos ejemplos (hay muchos más):
“Ellos más contentos que una
marica con lombrices, o que en un huerto de nabos…” (p.95)
“Luego, una chorbilla, una
de las actrices, una chavala bajita y paticorta pero que podría tener una faena
de aliño en una caso de apuro (…) Con esa cara de clítoris de lija que tienen
la Binoche, la Maura…” (p. 149)
“(…) a la que nadie (se refiere a la antropóloga Margaret Mead),
pobrecilla, metió un mordisco en donde más le hubiera placido.” (p. 151)
Tiene así el libro mucho de
exabrupto y hasta de vómito, pero, como decía antes, con críticas que son
realmente acertadas y que no siempre gustan a la izquierda como:
“En efecto, los vetos y las
censuras fueron tan consubstanciales a
ese tiempo identificado como posmoderno, cual lo serían posteriormente con el
aznarismo pepero y (…) como lo son en
el actual imperio zapaterista…” (p.
56-57)
¿Merece la pena leerlo?, ¿es
un libro recomendable? Creo que sí; yo lo he pasado bien en muchos momentos y
me ha parecido que se hacen comentarios acertados, pero estoy seguro de que con
un editor que corrigiese alguna de las cosas que he criticado, y también algunos
aspectos del estilo del autor -esas oraciones principales que continúan cinco
líneas más abajo y que obligan a leer el párrafo más de una vez, con un editor
así, el libro ganaría bastante. También lo haría si se suprimiese el Prólogo en
el que Javier Corcobado nos cuenta su vida con el autobombo correspondiente.
No quiero terminar sin
mencionar que, parafraseando a Chaves Nogales, “ José Luis Moreno que estaba
allí” y además en la radio pública incluso con programa propio.
Hay una reseña muy favorable
de David Torres en blogs.publico.es y otra muy completa y en la misma línea de
Alberto Gayo en blogs.interviu.es.
José Luis Moreno-Ruiz, La movida modernosa. Crónica de una imbecilidad
política