Creía que no había leído esta famosa novela de los
años sesenta por eso al verla el otro día la compré y leí. Luego me ha dado
cuenta de que tenía la primera edición en España subrayada y anotada. Claro, es
de 1973 y eso me deja más tranquilo.
Reproduzco a continuación dos fragmentos de los
prólogos de ambas ediciones:
“Aunque Arguedas le expuso a Murra que “el tema de
la novela es la lucha entre los apristas y los comunistas”, el gran conflicto
ideológico que aprecio en El Sexto no
es otro que la discrepancia de Arguedas contra los prejuicios marxistas hacia
todo lo que consideraban superestructura, alienaciones y trampantojos
fetichistas como el folklore, la cultura popular y las tradiciones andinas.
(…)
Por otro lado, Arguedas también reivindicó en El Sexto la importancia de la ternura,
los sentimientos y las emociones, precisamente porque Arguedas no se avergonzaba
de ser él mismo un “indio emotivo” con “más hondura de sentimientos”, a
diferencia de aquellos comunistas que presumían de tener un corazón “todo de
acero”” (p. 10)
Fernando Iwasaki en el Prólogo a esta edición de
2016.
“También en El Sexto el eje del relato es un
solitario aturdido por la violencia de un mundo en el que o puede integrarse.
(…)
Lo que da significación histórica a su caso es que
los antagonismos que lo atormentan (costa-sierra, apra-comunismo, cultura
quechua-cultura castellana) son también, en ese momento, los del Perú, víctima
de los mismos conflictos que padece el joven Gabriel.” (p 8)
Mario Vargas Llosa en el Prólogo a la edición de 1973.
Seguramente si hubiera leído el texto de Vargas
Llosa antes de la novela hubiera podido sacar más partido de la lectura, porque
mi problema con esta obra ha sido no terminar de llegar a entender del todo lo
que sucede ni el porqué suceden algunas cosas. No quiero decir con ello que se
trate de una novela difícil, pero sí que estando construida a base de diálogos,
hay momentos en los que no resulta fácil seguirlos porque, y esta es otra parte
del problema, tampoco resulta fácil identificar a los protagonistas.
No obstante, me ha parecido una obra tremendamente
interesante en la que se plantean temas muy variados y respuestas personales
muy diferentes. Todo, desde luego, desde una gran dureza por las condiciones de
vida en una cárcel de aquel país y en aquella época que hacen que su lectura
resulte a ratos bastante agobiante. (Arguedas estuvo en ella a finales de los
años treinta y hasta 1957 no pudo empezar a escribir el libro.)
Un ejemplo de entre los muchos que se podrían poner
sobre este aspecto:
“Tragaban la ración en plena carrera. Se metían los
frijoles a la boca con cartón o papel y todo; o se mordían sus propias manos. No
tenían casi tiempo de masticar. Los fuertes los seguían; les abrían las manos
para capturar los restos; los lamían; y lamían entre los dos el piso, si en la
huida el vago perseguido dejaba caer parte o toda la ración al suelo.” (p. 111)
Sea cual sea la opinión que tuviera Arguedas sobre
el comunismo, lo cierto es que en la novela deja fragmentos tan significativos
como este:
“- Gabriel, dirige esa indignación contra los
legítimos padres de Puñalada, (este
personaje es uno de los peores habitantes del penal) con los feudatarios y
los capitalistas sin alma. Puñalada es hijo de la miseria, de los barrios de
Lima que apestan como El Sexto. (…) El Perú está, pues, en manos de unos
millonarios, que amontonan su plata hundiendo en la miseria, en la perversidad,
en un excusado, a más de la mitad de los peruanos.” (p. 166)
Me parece que tendré que volver a leerla más
adelante y así sacar un mayor partido. En todo caso es un libro recomendable
pues como se ha dicho: puede que sea “la mejor novela sobre la cárcel en lengua
española” (Gonzalo Torrente Malvido en la faja puesta por la editorial).
José María Arguedas, El Sexto
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