No hace ni un mes que hacía la entrada
en el blog comentando el segundo libro publicado por esta nueva editorial.
Ahora lo hago con el primero.
Al igual que el anterior, se trata de un
autor del que hasta ahora no se había traducido nada en nuestro país y, por lo
leído, parece que es una pena. La novela la escribió Meckert en 1937, cuando
tenía apenas veintiséis años, aunque no se publicó en Francia hasta 1941. Está
escrita como si se tratase de una confesión, o incluso de una
autojustificación, en la que Félix, el protagonista, relata en primera persona
el proceso de conocimiento, enamoramiento y matrimonio con Paulette, su mujer y coprotagonista de la
historia, así como, y esta es la parte más interesante y mejor expresada de la
obra, los posteriores conflictos con malos tratos incluidos.
En la primera parte asistimos a las relaciones
con diferentes miembros de la familia de ella que no aportan demasiado a la
historia más allá de ir conociendo a los dos protagonistas. En este sentido es
interesante la visión que tiene Félix de la que será su mujer: “Paulette era
una verdadera joya. Cocinera, costurera, nada perezosa, profundamente enamorada
y nada tonta, tanto mejor.” (p. 99).
También conocemos el trabajo de Félix y,
de alguna manera, ciertas condiciones de la clase obrera de esos momentos (por
ejemplo, los problemas con la vivienda). En este sentido, es interesante la
asistencia de ambos a una manifestación y posterior fiesta de los comunistas
que llevan al narrador a decir:
“Era la primera vez que Paulette asistía
a una manifestación. Se quedó fascinada. No había risas sardónicas, ni
mandíbulas crispadas ni ojos de rabia, esos fantasmas que imaginan los
burgueses.” (p. 132)
“Estimular el entusiasmo, excitarse, en
eso consistían los mítines, aquellas ferias de la política. Te dejabas la
garganta y los pulmones, y te levantaba un poco el ánimo. Era un intermedio, el
debido reposo. Era incluso, puestos a decir, una válvula de escape. Evacuabas
el vapor, eso era todo.” (p. 133)
Sin embargo, poco a poco y sin que
sepamos muy bien el porqué, la relación empieza a deteriorarse y se inician los
malos tratos. Esta parte de la obra está magníficamente contada y es una de las
pocas veces que he visto este tema tratado en una novela. Además, Meckert
utiliza un lenguaje muy adecuado en cada uno de los momentos y, desde luego, en
los de máxima crudeza.
En la reseña hecha en el blog lectoravergonzado.blogspot.com se afirma con bastante acierto:
“El pensamiento de Félix, ese soliloquio que mantiene consigo
mismo, está conformado por oraciones sonoras que parecen golpes. Cada frase es
un choque contra el mundo, contra sí mismo. Esa batalla constante que mantiene
es la que hace que el lector no pueda permanecer impune, y aunque sabe que las acciones
que comete no pueden ser justificadas, siente cierta compasión por él. Extraña
sensación."
Una espléndida novela, de esas que se
recuerdan por sus personajes y su historia.
Jean Meckert, Los golpes. Traducción Javier Bassas Vila.
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