lunes, 12 de agosto de 2019

Otro gran periodista polaco



Coinciden en este libro tres elementos que me lo hicieron interesante: desarrollarse en Kolimá, hacer referencia a Vaclam Shalámov, y estar escrito por un periodista polaco ya que, además del muy conocido Kapuscinski, he leído recientemente Los osos que bailan. Historias reales de gente que añora vivir bajo la tiranía de Witold Szablowski, que demuestra la existencia de una buena cantera polaca en el periodismo de reportaje. Tienen una forma especial de contar las cosas.
Los relatos de Shalámov sobre su experiencia en Kolimá son seguramente lo mejor que se ha escrito sobre esa época en esa zona. Hugo-Bader se propuso recorrer los 2025 km de la llamada Autopista de Kolimá desde su inicio en la ciudad de Magadán hasta su final en Yakutia, y hacerlo fundamentalmente en los medios privados que le proporcionara la gente. Empleó 36 días para hacer el recorrido.
En el libro hace una especie de diario y el apartado de cada día lo divide en dos partes: en la primera suele comentar algunas incidencias del viaje (medios que ha utilizado, lugares donde ha dormido, comidas, etc.) o algunos datos de la zona que atraviesa o algunos aspectos de su historia; mientras que en la segunda establece conversaciones (que parece ser que grabó) con personas interesantes con las que se va encontrando.
Si en la primera demuestra su capacidad de observación y de síntesis, en la segunda muestra sobre todo la de empatía y profundidad en el análisis de las personas.
Hay, como no podía ser de otra forma, bastantes referencias a lo sucedido en la época estalinista -de hecho algunos de los entrevistados vivieron la experiencia de los campos- y también varias a relatos de Shalámov. Sin embargo, en el libro, sobre todo en la segunda parte, predomina la narración de lo que sucede hoy y de cómo vive la gente. En este sentido se dedican muchas páginas, por ejemplo, al tema del oro, su extracción, su importancia en la zona, etc.
A continuación dejo la propia opinión de Hugo-Bader sobre el objetivo del libro:

“Pero de todo esto no habrá casi nada en mi relato. De aquellos tiempos. Si voy a visitar  los últimos supervivientes, será por avaricia, para no perdérmelo, puesto que es la última oportunidad para describir todo aquello que les tocó vivir, experimentar. Son gente excepcional; han visto el fondo de la vida. En los campos atravesaron la frontera tras la cual se desintegra cualquier arma. Pero lo que más me interesará oír es lo que ocurrió a continuación: cómo seguir viviendo con semejante bagaje. Cómo han vivido.
Me voy a Kolimá para ver cómo se vive en un lugar así, en un cementerio así, el más largo. ¿Es posible amar, reír, gritar de alegría? ¿Y cómo se llora, se engendra y se educa a los hijos, se gana uno la vida, se bebe vodka, se muere…? De esto quiero escribir. Y de lo que comen, cómo lavan el oro, hornean el pan, rezan, se curan, sueñan, luchan, se mueren a palos…” (p. 19)

A lo largo del viaje hay algunos aspectos que varían poco: la permanente presencia del vodka o el coñac, los alojamientos en malas condiciones y el frío (a pesar de que lógicamente el viaje no lo hizo en el duro invierno de la zona). También recoge algunas curiosidades como:
La forma de saber que ha llegado ya el invierno por la posición de algunos árboles.
Los prisioneros de guerra japoneses (Segunda Guerra Mundial) que, tras ser liberados,  en gran número se alistaron en el PC japonés.
El “ingenioso” método que utilizaron para enterrar a los asesinados en masa aprovechando la ladera de la montaña y formando con ellos terrazas.
El grupo de expresos comunes por asesinato que forman una comuna (cooperativa) para talar, cavar tumbas, derribar edificios, etc.
Y todo lo que cuenta sobre el oro y su importancia en la zona.
Además están las personas: desde un cirujano borracho o un oligarca ruso del oro, pasando por un ermitaño hasta un redactor de un diario local. En lo que cuentan estas personas está lo mejor del libro con momentos emotivos, graciosos, sorprendentes, etc.
No faltan, tratándose de un polaco, las críticas a los rusos. Baste como ejemplo este breve fragmento:

 “(...) no les gusta el concepto “democracia”. La asocian con lo que consideran el peor periodo de su historia, durante el derrumbe de la Unión Soviética, es decir, los años 90, la época de Yeltsin.” (P. 170)

Un libro absolutamente recomendable de un periodista en la mejor tradición de Kapuscinski.
En la edición se echa en falta un buen mapa y fotografías teniendo en cuenta, además, que el autor menciona más de una vez que las está haciendo.
RicardoMartínez Llorca termina así su magnífica reseña en culturamas.es: “Este libro se hizo con un galardón tan importante como el English Pen Award. Y debería hacerse con el de formar parte de los libros más extraordinarios de nuestra biblioteca.” Totalmente de acuerdo.

Jacek Hugo-Bader, Diarios de Kolimá. En autostop por la Rusia extrema. Traducción Ernesto Rubio y Agata Orzeszek.


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