Coinciden
en este libro tres elementos que me lo hicieron interesante: desarrollarse en
Kolimá, hacer referencia a Vaclam Shalámov, y estar escrito por un periodista
polaco ya que, además del muy conocido Kapuscinski, he leído recientemente Los osos que bailan. Historias reales de gente que añora vivir
bajo la tiranía de Witold Szablowski, que
demuestra la existencia de una buena cantera polaca en el periodismo de
reportaje. Tienen una forma especial de contar las cosas.
Los
relatos de Shalámov sobre su experiencia en Kolimá son seguramente lo mejor que
se ha escrito sobre esa época en esa zona. Hugo-Bader se propuso recorrer los
2025 km de la llamada Autopista de Kolimá desde su inicio en la ciudad de
Magadán hasta su final en Yakutia, y hacerlo fundamentalmente en los medios
privados que le proporcionara la gente. Empleó 36 días para hacer el recorrido.
En el
libro hace una especie de diario y el apartado de cada día lo divide en dos
partes: en la primera suele comentar algunas incidencias del viaje (medios que
ha utilizado, lugares donde ha dormido, comidas, etc.) o algunos datos de la
zona que atraviesa o algunos aspectos de su historia; mientras que en la
segunda establece conversaciones (que parece ser que grabó) con personas
interesantes con las que se va encontrando.
Si en la
primera demuestra su capacidad de observación y de síntesis, en la segunda
muestra sobre todo la de empatía y profundidad en el análisis de las personas.
Hay, como
no podía ser de otra forma, bastantes referencias a lo sucedido en la época
estalinista -de hecho algunos de los entrevistados vivieron la experiencia de
los campos- y también varias a relatos de Shalámov. Sin embargo, en el libro,
sobre todo en la segunda parte, predomina la narración de lo que sucede hoy y
de cómo vive la gente. En este sentido se dedican muchas páginas, por ejemplo,
al tema del oro, su extracción, su importancia en la zona, etc.
A
continuación dejo la propia opinión de Hugo-Bader sobre el objetivo del libro:
“Pero de
todo esto no habrá casi nada en mi relato. De aquellos tiempos. Si voy a visitar los últimos supervivientes, será por
avaricia, para no perdérmelo, puesto que es la última oportunidad para
describir todo aquello que les tocó vivir, experimentar. Son gente excepcional;
han visto el fondo de la vida. En los campos atravesaron la frontera tras la
cual se desintegra cualquier arma. Pero lo que más me interesará oír es lo que
ocurrió a continuación: cómo seguir viviendo con semejante bagaje. Cómo han
vivido.
Me voy a
Kolimá para ver cómo se vive en un lugar así, en un cementerio así, el más
largo. ¿Es posible amar, reír, gritar de alegría? ¿Y cómo se llora, se engendra
y se educa a los hijos, se gana uno la vida, se bebe vodka, se muere…? De esto
quiero escribir. Y de lo que comen, cómo lavan el oro, hornean el pan, rezan,
se curan, sueñan, luchan, se mueren a palos…” (p. 19)
A lo largo
del viaje hay algunos aspectos que varían poco: la permanente presencia del
vodka o el coñac, los alojamientos en malas condiciones y el frío (a pesar de
que lógicamente el viaje no lo hizo en el duro invierno de la zona). También
recoge algunas curiosidades como:
La forma
de saber que ha llegado ya el invierno por la posición de algunos árboles.
Los
prisioneros de guerra japoneses (Segunda Guerra Mundial) que, tras ser
liberados, en gran número se alistaron
en el PC japonés.
El
“ingenioso” método que utilizaron para enterrar a los asesinados en masa
aprovechando la ladera de la montaña y formando con ellos terrazas.
El grupo
de expresos comunes por asesinato que forman una comuna (cooperativa) para
talar, cavar tumbas, derribar edificios, etc.
Y todo lo
que cuenta sobre el oro y su importancia en la zona.
Además
están las personas: desde un cirujano borracho o un oligarca ruso del oro,
pasando por un ermitaño hasta un redactor de un diario local. En lo que cuentan
estas personas está lo mejor del libro con momentos emotivos, graciosos,
sorprendentes, etc.
No faltan,
tratándose de un polaco, las críticas a los rusos. Baste como ejemplo este
breve fragmento:
“(...) no les gusta el concepto “democracia”. La asocian con
lo que consideran el peor periodo de su historia, durante el derrumbe de la
Unión Soviética, es decir, los años 90, la época de Yeltsin.” (P. 170)
Un libro
absolutamente recomendable de un periodista en la mejor tradición de Kapuscinski.
En la
edición se echa en falta un buen mapa y fotografías teniendo en cuenta, además,
que el autor menciona más de una vez que las está haciendo.
RicardoMartínez Llorca termina así su magnífica reseña en culturamas.es: “Este
libro se hizo con un galardón tan importante como el English Pen Award. Y debería hacerse con el de formar
parte de los libros más extraordinarios de nuestra biblioteca.” Totalmente de
acuerdo.
Jacek Hugo-Bader, Diarios de Kolimá. En autostop por la Rusia extrema. Traducción
Ernesto Rubio y Agata Orzeszek.
No hay comentarios:
Publicar un comentario