Preeminencia del cine británico y de las series europeas en esta entrega que tiene en general una buena media aunque ninguna llegue a ser excelente.
Películas
Downton
Abbey. Película británica hecha, imagino, para aprovechar
el tirón de la serie homónima. Yo no he visto la serie y seguramente por ello a
partir de la mitad más o menos he ido desconectando un poco de una película
que, desde luego, tiene las mejores características del cine británico:
ambientación espectacular, magnífico vestuario y grandes actuaciones que te
trasportan a la época en la que se desarrolla, 1927.
Día
de lluvia en Nueva York. Una película de Woody Allen
siempre es algo que se deja ver aunque no esté entre las mejores que haya
hecho. Este es el caso de esta entretenida, bien filmada y fotografiada, y muy
bien interpretada película. Como siempre tiene buenos diálogos y situaciones
que te hacen reír o al menos sonreír.
Secretos
de estado. Una película británica que no pasará a la historia
del cine por su realización ni sus interpretaciones aunque quizá sí se la tenga
en cuenta por su tema. Es de esas películas en las que el fondo prima sobre la
forma. Cuenta la historia real de una mujer que, trabajando en una sección de
los servicios secretos británicos, sacó a la luz un documento que indicaba las
presiones que debían hacerse sobre diferentes países para que apoyasen en la
ONU la guerra de Irak.
Es de esas películas que sales del cine pensando que
el mundo es un lugar bastante inhóspito en el que unos pocos hacen lo que
quieren y el resto ni nos enteramos.
Sorry
We Missed You. Ken Loach en estado puro. Quizá la
película más realista y a la vez desalentadora de uno de los pocos directores preocupados
por los temas sociales. El marido trabajando como falso autónomo en una empresa
de transporte, la mujer cuidando mayores en una empresa también medio fantasma,
el hijo con problemas escolares y la hija pequeña cuidando de sí misma. En fin,
un auténtico poema. Loach logra transmitir al espectador la ansiedad y el
malestar de los protagonistas. No obstante, creo que le sobra un problema que
surge en el tramo final porque me parece demasiado exagerado. Desde luego se
pasa un mal rato, pero es que hay realidades que son bastante terribles. ¡Ah! Y
eso que estamos en Gran Bretaña y no en el hasta hace poco llamado tercer
mundo.
Series
La
verdad sobre el caso Harry Quebert. Nada más terminar de
leer el libro he visto la serie porque de hecho cuando leía el libro me parecía
que era el guion de una película. Se trata de una transcripción casi literal de
todo lo que sucede en el libro llevado a la pantalla con buen ritmo y
manteniendo también la tensión y el misterio. Muy entretenida.
El
mismo cielo. Miniserie alemana de siete capítulos en
los que, con el pretexto de una historia de espionaje, se hace una durísima
crítica del régimen que había en la República Democrática Alemana. Se
desarrolla en Berlín 1974, plena Guerra Fría, y vemos a la Stasi en pleno
funcionamiento, los esfuerzos deportivos en la natación con intenciones
propagandísticas o el intento de un grupo de jóvenes de huir haciendo un túnel.
Más allá del exceso en el retrato de algún protagonista, la serie que refleja
bastante bien lo que pasaba en ese país, al menos coincide con cosas de las que
nos hemos enterando con el cambio de sistema. Además, tiene un final muy
conseguido.
Fosse-Verdon.
Serie estadounidense de ocho capítulos en los que se cuentan los principales
momentos de la trayectoria profesional de ambos así como de su relación.
Alterna momentos muy buenos, fragmentos de musicales incluidos, con algún otro
en que decae un poco, pero en general está muy bien. Magníficas
interpretaciones sobre todo la de ella. Fosse no hizo mucho cine, pero dejó
tres grandes películas.
En
la sombra. Serie francesa de 6 episodios en la primera
temporada. Es una especie de House of
Cards a la francesa tanto por el tema, elección de la presidencia de la
República, como por el tratamiento que se hace a partir de las intrigas entre
los diferentes grupos políticos. Es bastante entretenida y en algún personaje
recuerda lo que ha estado pasando por aquí con un tal Redondo. De todas formas
hay también algún momento que resulta poco creíble.
Baron
Noir.
Serie francesa de ocho capítulos. He leído en algún lugar que es una mezcla de House of Cards (sí, como la anterior) y Los Soprano. Desde luego algo de ambas
hay, como lo había de la primera en En la
sombra, pero en esta se introduce el elemento de la corrupción política con
tanta importancia como el de las luchas por el poder. Hay ordenadores
destrozados a martillazos (curiosa coincidencia), fondos municipales destinados
a financiar un partido, etc. Lo original de esta serie es que los protagonistas
pertenecen al partido socialista, aunque tampoco la derecha se libra de las
críticas. Hay que creerse algunas cosas del guion, pero se deja ver con
interés.
Creo que una serie así es impensable que se pueda
hacer hoy en nuestro país.
Peaky
Blinders. Quinta temporada de esta serie británica. Consta
de seis episodios de casi una hora de duración. Sigue la historia de la familia
gitana de Birmingham, pero ahora muy centrada en los problemas
psicológico-existenciales del jefe y, una novedad interesante, debido a su participación
en la política como diputado laborista, sus relaciones con Oswald Mosley, el
jefe del naciente partido fascista británico. Mucha violencia como es habitual
en la serie y un ambiente bastante oscuro, tanto físico como psicológico. A mí
me sigue interesando aunque reconozco que puede resultar un tanto pesada y
reiterativa.
Summer
of rockets. Miniserie británica de seis capítulos.
Me cuesta incluso saber qué me ha parecido. Por momentos entretenida, original
y con cierta intriga, pero en otros me daba la impresión de que era como una
broma. Hay elementos de espionaje, de crónica familiar, de cierta crítica
política y social. En fin, hay un poco de todo, servido con una particular
estética tremendamente colorista. Si no la hubiera visto no hubiera pasado
nada, pero tampoco lo ha pasado por verla.
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