Aunque no he leído demasiado
de Ramírez, sí lo suficiente para saber que es un buen escritor; otro de los
buenos escritores en castellano del otro lado del Atlántico. También lo
recuerdo como político. De hecho el único libro que aparece en el blog es Adiós muchachos dedicado a hacer un
análisis crítico de la revolución sandinista en la que tuvo un papel muy
destacado ya que llegó a ser vicepresidente de Nicaragua.
El que ahora comento está en
las librerías en la sección dedicada a la novela negra, pero creo que es un
texto que va mucho más allá de ese género. Ramírez vuelve a la crítica de lo
que está pasando en su país. En este caso se centra en las manifestaciones que
tuvieron lugar hace poco de estudiantes que luego se generalizaron a otros
sectores de la población.
La novela comienza con el
regreso a Nicaragua de Dolores Morales, un inspector de policía que ha protagonizado
otras obras del autor. En su país la situación es muy tensa y hay una gran
represión dirigida por un tal Leónidas, alguien que en su día estuvo
combatiendo a los sandinistas en la contra, y que tiene en Tongolele a uno de
sus principales apoyos gracias también a que su madre, Zoraida, es una adivina
que colabora con el poder. Hay, además, un conjunto de secundarios que tiene su
importancia en la trama.
Para mi gusto esta novela
tiene un problema que es su extensión, no tanto por sus 336 páginas densamente
editadas, sino porque sobran muchas subtramas que no están bien articuladas y
que despistan del eje principal de la novela que no es otro que la represión
que se ejerce en ese país sobre cualquier movimiento opositor y que lo aleja de
lo que pueda ser una verdadera democracia.
Ramírez da una imagen muy
positiva de los miembros de la iglesia católica que salen, que son varios y
todos colaboran tanto con Morales como con los opositores. En esta línea uno de
los mejores momentos del libro es la diatriba que hace el obispo contra el
régimen en el capítulo 5.
Lo mejor de la novela es sin
duda el lenguaje que utiliza Ramírez y la buena construcción de los diálogos.
De hecho, en un momento determinado me di cuenta mientras la leía de que estaba
siendo absorbido por la forma en la que me contaba algo que sin embargo no me
estaba interesando demasiado.
Por lo dicho hasta aquí, no
me atrevo a recomendarla sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de obras que
se han editado recientemente de igual calidad, pero de mayor interés.
Hay una interesante entrevista con Clara Morales en infolibre.es.
Sergio Ramírez, Tongolele no sabía hablar.
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