Creo que se podría hablar de un género, el de las
memorias familiares, que se practica bastante en Centroeuropa y en Europa
Oriental. He leído ya varios libros que abordan ese tema, a veces tratando de
los padres de los autores, a veces de los abuelos y otras, como sucede en este
libro, de ambos e incluso remontándose a algún bisabuelo.
Halberstadt es un escritor de origen ruso que se
trasladó a Estados Unidos con su madre cuando era bastante joven. Luego ha
viajado varias veces a Rusia y a Lituania para encontrarse con su padre y la
familia paterna en la primera y con la materna en el caso de la segunda. Estos
encuentros con los abuelos tenían como objetivo entre otras cosas obtener
información para la elaboración de este libro de memorias, porque de eso trata,
de algunos aspectos de la vida de sus antepasados.
Tengo que decir que he encontrado el texto muy
irregular. Junto a relatos muy interesantes hay otros en los que lo que cuenta
resulta bastante irrelevante.
Muy interesante, y para mí lo mejor del libro, son
las historias de sus dos abuelos. El paterno, Vasili, participó en la represión
en la época del estalinismo y llegó a ser guardaespaldas del dictador. El
materno, Semión Halbserstadt, era judío y fue profesor de la universidad de
Vilna (Lituania). Contando estas historias, el autor nos pone en contacto con
esa ápoca terrible del estalinismo por un lado, y con el antisemitismo y los
ataques a los judíos lituanos, por otro. También tiene interés lo que cuenta de
algunos aspectos de la vida cotidiana de los 70 y 80 con Breznev y, aunque esto
lo trata menos, tras la caída de la URSS que deja una sociedad en la que pasan
cosas como la que cuenta en el siguiente fragmento:
”Al igual que la mayoría de los ancianos rusos,
Sonya y Vasili hablaban de pensiones; la de ella era de treinta y cinco grivnas
mensuales, unos siete dólares; la de él era un poco más alta. Cuando Vasili se
rompió la cadera no pudieron costear la cirugía recomendada por el médico, y ahora,
después de un año y medio en cama, Vasili se desplazaba con muletas. La
operación habría costado unos trescientos dólares”. (p. 65-66)
El libro está bien escrito y con una narración muy
ágil que hace que se lea bien más allá del interés que, como he comentado
antes, tenga. Eso sí, hay momentos en los que la narración está muy deslavazada
y, como sucede en las primeras páginas, comienza hablando de la abuela y sus
amores; pasa a describir cómo era la catedral que fue derribada y luego
reconstruida; sin solución de continuidad hay un viaje en tren a Vinnyti (un
pueblo de Lituania donde vivieron sus abuelos maternos); a continuación se
entrevista con el hijo de su padrastro, etc. En fin, una mezcla cuando menos
peculiar.
El texto se acompaña de varias fotografías sobre
todo de algunos familiares que se mencionan en el texto, pero hay también
alguna que no se sabe quiénes son los que aparecen.
En el Epílogo hay una serie de reflexiones sobre la
historia del pueblo ruso y su “carácter” que me han parecido de lo más
interesante del libro.
Alex Halberstadt, Jóvenes héroes de la Unión Soviética. Traducción Jon Bilbao.