Titulo así esta
entrada porque no sé cómo pudo pasar, pero lo cierto es que a pesar de haber
sido reeditado varias veces, la última en fecha tan cercana como en el año
2021, desconocía la existencia de este libro de un autor que está en la sección
del blog que dedico a mis autores favoritos; un escritor que me parece uno de
los grandes en lengua castellana de los últimos treinta años.
Este es el
tercer libro que publicó, en 1992, y quizá por eso no le presté tanta atención
en su momento. Sea por lo que sea lo importante es haber podido leerlo porque,
además, se trata de una magnífica novela,
La narradora,
Ana, le cuenta a su hijo, aunque la impresión es que en el fondo se lo está
contando a ella misma, los principales momentos de cómo fue la vida de la familia
en la inmediata posguerra. Una familia cuyos miembros estaban entre los
perdedores y que vivía en un pequeño pueblo de Valencia. Los problemas de su
marido, Tomás, y del hermano de este, Antonio, uno de los personajes claves de
la novela por la evolución que va a experimentar con el paso del tiempo. Ambos
habían combatido en el bando republicano.
Ahora bien, no
es ni mucho menos una historia sobre la guerra civil. Es una historia sobre
comportamientos humanos en un ambiente de miseria, física y moral, y hambre.
Chirbes logra
transmitir todo un conjunto de sensaciones a lo largo de sus escasas 136
páginas, que en realidad son poco más de 100, gracias a un trabajo de
depuración del lenguaje y de las frases que le tuvo que llevar su tiempo porque
no sobra nada, pero, sobre todo, no falta nada. En sus cortos capítulos de
apenas dos o tres páginas es capaz de reflejar el ambiente y las reacciones de
los personajes con una precisión realmente impresionante. En fin, que ya desde
el principio demostraba ser el gran escritor que siempre fue.
El siguiente
fragmento lo leí varias veces porque me parece un buen resumen de su forma de
escribir y, además, porque tiene un final que me parece de una belleza
extraordinaria.
“Cada noche me
preguntaba si es que los demás no se daban cuenta de que la miseria no nos
dejaba querernos. Era como vivir entre ciegos. Una tarde, cogí a tu hermana y
me la llevé al cine. Ni siquiera sabía qué película pasaban aquel día. Sólo
quería vengarme de los otros. No me importó que los vecinos me viesen entrar.
Al final de la función, me incorporé como todo el mundo y se me hizo un nudo en
la garganta cuando tuve que cantar el Cara
al sol con el brazo en alto. Por la noche, en casa, tu padre, que ya se
había enterado, me besó, me acarició el pelo. Entonces sentí que aquella lucha
desesperada por la supervivencia era la forma de amor que nos habían dejado”.
(p. 50-51)
Decir que es un
libro muy recomendable es decir poco. Cualquier libro de Chirbes lo es y este
me parece especialmente bueno.
Rafael Chirbes,
La buena letra
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