Esta es la
quinta novela que leo de esta gran escritora rusa que me descubrió Marta Rebón,
la también gran traductora de esa lengua. Salvo el último que leí que me
decepcionó, el resto son textos realmente magníficos tanto por sus temas como
por la forma en que Ulítskaya los trata. Todos están comentados en entradas
anteriores del blog.
Desde que la
editorial Automática me avisó en el correo de la próxima publicación de este
libro he estado expectante hasta que al fin, después de más tiempo del
previsto, lo han publicado. Hay que decir que ha cumplido todas mis
expectativas.
El libro se
cierra con el siguiente fragmento correspondiente al capítulo de
Agradecimientos:
“Y, en fin, toda
mi gratitud hacia aquellas personas reales que ya se han ido y que han estado
detrás de mis personajes literarios, los irreductibles y los que sucumbieron a los
despiadados embates del tiempo, los que aguantaron y los que flaquearon, los
testigos, los héroes, las víctimas, todos siempre en mi memoria”. (p. 746)
Magnífico
resumen del contenido de esta grandísima novela que está en la línea de la gran
literatura rusa de todos los tiempos. Grande también en el tamaño ya que se
trata de un texto de 744 páginas.
Partiendo de
tres personajes masculinos, Iliá, Sania y Misha, la autora nos presenta a
través de su evolución y los avatares de sus vidas todo un panorama de la Rusia
soviética desde la muerte de Stalin hasta los años noventa, centrándose sobre
todo en los sesenta y setenta. Ese panorama describe principalmente a personas
del mundo de la disidencia y, por ello, adquiere especial relevancia la crítica
del régimen tanto en sus aspectos más básicos de la vida cotidiana, por ejemplo
esa carencia de productos en los grandes almacenes GUM, como sobre todo la
represión de todo aquello que supusiese salirse del carril por el que circulaba
la “cultura” favorita del sistema.
Como dice la
autora en el fragmento citado, se ha basado en personas conocidas suyas para
construir sus personajes, unos personajes que, como también advierte, tuvieron
todo tipo de posturas y actitudes ante lo que iba sucediendo, desde la
heroicidad hasta la sumisión.
A lo largo de
todo el libro se muestra el gran amor que existe en ese país hacia la
literatura y especialmente hacia la poesía. Ulítskaya reproduce muchos poemas
de los mejores autores rusos de todos los tiempos y menciona multitud de obras
literarias. También es importante el papel de la música, uno de los
protagonistas, Sania, toca el piano a
pesar de sus problemas físicos,
Además,
bastantes personajes son judíos y varios terminarán emigrando a Israel. Es
interesante destacar el antisemitismo que existía sobre todo en la época de
Stalin y cómo siguió tras su muerte.
La autora
describe muy bien todo el mundo de relaciones familiares, amorosas y de amistad
entre el gran número de personajes que aparecen en la novela. Estos aparecen en
unos capítulos y no vuelven a aparecer hasta bastante después y la mayor parte
de las veces para contar momentos anteriores de su vida. De hecho es bastante
habitual descubrir cosas de ellos después de haberse producido su muerte.
Aunque quizá
cueste algo entrar en el libro, muy pronto se convierte en adictivo. La
capacidad narrativa de la autora es muy notable, como lo es el interés que
despierta en el lector por saber más de los personajes. Es cierto que al
principio asusta un poco el tamaño del libro, pero una vez que se entra en las
diferentes historias eso deja de importar; al revés, hasta se agradece.
Estamos pues
ante una gran novela de la que, por ejemplo, Javier G. Recio ha escrito en La Opinión de Málaga:
“En resumen, Una carpa bajo el cielo es un digno
continuador de esa larga tradición de grandes novelas rusas. La mejor novela
rusa de este siglo XXI y la demostración de que Liudmila Ulítskaya es,
como señalamos al principio, la Tolstoi de nuestro tiempo”.
Y la mencionada
Marta Rebón en La Lectura:
“La obra llena un vacío para los
lectores de habla hispana respecto a las décadas mencionadas, abordando la
evolución de la disidencia, no como un movimiento, sino como islas o como
pequeños rebaños (...)
(...) El resultado es un retrato perspicaz de la segunda mitad del siglo XX
soviético, y de la historia de la literatura en ruso, casi enciclopédica, sin
romantizar la disidencia de su generación, pero valorando su papel”.
Ambas citas están sacadas de los extractos que la editorial ha reproducido
en su página web.
En definitiva, un libro algo más que recomendable.
Liudmila
Ulítskaya, Una carpa bajo el cielo.
Traducción Yulia Dobrovólskaya y José María Muñoz Rovira.
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