martes, 16 de julio de 2024

Sigue la magnífica trilogía

 

Han pasado apenas dos meses desde que comentaba la primera novela de esta trilogía de una autora que acababa de conocer por el premio obtenido en Edimburgo a la traducción de una novela suya. Encabezaba la entrada con “Magnífico descubrimiento”. Desde luego lo fue, y tras la lectura de esta segunda novela no solo se confirma sino que incluso se acrecienta.

Almada me recuerda bastante a otra escritora argentina, Mariana Travacio,  más o menos de la misma generación y de gran proximidad geográfica, esta rosarina y Almada de Entre Ríos. Ambas cuentan historias poco habituales y con protagonistas del mundo rural. También ambas se preocupan tanto por el lenguaje como por la estructura.

En este caso, las protagonistas son dos familias que se dedican a la fabricación de ladrillos como anuncia el título. Tienen varios hijos pero son dos de ellos, los primogénitos varones, los que comparten el protagonismo. Familias enfrentadas y con una mala situación económica. Almada se centra sobre todo en las formas que adopta la virilidad y la necesidad que tienen los jóvenes de lograrla sea como sea.

Por lo que leí en algún lugar, las tres novelas que forman la trilogía se centran en el mundo masculino a partir de historias muy diferentes.

En esta novela, además de lo interesante que resulta este tema y la forma de enfocarlo, me gustaría destacar los aspectos formales, en concreto dos: por un lado, el lenguaje magníficamente ajustado al habla popular y, por otro, la estructura ya que va alternando el momento actual con otros pasados (cuando los niños tienen cuatro o doce años, por ejemplo) sin que el ritmo de la narración ni la comprensión se resientan. Logra con ello un magnífico ejercicio de estilo y una escritura muy personal y reconocible.

Un libro absolutamente recomendable.

Hay una buena y completa reseña de Juan G.B. en unlibroaldia.blogspot.com 

 

Selva Almada, Ladrilleros.

 

 

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