Futuro
Hace unas semanas puse una entrada en la red Facebook (que
quería reproducir aquí, pero he sido incapaz de encontrarla) en la que pretendía
hacer una cierta provocación a los “amigos”. La idea era más o menos: el futuro
de mi hijo va a depender mucho de lo que la gente que ahora está entre los 25 y
40 años haga hoy; y estoy preocupado.
Esta entrada creo recordar que tuvo un “me gusta” y
ningún comentario. Teniendo en cuenta que la mayoría de los que tengo como
amigos en la red están en ese tramo de edad, la preocupación creció. Saqué la
sensación de que no interesaba el tema o, lo que sería aún peor, que el nivel
de resignación al que se está llegando es muy elevado.
Creo que estamos atravesando uno de esos momentos cruciales
en la historia en el que sus protagonistas no son conscientes de los cambios
que se están produciendo. No se trata solo, con ser importante, de la gran
crisis económica y de sus efectos sociales, mentales, culturales, etc. Lo más
relevante es la enorme dificultad para construir alternativas tanto teóricas como,
sobre todo, prácticas, a lo que se añade la desmovilización y desmoralización
que ello está provocando en aquellos sectores sociales más afectados a corto,
pero sobre todo, a largo plazo por el mundo (el sistema) que quedará tras el
paso de esta especie de tsunami económico-político-social-cultural…
Cada generación tiene su momento importante. La mía
lo tuvo a finales de los sesenta y no sé si lo que de allí salió fue todo lo
positivo que se deseaba; hay opiniones muy contradictorias sobre el tema. Desde
luego, cuando “hemos” gobernado “hemos” dejado demasiadas sombras y algunas de
las libertades conseguidas tampoco está claro si van a seguir persistiendo tras
el tsunami.
La generación a la que aludía en la entrada de
Facebook tiene ahora su momento histórico y la responsabilidad de construir el
futuro, su futuro. Por lo visto hasta ahora,
mi preocupación ya expresada no hace sino aumentar. No veo ganas de “pelea” y
veo deseo de satisfacciones inmediatas (obviamente deseables, pero no de forma
exclusiva), veo mucho escepticismo un tanto cínico y no veo conciencia del
momento que se está viviendo; veo demasiada comodidad tanto física como
intelectual y pocas ganas de “complicarse la vida”. Sé que generalizar siempre
es injusto, pero me temo que por ahí van los tiros de la mayoría.
Hace unos minutos acabo de terminar la lectura de un
libro que, precisamente, en su última página ofrece la siguiente cita:
“Los estudiantes de hoy tienen mucho que enfrentar,
la presión de conseguir un título, la necesidad de trabajar a tiempo parcial
para mantenerse y para tener una experiencia laboral que asegure que sus CV (curricúlum vitae) se destaquen entre los
demás (…). No es sorprendente que la política haya caído al último lugar de la
lista de prioridades de esta generación, aunque, en términos reales, nunca haya
sido tan importante como ahora”.
Jenny Little, editora de la página estudiantil del Financial Mail on Sunday, citada en
Zygmunt Bauman, Vida de consumo.
Aunque yo no he estado hablando solo de los
estudiantes, creo que refleja bastante bien parte de lo que pienso y de la
enorme importancia que tiene el hoy para construir el mañana; ese mañana que,
como decía al principio, me preocupa cuál pueda ser para mi hijo.
Entiendo que no interese la política, incluso que genere
cierto rechazo; que el bajo nivel tanto intelectual como moral que tienen muchos de los que dirigen el país provoque
el alejamiento y aquello de que “todos
son iguales”; que se piense que, como es obvio, la simple acción individual no
cambiará las cosas. Todo eso y mucho más es perfectamente comprensible, pero
también lo es pensar que lo que no hagamos nosotros por nosotros mismos no lo
van a hacer otros y que, como decía antes, el futuro se va construyendo día a
día y, tal y como se están poniendo hoy los ladrillos, no parece que vaya a
quedar una casa demasiado lucida.
Para terminar este rollo-sermón (laico por supuesto)
dirigido a tantos exalumnos y amigos, dejaré dos citas que puse en Gracias a todos y que reflejan muy bien
estas ideas.
“Se habla siempre de comprometerse como si
dependiera de nosotros; pero estamos ya comprometidos, embarcados, preocupados.
Por eso la abstención es ilusoria”.
E. Mounier, El
personalismo
“Comprendo que cueste rehacerse, desafiliarse de la
mezquindad, forcejear con el egoísta que todos escondemos en algún recoveco de
la achacosa almita. Pero claudicar no trae sosiego. Si se acabó la época de las
grandes arengas, pues habrá que hacerlo boca a boca (…), dialogar, intercambiar
dudas y ansiedades, desmantelar el fariseísmo”.
Mario Benedetti, Andamios
Cine
y televisión
Como ha pasado tiempo desde el anterior Andamio, se
han ido acumulado series y películas por lo que solo mencionaré las que me han
parecido más interesantes.
Por lo que se refiere a las series: Boardwalk empire, Forbrydelsen y Broadchurch. Las tres me parecen muy
buenas aunque la norteamericana creo que debería ir terminando por agotamiento
de los temas y personajes. La danesa, espectacular como en anteriores
temporadas y muy interesante, por la visión que da de una pequeña comunidad
costera de Inglaterra, la de la BBC.
En cine actual: El
lobo de Wall Street, Agosto, Nebraska, Buyer Dallas Club y Philomena, me
parecen, cada una en su estilo, muy recomendables.
Cine de hace unos años, no muchos. Por diferentes
razones he visto tres que me parecen también recomendables así como, otra vez,
de temáticas y concepciones muy diferentes:
Old boy (la versión coreana original de la que Spike Lee ha hecho ahora el
remake) que es una película muy inquietante; Hunger, la primera que hizo Steve McQuenn, película de una dureza
difícilmente soportable y This is England,
sobre el fenómeno tan actual del auge de la extrema derecha (de esta salió
luego una serie de televisión que tengo pendiente de ver).
Como se puede apreciar hay géneros y procedencias
muy diversos, pero que tienen en común una más que aceptable calidad e interés.