miércoles, 28 de febrero de 2018

Sobre la Primera Guerra Mundial



Después de leer con gran placer la trilogía de Echenoz dedicada a sendas “biografías”, me encuentro con esta especie también de biografía de la Primera Guerra Mundial. Qué capacidad tiene este escritor para decir tantas cosas con tan pocas palabras; para meternos en una historia tan dura con solo pequeños detalles y sin hacer uso del morbo tan peligroso en estos temas; y, además, de hacerlo sin que aparentemente se implique en la historia contada.
No suelo reproducir en mis comentarios críticas que las editoriales ponen a veces en los libros porque huelen a propaganda (de hecho son propaganda), pero en este caso creo que merece la pena hacerlo con la siguiente:

“Noventa y ocho páginas bastan para recorrer cuatro años de conflicto. El autor incluso se permite con frecuencia el lujo de un humor irresistible, especialmente en medio del horror. En cada frase, todo tiene sentido y resonancia, y así, cada una de las existencias exploradas, aun en el espacio de unas pocas líneas, le permiten al escritor añadir un nuevo matiz a su gran fresco histórico.” (Arnaud Lapointe, Le Magazine Littérarire)

Resume perfectamente el contenido y el sentido de este magnífico libro que tendré que leer más de una vez a lo que anima también su reducido tamaño y el hecho de que ninguna página, y hasta diría que ninguna frase, tiene desperdicio.
Un solo ejemplo bastará para ver el estilo característico de Echenoz:

“Pero no se abandona una guerra así como así. No hay vuelta de hoja, está uno atrapado: el enemigo delante, las ratas y los piojos encima y detrás los gendarmes. La única solución es dejar de ser útil para el servicio, lo que esperamos por supuesto a falta de otra cosa, lo que terminamos deseando, es una buena herida…” (p. 74)

Por cierto que después de haber leído mucho sobre este tema, no en balde he sido profesor de historia, es la vez en que he visto mejor retratada  la función de los que salen detrás de las tropas para evitar que haya desbandadas y huidas. (Los gendarmes en la cita que he reproducido.)
Un libro absolutamente recomendable. A mí es el que más me ha gustado junto con Correr de los que he leído hasta ahora de este gran escritor francés.
Hay un buen resumen de las críticas que el libro tuvo en Francia hecho por Miguel Mora en elpais.com. También es útil la reseña de Francesc Bon en unlibroaldia.blogspot.com.

Jean Echenoz, 14. Traducción Javier Albiñana

martes, 27 de febrero de 2018

Novela negra en Cuba



Es la segunda novela que leo de Padura y la primera de esta serie negra o policiaca que tiene como protagonista al ex policía Mario Conde. Me imagino que a lo largo de las anteriores siete novelas de que hasta ahora consta la serie el autor habrá ido desarrollando el perfil del personaje. Desde luego en esta entrega es algo que yo echo en falta porque a pesar de su extensión, 440 páginas, es muy poco lo que sale de la vida o del pasado del protagonista.
La historia es sencilla: un amigo, Bobby,  que se dedica a la compraventa de antigüedades y otros objetos le encarga la búsqueda de la estatua de una virgen negra, Virgen de Regla la llama, que le han robado. A partir de ahí la trama se desarrolla en dos niveles muy distintos. Por un lado, lógicamente, el de la búsqueda de la estatua y, por otro, y aquí la novela es realmente novedosa, el de la historia, contada en un sentido cronológicamente inverso,  de esa estatua hasta llegar a Cuba. Estos capítulos, que se van intercalando con los otros, resultan bastante atractivos porque en ellos aparece desde la guerra civil española hasta la cruzada del siglo XIII con la batalla por San Juan de Acre, pasando por el mundo de los Templarios y con alusiones hasta al nacionalismo catalán y la creación de su bandera.
Por lo que se refiere a la parte de novela negra propiamente dicha, resulta mucho más interesante toda la primera parte en la que Conde, buscando principalmente en La Habana, le da pie a Padura para plantear críticas puntuales al sistema. Así: el tratamiento que da a la homosexualidad, la existencia de la libreta de abastecimiento o desabastecimiento como también la califica, la  pobreza y el abandono histórico de las calles del centro de La Habana, la presencia de la ortodoxia, los Asentamientos (barrios marginales para los inmigrantes del oriente cubano) con su “miseria exultante“,… y también a utilizar expresiones como “la mierda en que se ha convertido este país” o “y gente jodida es lo que nos sobra”. Como se ve todo un catálogo de observaciones con una fuerte carga crítica en la mejor tradición de la auténtica novela negra.
Sin embargo, a medida que la novela avanza no lo hace el interés de la trama que, bien al contrario, decae bastante porque como dice J.Ernesto Ayala-Dip en su reseña para elpais.com: “El foco de interés de la novela se va desdibujando cada vez que al lector se le exige un cambio de perspectiva, sin que ello aporte nada al relato medular.”
La historia se hace así demasiado larga y algo premiosa aunque siempre queda la buena escritura de que hace gala Padura así como la originalidad de muchas expresiones  y términos del lenguaje de la isla.
Dejo a continuación dos fragmentos en los que la crítica se hace de forma más contundente:

“Y me pasé los primeros cuarenta años de mi vida fingiendo, reprimiéndome, torturándome, para que mis padres, para que ustedes, mis compañeros, para que todo el mundo en esta patria machista-socialista creyera que yo era lo que debía ser y no me riparan la vida: un joven ejemplar, varón y militante, ateo y obediente… Tú no te imaginas lo que fue mi vida, qué va…” (p. 25) (Bobby el homosexual amigo de Conde homosexual que le encarga la búsqueda de la virgen)

“El país estaba cerrado a cal y canto y la llave la tenían otros, los que decidían quién viajaba y cómo, los que determinaban qué era lo bueno y lo malo para ti, qué libros debías o no debías leer, cómo pelarte  y qué música oír. Para nosotros siempre ha sido así, sigue siendo así: alguien decide por nosotros, para cuidarnos y salvarnos, ¿no?... Y Ahora han abierto una puertecita:¡nos dejan viajar chico!... Si tienes dinero o no para hacerlo es cuestión tuya, como en todas partes” (p. 374) (Uno de los amigos de Conde)

En definitiva, una novela que ofrece mucho al principio, pero que termina defraudando un tanto; una demostración de que a veces basta con menos páginas para contar una buena historia que al final se estropea por el exceso. Desde luego yo me quedo con el magnífico Padura de El hombre que amaba a los perros.
Hay una buena reseña de Laura Fernández en elcultural.com.

Leonardo Padura. La transparencia del tiempo.

lunes, 26 de febrero de 2018

Sobre la izquierda desde la izquierda



Interesante esfuerzo de uno de los pocos intelectuales que desde la izquierda se atreve con estos temas y con otros aún más difíciles como hace en La desfachatez intelectual criticando a muchos “intelectuales” dedicados en tertulias y columnas a opinar de todo lo que se mueva, tengan o no conocimiento de aquello de lo que opinan.
En este librito de poco más de 100 páginas Sánchez-Cuenca plantea el tema de la existencia de una superioridad moral de la izquierda y, al mismo tiempo, otra superioridad intelectual de la derecha que, además, tiene un predominio casi absoluto en los gobiernos europeos.
Esa contradicción queda ya expresada en el extenso Prólogo de Íñigo Errejón, cuando afirma:

“La izquierda podría así definirse como aquel colectivo que fundamentalmente discute sobre la izquierda. Es muy probable que las personas progresistas guarden con eso que se llama la izquierda una relación paradójica: están bastante orgullosos de sus valores y al mismo tiempo viven en una insatisfacción permanente con los actores políticos que deberían convertirlos en transformaciones del presente.” (p. XII)

Efectivamente, superioridad moral, pero clara inferioridad en la acción política.
Sánchez-Cuenca ve la superioridad de la izquierda en los valores de justicia, libertad frente a la opresión y solidaridad que enfrenta al predominio en la derecha de los de obediencia, lealtad, autoridad o en la existencia de valores intocables. Lo más interesante es que utiliza el problema actual en Cataluña para ejemplificar el funcionamiento de estos valores. También lo hace analizando las respuestas a la relación contractual entre trabajador y empleador, así como la que ambos dan al tema de la inmigración. Como se ve no se trata solo de enunciar los valores sino de ver cómo funcionan en sus aplicaciones prácticas. Ni que decir tiene que todo esto es tremendamente discutible y es una pena que el autor no haya dado alguna otra versión aunque solo fuera para rebatirla.
Sobre la procedencia de la  superioridad moral, dice lo siguiente:

“A causa de su universalismo, la izquierda tiene la capacidad de reinventarse apelando de formas nuevas a su ideal emancipatorio. Justamente de ahí procede su superioridad moral frente a otras ideologías. Esta es la mayor paradoja: a pesar de su lado oscuro, mantiene una capacidad casi ilimitada para continuar siendo una inspiración de las luchas por un mundo más justo.” (p. 86)

Hay también en el libro un capítulo, muy interesante pero que tengo la impresión de que poco trabajado, sobre el posible origen de la ideología en las personas, esto es, sobre por qué alguien se hace de derechas o de izquierdas. Reproduce diferentes teorías (interés material, pertenencia de clase, educación familiar,…), pero termina haciendo alusión a un cierto carácter moral que no explica de dónde sale. Es una pena porque me parece uno de los temas capitales del libro.
Como decía antes, también plantea la superioridad intelectual de la derecha en un breve pero muy interesante capítulo porque de lo que en él se dice se deriva en gran parte la crisis que actualmente tiene, tenemos, la izquierda. Además, esas ideas las aplica muy bien en el Epílogo que tiene el sugerente título de Elogio (fúnebre) de la socialdemocracia. En este título queda bien reflejada una de las ideas principales que transmite Sánchez-Cuenca en este librito: la socialdemocracia, que cumplió un gran papel de redistribución de la riqueza en el pasado, actualmente ha fracasado y hay que buscar nuevas fórmulas.
El problema, como siempre y como ya he dicho en los comentarios a varios libros leídos recientemente (por cierto el último con Prólogo del propio Sánchez-Cuenca), es llegar a discernir qué hay que hacer, cómo hay que hacerlo y con quién. Esta es en el fondo la madre del cordero a la que tampoco responde de forma clara Errejón en el citado Prólogo.
Sánchez-Cuenca termina su texto con las siguientes palabras:

“Sea quien sea quien tome el relevo, tendrá que inventar nuevas fórmulas que se ganan la confianza de la gente. Quizá sea la renta básica universal, o un modelo de integración supranacional diferente al de la UE (hoy casi totalmente dominado por tendencias neoliberales), o una coalición internacional de lucha contra el cambio climático, o una nueva regulación del capitalismo financiero, o una mezcla de varios de estos elementos: sin algo de esta naturaleza, que vaya más allá del Estado del bienestar, las socialdemocracia continuará languideciendo mientras se producen diversos seísmos políticos.” (p 111)

Ahora solo queda ver la forma de articular un programa así y encontrar los sujetos y/o los grupos dispuestos a ello (y a más cosas por supuesto).
Un libro que deja bastantes temas abiertos y que es muy interesante para plantear debates. Un buen esfuerzo que, como dice al autor, tiene su origen en unos artículos en ctxt.es, una de las mejores revistas digitales del momento que, además, coedita el libro.


Ignacio Sánchez-Cuenca, La superioridad moral de la izquierda. Prólogo de Íñigo Errejón.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Una historia muy diferente



Dice Porochista Khakpour en la crítica hecha en The New York Times que reproduce elcultural.com:

“Fuera de occidente hay todo un universo literario que no se adapta a nuestros mercados, no se debe a nuestras tendencias ni se pliega a nuestra política.”

Quizás esa fue la primera idea que me vino a la cabeza cuando leía este libro: que no me imagino a ninguno de los escritores que suelo leer ya sean anglosajones, centroeuropeos, mediterráneos o ni siquiera africanos, contando una historia como la de esta novela ni tampoco de la manera en que la cuenta Han Kang.
El libro narra el abandono de su protagonista, una mujer normal que vive en Seúl, del consumo de carne y su conversión al vegetarianismo. La autora lo divide en tres partes bien diferenciadas y con distintos narradores. En la primera, el marido cuenta el proceso de ese abandono que sigue su mujer. En la segunda, es el marido de su hermana el narrador de una historia que es la más extraña de la novela (al menos la que a mí me ha resultado más alejada de lo que suelo leer). En la tercera, la más angustiosa, es su hermana la que nos cuenta la continuación del proceso de la protagonista.

Dice la traductora en una especie de explicación del porqué tradujo este libro:

 “Me pareció una novela singularmente lírica y bella, pero no con la belleza serena y placentera que nos transmiten las cosas convencionalmente bonitas y agradables sino con esa belleza perturbadora e inusitada que nos corta el aliento y nos deja temblorosos, como cuando nos asomamos a un precipicio sin fondo (…)”

Aparecen aquí otras ideas que caracterizan bastante bien en lo que consiste la novela y, sobre todo, en las sensaciones que puede provocar.
Ha sido mi primera aproximación a la literatura coreana y tengo que reconocer que me ha sorprendido. Aunque no soy muy aficionado al cine de ese país, sí he visto alguna película y esta novela creo que tiene bastante que ver con algunas cosas que vagamente recuerdo de ese cine. Es un mundo muy diferente no solo por lo que puede imaginar un creador, en este caso creadora, sino también por la forma en que nos lo transmite.
Al igual que yo accedí a este texto por el boca a boca, me permito recomendarlo como una experiencia de lectura diferente. Agobia un poco y a veces no se llegan a entender todos los comportamientos, pero merece la pena.
Hay una buena reseña de Santi en unlibroaldia.blogspot.com.
Acabo de enterarme de que justo dentro de un mes la editorial publica otro libro de Kang.
  
Han Kang, La vegetariana. Traducción Sunme Yoon.

lunes, 19 de febrero de 2018

Viajando por el Nilo



No hace aún un mes terminaba mi comentario al libro de Alkorta Océano África con estas palabras:
“Solo queda recomendar muy especialmente el libro y esperar que el autor se anime pronto  a una nueva publicación.”
El propio autor me sacó del error a través de twitter comunicándome que ya había publicado otro libro el año anterior. He tardado un poco en hacerme con él (vivir en una isla tiene sus inconvenientes), pero nada en ponerme a su lectura.
Alkorta vuelve a África. Esta vez en el año 2016 y a una zona que no aparecía en su anterior libro: la parte nororiental o más en concreto, tal  como indica su título, la zona recorrida por el Nilo desde sus inicios como Nilo Blanco y Nilo Azul. Así, cada capítulo se dedica a uno de los países atravesados por el río: Uganda, Sudán del Sur, Etiopía, Sudán y Egipto.
Como ya sucedía en su libro anterior, Alkorta nos va contando los diferentes itinerarios con alusiones a aspectos históricos en unos casos, a la evolución política en otros e incluso con alguna referencia al arte sobre todo en el caso de Egipto y también, por supuesto, va tomando contacto con personajes de cada lugar y dejando constancia de ello.
Tengo la impresión al terminar el libro de que con respecto al anterior hay un par de diferencias no tanto de contenido como de grado. Me refiero a que en este hay más información sobre aspectos históricos o políticos y algo menos de presencia de habitantes del lugar y  más de las peripecias  del propio autor y sus diferentes acompañantes. ¿Cambia esto el interés del libro? En mi opinión evidentemente no, pero sí que es cierto que las sensaciones que produce son algo diferentes.
En línea con lo dicho, y en parte para desmentirlo, a mí me han gustado mucho y me han emocionado tres historias de tres personajes: la de la joven ugandesa Grace cuyos estudios financia un jubilado español, la del joven secuestrado y convertido en soldado por el ejército rebelde de Uganda y, aunque este sea un caso muy distinto, el de Awad, un periodista sudanés que parece sacado de una serie televisiva (antigua desde luego), que me reconcilia con una profesión que tanto respeto y aprecio.
También  colaboran a esta reconciliación, como ya he dicho en otra ocasión, gentes como Ramón Lobo, Mikel Ayestaran o el propio Alkorta que es capaz de escribir los siguiente: “Durante toda mi vida he defendido la necesidad de no discriminar a los demás por su aspecto, de no temer la diferencia, y ahí estaba yo, caminando calle abajo con un bocadillo mordisqueado en la mano. Me asqueó mi reacción. Mi temor. Lo más perverso del miedo es que busca excusas.” (p. 93) (Se refiere  al miedo que sintió ante un chico con mochila y kufiyya roja y blanca)
Una reflexión con la que me identifico totalmente y que muestra lo difícil que es eliminar estereotipos sean del tipo que sean.
Otro magnífico texto que en este caso la editorial ha tenido el detalle de acompañar con un mapa plastificado y en colores que resulta muy útil para seguir el itinerario que se nos cuenta.
Hay una buena reseña de Francesc Bon en unlibroaldia.blogsport.com y una interesante entrevista de Lola Hierro con el autor en elpais.com.
Evidentemente, tengo que terminar este comentario con la misma frase con el que terminaba el del libro anterior: “Solo queda recomendar muy especialmente el libro y esperar que el autor se anime pronto  a una nueva publicación.”
 Xavier Aldekoa, Hijos del Nilo

domingo, 18 de febrero de 2018

Artículos interesantes

Esta semana hay una variedad de temas mayor de lo habitual.

Ignacio Sánchez-Cuenca, del que esta semana comentaré su último libro en el blog, se despacha con un curiosos e interesante artículo sobre los pianistas de jazz. Dado que el jazz es la música que escucho a diario y el piano mi instrumento favorito, se explica bien que lo recomiende. (ctxt.es)

El artículo sobre política más interesante que he leído me parece, como es algo más que habitual, el de Josep Ramoneda. (elpais.com)
(Hago la aclaración de que no es que lea ese diario sino que busco los artículos de este intelectual.)

El gran tema de la semana que, en el fondo, lo ha sacado el PP con dos motivos bien espurios ambos, es la idea de aprovechar el 155 para que los padres puedan elegir la lengua vehicular de enseñanza de sus hijos. Esos dos motivos son: por un lado, intentar recuperar  la iniciativa ante Ciudadanos y de paso mostrarse fuerte ante los que defienden que se aplique la estaca en Cataluña.

Sobre el tema de la inmersión lingüística hay un magnífico escrito por lo clarificador que resulta y lo documentado que está de Eduard Vallory. (politikon.es)

Desde otra perspectiva también ha entrado en el tema Elisa Beni. (eldiario.es)

También trata sobre la enseñanza, pero en este caso sobre la función dentro del capitalismo la entrevista de Eduardo Azumendi con Christian Felber. (eldiario.es)

viernes, 16 de febrero de 2018

Interesante primera novela


En Francia se han  vendido 700.000 ejemplares del libro y ha obtenido premios como el Prix du roman de la FNAC o el Goncourt des Lyéens, ambos en 2016. Algo debe de tener esta novela de poco más de 200 páginas escrita por alguien cuya verdadera dedicación es la música.
En un intento de explicar este éxito Älex Vicente afirma en elpais.com:

 Otra posible respuesta pasaría por citar su talento narrativo, la contención que desprende un libro alérgico al pathos barato y el poderío del testimonio histórico que contiene. Sin olvidarse de una pequeña dosis de mala conciencia en cada lector, que puede que, en su día, presenciase los hechos que describe este libro como si no fueran con él. “Sí, es posible”, concede Faye. “Es ese discurso tan europeo de creer que esa fue una historia de africanos, de pueblos acostumbrados a matarse los unos a los otros.””

Y en el fragmento de la crítica del Süddeutsche Zeitung que la editorial recoge en la solapa se dice:

Pequeño país es lo contrario de una novela de grandes palabras y mucho ruido. No se nos impone pero nos afecta, porque nos muestra cómo la guerra se introduce poco a poco, sigilosamente, en nuestras vidas.”

En ambos textos están las claves del éxito obtenido por esta novela. Por un lado, la capacidad narrativa de este joven escritor y, por otro, por la historia que nos cuenta.

El libro tiene dos partes que se diferencian por los acontecimientos externos a los protagonistas aunque el autor no las separa con ninguna señal. En la primera, Gaby, el protagonista, que no es otro que el propio autor, vive en Burundi con su padre, un empresario francés, una vida típica de un niño de clase media y se divierte con un grupo de amigos haciendo las cosas habituales que se hacen en una pandilla a los 10 años de edad. Todo transcurre pacíficamente y está narrado con gran agilidad. Pero, en un momento determinado irrumpe la guerra y los conflictos tanto en Burundi como en la Ruanda de la que es su madre y gran parte de su familia. Aquí la tranquilidad se ve alterada y Faye escribe las que para mí son las mejores páginas del texto porque es capaz de transmitir muchas sensaciones con pocas palabras y sin usar truculencias innecesarias. Creo que aquí radica uno de los grandes méritos de un libro que he leído prácticamente de un tirón porque la historia iba ganando en intensidad y era difícil abandonarla.

Como debut literario no está nada mal. Una lectura muy recomendable tanto por la frescura con la que está narrado, como porque pone en contacto con realidades muy diferentes a las que estamos habituados.

Además de la reseña mencionada al principio, hay otra interesante de Carlos Bajo en wiriko.org.


Gaël Faye, Pequeño país. Traducción José Manuel Fajardo




jueves, 15 de febrero de 2018

Mis autores favoritos XXVI: Emmanuel Carrère





En la ya larga lista de autores favoritos le toca hoy el turno al último llegado a mi biblioteca. Hasta hace unos cuatro años desconocía totalmente la existencia de Carrère. Fue un comentario en un programa de radio el que me llevó a leer El adversario,  y desde entonces he buscado sus otros libros ya publicados o he estado atento a las nuevas traducciones. Solo hay uno que no he podido conseguir, precisamente el único no publicado por la editorial Anagrama a la que hay que agradecer el esfuerzo de publicar la obra de este gran escritor francés.
Su obra se podría dividir en dos partes. En su primera época, que es la que se ha traducido en último lugar, escribía novelas más tradicionales aunque siempre con un toque diferente. Luego, se ha dedicado a lo que se suele denominar como la faction o, por aquí, no ficción. Tengo que decir que esta segunda parte es la que más me ha interesado del autor y donde creo que están sus mejores libros desde el ya citado a Limónov pasando por el que más me ha impresionado de todos, De vidas ajenas.
Hay que decir que estamos ante un gran contador de historias; un escritor que, además, sabe manejar muy bien los tiempos del relato y graduar la intensidad; y también alguien que elige extraordinariamente bien los temas.
De los nueve libros que aparecen en esta entrada solo me queda por leer Bravura que creo que es su primera novela. Por otra parte es un autor al que dentro de no mucho tiempo habrá que releer porque tengo la impresión de que alguno de sus libros, como el buen vino, incluso mejorarán con el tiempo.
No suelo hacerlo en las entradas de esta serie, pero por su interés dejo dos enlaces: el de Daniel Gascón en letraslibres.com porque hace un interesante recorrido por toda la trayectoria de Carrère,  y el de infobae.com porque recoge los cinco mejores libros con un breve comentario.
Solo me queda animar a la lectura de cualquiera de sus libros excepto quizá el único que no me ha gustado, El reino, pero en este caso soy un poco sospechoso por mi ateísmo y anticlericalismo.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Una sorprendente primera novela



Creo que no hago sino repetir un lugar común si afirmo que lo primero que sorprende en esta magnífica novela es el hecho de que haya sido escrita por alguien de veintitrés años. Parece una obra de la plena madurez de alguien que se dedica a la literatura.
Si hace unos meses al comentar la primera novela que leía de la autora decía que me había parecido un tanto desigual, ahora tengo que decir que esta me parece una obra prácticamente redonda. Los personajes están plenamente conseguidos en su concepción y en sus matices; las historias que va contando tienen gran interés y, en muchos casos, hondura psicológica; la alternancia del protagonismo de los diferentes personajes en los capítulos está muy bien organizada; la novela va avanzando poco a poco y, además, tiene un componente de crítica social y política como recoge Elvira Lindo en el Prólogo:

“Si encuentro un halo visionario en la prosa de McCullers es debido a que los discursos enardecidos de sus personajes, discursos porque en ocasiones hablan como si estuvieran ante un público que no ven, poseen una enorme cualidad política, están empapados del espíritu de su tiempo.” (p. 9)

Esto se puede ver bien reflejado en los dos siguientes fragmentos:

“Observa la lenta aglutinación capital y poder, y cómo ha llegado hoy a su cúspide. Ve América como una casa de locos. Ve cómo los hombres tienen que robar a sus hermanos para poder vivir. Ve cómo los niños se mueren de hambre y las mujeres trabajan sesenta horas por semana para ganarse la comida. Ve a todo ese maldito ejército de parados y los miles de millones de dólares y miles de kilómetros de tierras desperdiciada.. Contempla cómo se aproxima la guerra.” (p 169) (De un extenso monólogo de Jake.)

“Los cinco pacientes no se habían perdido por ninguna negligencia de su parte. La culpa había que buscarla en los largos años de necesidades que habían tenido que soportar. Las dietas a base de pan de maíz, vientre de cerdo y jarabe, el amontonamiento de cuatro o cinco personas en una sola habitación. La muerte de los pobres.” (p.273)

Hay bastantes momentos más en los que se habla de la situación política a partir de monólogos de dos de los principales personajes protagonistas: Jake Blount, un marxista que incluso está intentando crear una organización  -Acción-, y Copeland, el médico negro que es uno de los personajes que más me ha llegado en una novela en la que la resulta muy difícil destacar a alguien porque también hay otros grandes personajes como la joven Misk –que parece que es un trasunto de la autora-; el dueño del restaurante y buena persona que es Biff Brannon y, por supuesto, el para mí enigmático sordomudo Singer que recibe a todos y a todos acoge y escucha, un personaje positivo pero tan solitario como en el fondo la mayoría.
Además de en esos monólogos, a lo largo de todo le texto se van deslizando ideas contra el racismo de forma directa o, indirectamente,  mostrando la situación de algunos miembros de la comunidad negra. Hay que tener en cuenta que el libro aunque nunca se dice en qué lugar concreto se desarrolla la historia, sí menciona que es en el sur. También aparecen en más de una ocasión referencias a Hitler y al fascismo.
Se dice también muy acertadamente en el Prólogo que la autora tiene: “(…) perspicacia psicológica, sentido social, observación sensitiva, intuición sexual…” (p. 12)
Esa gran sensibilidad creo que es lo que hace tan grande esta primera novela de McCullers que se lee no solo con total interés sino, como sucede con las grandes obras, participando de alguna manera en la historia que se nos está contando.
Más que recomendable. Habrá que acercarse a más obras de la autora.
Existe una buena reseña de Montuenga en unlibroaldía.blogspot.com.

Carson McCullers, El corazón es un cazador solitario. Traducción Rosa María Bassols Camarasa.

lunes, 12 de febrero de 2018

Otra perspectiva de Afganistán



En los últimos tiempos estoy recuperando bastante el respeto y  la admiración que siempre había tenido por la profesión de periodista. La información y la comunicación me parecen elementos clave para un desarrollo de la democracia y para ir consiguiendo un mundo mejor. A esta recuperación está colaborando un grupo de periodistas entre los que quiero destacar aquí a Mikel Ayestaran, Xavier Alkorta y Ramón Lobo. Estos tres están dedicando, o como en el caso de Lobo ha dedicado, su trabajo a hacernos conocer mejor lo que pasa en esos lugares del mundo de los que solo tenemos noticia cuando algo malo sucede.
El libro que ahora comento fue publicado originalmente en 2010, pero no lo he conocido hasta esta nueva edición.
Dice Lobo en un capítulo a modo de introducción:

“A veces, antes de partir el periodista emborrona su libreta de notas con ideas absurdas para combatir el pánico en cualquiera de sus formas: miedo al fracaso, a no entender, miedo a no saber contar, miedo a no regresar, o regresar incompleto.” (p. 14)

Confesión que ya indica de qué tipo de persona se trata: sincera y sensible. Y tras la lectura del libro esa primera impresión queda perfectamente corroborada.
Fruto de dos viajes a Afganistán enviado por El País -ese diario que tuvo una buena época aunque ahora sea objeto de mi más absoluto desprecio-, salen estos cuadernos en los que el autor más que intentar explicarnos lo que pasa en la política afgana, y a pesar de que se desplaza porque hay elecciones presidenciales, lo que busca y consigue plenamente es contarnos cómo lo pasa la gente que vive en un país que lleva decenios en permanente conflicto. Y para eso, nada mejor que acompañar a esa gente, hablar y sentir con ella. Así veremos a la dueña de un restaurante que enseña a leer a sus empleados, a un niño que vive de la venta de zumos en la calle, a un cambista de divisas, a unos libreros (¡qué moral  y qué amor a la cultura hay que tener para serlo en esas circunstancias!), a un trabajador de obras públicas, etc. Y también recorreremos el mercado de pájaros, el cementerio de los ingleses o estaremos en el hotel Serena.
Todo ello de la mano de un reportero que sabe sacar mucho partido a sus observaciones y transmitirlas de forma clara. De vez en cuando establece también algunas analogías con otros conflictos en los que ha estado presente como Irak o la exYugoslavia que resultan interesantes.
Al final, el lector logra una visión bastante profunda de la vida en ese país  o, mejor dicho, en su capital que es donde desarrolla Lobo su trabajo. La situación en el resto del país debe de ser seguramente mucho peor.
Dos breves fragmentos pueden resumir bien la idea bastante negativa y pesimista que el autor transmite:

“Aquí, más allá de los saqueadores de cuello blanco, no hay clases sociales, todos son pobres y supervivientes.” (p. 51)

“En Afganistán la gente nace y crece en la incertidumbre cotidiana y en la certidumbre de que nada cambiará gane quien gane la guerra, gane quien gane las elecciones.” (p. 111)

Y también reproduzco otra idea porque creo que recoge muy bien cuál es uno de los principales problemas que tenemos los occidentales cuando nos enfrentamos a estas situaciones:

“En estas condiciones de inseguridad y sensación de fracaso, los que más fuman en Kabul son los extranjeros, sean de la OTAN, Naciones Unidas, diplomáticos, humanitarios, empresarios, buscones varios o periodistas. Esta tribu de occidentales parece empeñada en organizar la vida de unos señores muy pobres a los que nadie ha preguntado por sus  gustos, tradiciones, anhelos y manías.” (p. 60)

Un libro magnífico. Escrito con gran sensibilidad y gran respeto a todos los que aparecen en él. Un texto de un buen periodista que, retomando una idea del gran Kapuscinski tantas veces citada, tiene que ser también una buena persona para hacer así su trabajo. (Reconozco que ya tenía esta idea tras la lectura de su anterior libro Todos náufragos.)



Ramón Lobo, Cuadernos de Kabul. Historias de mujeres, hombres y niños atrapados en una guerra.

domingo, 11 de febrero de 2018

Artículos interesantes

Esta semana es prácticamente un monográfico sobre el periodismo, esa profesión que tanto me gusta y que tantos disgustos me da últimamente por cómo actúan muchos de los profesionales y la degradación a que se está llegando en el sector. Incluyo también un artículo sobre Cataluña  y una entrevista muy interesante.

Carlos Hernández habla de periodismo y publicidad a raíz del último programa de Salvados sobre la industria cárnica. (eldiario.es)

Fernando Broncano escribe sobre la posverdad y su aplicación en diferentes sectores. A mí me ha interesado sobre todo su referencia a la información. (ctxt.es)

José Luis Martín comenta los resultados de un amplio estudio internacional sobre la visión que los ciudadanos tienen de su prensa. La que se practica en España no sale muy bien parada. Normal. (ctxt.es)

Carlos Elordi ha escrito un texto que me gusta porque se sale bastante de la línea habitual en los de su profesión. Un texto, además, valiente que comparto plenamente. (eldiario.es)

Ramón Lobo entrevista a uno de los mejores analistas desde la izquierda y de la izquierda, Ignacio Sánchez-Cuenca. Merece la pena leerla con detenimiento aunque no se compartan todos sus análisis. (eldiario.es)
(Sánchez-Cuenca acaba de publicar el librito  La superioridad moral de la izquierda del que solo he leído el magnífico Prólogo de Íñigo Errejón y la Introducción; el libro promete)

jueves, 8 de febrero de 2018

Pequeña decepción



“-Bueno-empezó ella animada-, un poco de todo, la verdad. Algunos le gustaban, pero a menudo le parecía un poco como si te complicaras demasiado y todo se volviera muy difuso, o equivocado, bueno, la verdad es que podía ser bastante crítica a veces, pero no creo que todos le disgustaran.
-Bien-comentó él-. Bien.
-Estaba descontenta porque decía que era como si no consiguieras poner orden en tus libros, a algo así, decía que dabas mil vueltas a cosas en las que debías ir al grano, no sé si me explico, y eso le molestaba, pero no dejaba de leerlos, sino que seguía aunque no estuviera contenta. Y eso, pese a todo, era bonito, ¿a que sí?” (p. 248)

Cuando casi al final del libro me encontré con este diálogo me quedé absolutamente sorprendido al ver cómo en el propio libro leía las mismas cosas  que yo pensaba. Este diálogo se produce entre el propio Enquist y la sobrina de la mujer con la que tuvo la cortísima relación que, según él,  motiva que escribiera este libro. La mujer ha muerto y ha encargado a su sobrina que le lleve una carta a Enquist para que acuda a su entierro. Esta le dice que su tía había leído sus libros y entonces ante la pregunta de qué le habían parecido surge este diálogo.
Es el cuarto libro que leo de este original y muy especial autor sueco. Dos me han encantado y con los otros dos me ha pasado un poco lo que acabo de recoger en la cita. En este caso, junto a capítulos –cada uno es una parábola- realmente espléndidos y de una gran emotividad hay otros en los que he estado bastante perdido.
Enquist vuelve a escribir un texto muy autobiográfico y vemos aparecer a parte de su familia: su Padre y su Madre, una prima y una tía; junto a ellos Ellen, la mujer de cincuenta años con la que a los quince tuvo su primera relación sexual contada en el que para mí es quizá el mejor capítulo del libro; también hay referencias constantes a la religión con fragmentos a veces bastante críticos como el siguiente:

“Sintió botar dentro de sí, tal y como era de esperar, una rabia racional no desprovista, sin embargo, de un cierto sentido del humor. La industria religiosa había conquistado la dirección postal de la Madre. Todas y cada una de las pequeñas sectas parecían considerarla como la base económica de sus actividades. Se perfilaba una industria basada en la voluntad de sacrificio; financiada por la pequeña pensión de la Madre y otras ancianas apopléjicas como ella.” (p. 69)

Siguiendo con el tema de la religión hay otro capítulo muy emotivo en el que la “tía corajuda”, como él la llama, ya a punto de morir se hace apóstata. No pueden faltar por supuesto las referencias a su alcoholismo y al año 1990 cuando dejó la bebida y se rehabilitó.
Junto a lo anterior, que resulta una lectura muy atractiva y que te atrapa, hay otros momentos en los que bien sea porque no sabes muy bien qué te está contando o porque realmente se muestra muy difuso y no va al grano (comentario sacado de su propio texto), la lectura pierde intensidad; al menos es lo que me ha pasado a mí. Algo parecido me sucedió leyendo La biblioteca del capitán Nemo y nunca con Mi vida, su magnífica autobiografía.
Hay que destacar en este libro, como en el resto, su cuidado lenguaje y su siempre original estructura.
Creo que para entrar en el mundo de este autor lo mejor es empezar con su autobiografía.
Como curiosidad, se ha producido la coincidencia de que mi hijo de 8 años y yo hemos estado leyendo al mismo tiempo un libro de Enquist; evidentemente el suyo dirigido al lector infantil.

Per Olov Enquist, El libro de las parábolas. Traducción Martin Lexell y Mónica Corral.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Vuelven los espías



Este escritor fue uno de los primeros en aparecer en una serie que hago en el blog llamada: Mis autores favoritos. He leído todos los libros que se han publicado en castellano y soy un ferviente admirador de su obra desde los años setenta hasta la actualidad, si bien es cierto que los últimos libros no los he leído nada más publicarse salvo el que ahora comento.
En este libro, que parece que será el último dedicado al tema del espionaje, retoma Le Carré los personajes de sus obras más importantes y significativas haciendo una especie de secuela, precuela o coda final (tomo esta idea de la excelente y erudita reseña de Rodrigo Fresán) con respecto a aquellas grandes novelas. 
No diré nada sobre el contenido porque se puede encontrar muy buena información en la citada reseña y en la que nombraré  más adelante. Sí quiero comentar que me parece un Le Carré en gran estado de forma, urdiendo una trama verdaderamente endiablada y muy verosímil dentro de la historia por él creada hace más de cincuenta años, porque de eso se trata, de volver a reconstruir cosas que sucedieron hace ese tiempo.
Sobre el estilo dice Rafael Narbona en elcultural.com:
“Con una prosa desnuda, minimalista y, ocasionalmente, lírica, Le Carré construye una aventura apasionante. Su precisión no es un simple prodigio de exactitud e ingenio, sino un ejemplo de orden, limpieza y transparencia, virtudes clásicas que a veces se echan de menos en otros géneros.” 
Y no se puede expresar mejor con menos palabras.
Novela que atrapa como todas las del autor y novela en la que la moral no siempre aparece en el lado de los “buenos” que es, por otra parte, una de las grandes enseñanzas de este magnífico creador de historias.
Aunque sea el último libro que dedica al tema del espionaje, esperemos que no sea el último que escriba. Autores que nos hagan disfrutar tanto con lo que leemos son necesarios siempre.

John le Carré, El legado de los espías. Traducción Claudia Conde.

martes, 6 de febrero de 2018

Periodismo y poder


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Del Prólogo escrito por Pascual Serrano extraigo el siguiente largo fragmento que resume muy bien el contenido del libro: “A lo largo de esos capítulos nos mostrarán que los medios anglosajones –igual que los españoles- se alinearon con las mentiras que justificaron invasiones, fueron cómplices del genocidio y el golpe de Estado en Timor, ocultaron el papel de Estados Unidos en el derrocamiento de Aristide en Haití en dos ocasiones, ignoraron el apoyo de la administración de Reagan a las políticas de represión contra decenas de miles de civiles inocentes en El Salvador y Guatemala y la creación de un ejército terrorista financiado por el narcotráfico para derrocar al legítimo Gobierno sandinista de Nicaragua. Los mismos medios que, temerosos del poder de petroleras y grupos industriales, dejan en segundo plano asuntos tan importantes para la supervivencia del planeta como el calentamiento global.” (p. 15)
Y es que estos dos periodistas británicos hacen un análisis a veces exhaustivo de informaciones que dan los medios considerados progresistas fundamentalmente The Guardian, The Observer, The Independent y la BBC.
En esos análisis destacan lo que suponen directamente mentiras o informaciones no contrastadas y lo que son ocultaciones de hechos conocidos. Por ejemplo, sobre el tema de la guerra de Irak ofrecen muchos datos que confirmaban la no presencia de armas de destrucción masiva y también las informaciones incorrectas sobre la salida de los inspectores de la ONU que la prensa calificó de expulsión. Al respecto hay una interesante entrevista con el director de programas de actualidad  de la BBC.
A propósito de esta entrevista tengo que decir que quizá una de las cosas más interesantes del libro, y de las que más me han llamado la atención, es este tipo de entrevistas y, sobre todo, los correos que se cruzan con periodistas de los diferentes medios sobre informaciones dadas por ellos. Desde luego no me imagino que algo parecido pueda suceder en España, pues los interpelados no tienen inconveniente en dar las explicaciones que estiman pertinentes y que justifican lo que han hecho.
Evidentemente, Edwards y Cromwell son muy críticos con su profesión o, por decirlo más exactamente, con cómo la ejerce una gran parte de la prensa. Así, podemos encontrar textos como los siguientes:

“Y esto nos lleva a una de las características más reseñables de la función de los medios: que muchos periodistas, como individuos, pueden llegar a comportarse como una obediente manada, pese a la plena disponibilidad de pruebas que refuten la versión consensuada.” (p. 78)

“Pero los periodistas que refuerzan conscientemente una imagen del mundo políticamente correcta y maniquea –un mundo de “intervenciones humanitarias” (“Nosotros”), y de Estados fallidos” (“Ellos”)- son piezas fundamentales del engranaje del asesinato masivo.” (p 273)

“Como nos creemos esencialmente superiores, nuestras vidas son más valiosas. Somos seres enérgicos y modernos; ellos son masas de personas empobrecidas y débiles. Cuando los terroristas nos asesinan, morimos como personas con nombres, familias e historias. Cuando somos nosotros quienes los asesinamos, mueren como masas anónimas.
Hay ocasiones en las que los periodistas intentan razonar este hecho insinuando que las vidas de los occidentales nos importan más porque nos sentimos más estrechamente identificados con las personas que comparten nuestro modo de vida.
(…)
La pura y dura realidad es que muchos de nosotros estamos verdaderamente convencidos de nuestra superioridad, de que somos más valiosos que los ciudadanos de Colombia, Irak, Afganistán o Congo.” (p 290)

Este último fragmento me ha gustado en especial porque refleja uno de los temas que más me han preocupado últimamente, sobre todo a partir de los diferentes atentados en París, Londres o Barcelona, y que es el tratamiento tan diferente que se da a los muertos en atentados terroristas según dónde se produzcan.
El libro es muy duro con la situación de la información en Gran Bretaña, principalmente,  y en los Estados Unidos que son los lugares en los que centran su atención. No quiero ni imaginar el resultado si se hiciese algo parecido en España. 
En todo caso hay que advertir que se trata de un libro publicado en 2005, es decir, que no trata de problemas y conflictos más actuales que también merecerían un análisis de este tipo. Por otra parte, no siempre es fácil seguir el proceso de discusión por desconocimiento del tema y de los periodistas que intervienen en los debates, pero eso no quita que estemos ante un libro muy importante para los que estén interesados en la situación de la información.
  
David Edwards y David Cromwell, Los guardianes del poder. El mito de la prensa progresista. Traducción Josebe Alkorta.