No es un grandísimo escritor, pero sí es un buen narrador y, sobre todo, sus historias tienen todos los ingredientes para ser interesantes y por momentos apasionantes. Se desarrollan fundamentalmente en Argelia país tan cercano y, al mismo tiempo, tan desconocido; tratan temas como la violencia, la corrupción política, el terrorismo islamista y el fundamentalismo en general, en definitiva todo lo que ha llevado al país al desastre y a aparecer en las primeras páginas de los diarios.
Hay una serie que es novela negra con un curioso inspector de policía, el comisario Llob. El resto se dedica a esos temas e incluso en una, El escritor, hace una semblanza autobiográfica.
El nombre es un pseudónimo ya que el autor era miembro del ejército cuando empezó a publicar y no parecía conveniente hacerlo con su propio nombre por la crítica tan fuerte que hacía del sistema político argelino. Posteriormente se trasladó a Francia y, aunque mantiene el nombre literario, ya aparece públicamente con el verdadero.
Como decía al principio aunque no sea un gran escritor sus libros suelo leerlos de un tirón y su escritura es de las que me gusta: seca, directa, cortante y también sutil cuando hace falta.
Es de esos autores que cuando uno entra en contacto con él está esperando que publique algo nuevo.(De hecho el otro día vi en la FNAC de Madrid su último libro en francés y espero que se traduzca rápidamente).
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