La política española: un erial
Siempre se ha dicho que los
pueblos tienen los gobiernos que se merecen. Creo que no es del todo cierto
pues hay muchas ocasiones en las que no es fácil desembarazarse de quienes
gobiernan como sucede en la mayoría de las dictaduras. Ahora bien, lo que sí que
creo que es muy cierto es que los pueblos tienen los políticos que se merecen
o, al menos en democracia, los que se quieren dar.
Hace ya tiempo que en España se
escucha el comentario de que la actual generación de políticos deja mucho que
desear sobre todo si se la compara con lo que hubo hace veinte o treinta años.
Es difícil establecer comparaciones de ese tipo. De hecho recientemente he
tenido ocasión de escuchar intervenciones de algunos de esos políticos tan
valorados y, la verdad, o han cambiado mucho, o no era para tanto (me refiero por ejemplo a José
Luis Corcuera o al mismísimo Alfonso Guerra).
En cualquier caso, y dejando de
lado las comparaciones, odiosas o no, lo cierto es que actualmente el nivel
tanto intelectual como en demasiados casos moral de los políticos es
manifiestamente mejorable. Yo diría que incluso los conocimientos de su propia
profesión, esto es la política, es también bastante deficiente. Se dice que una
de las principales razones del gran éxito de la educación en Finlandia es que
se dedican a ella personas de las más relevantes de las diferentes promociones.
Pues bien, me temo que lo mismo, pero justamente al revés, sucede con los
políticos en España. Desconozco totalmente la causa aunque creo que entre otras
cosas tienen que influir cosas como: el desprestigio actual de la profesión, la
estructura interna de los partidos que lleva a los cargos a gentes según su dedicación
a tareas internas y no según la preparación o conocimientos,…
No soy muy seguidor ni siquiera a
nivel informativo de la política local ni autonómica, pero a raíz de la huelga
de los enseñantes he tenido que ver intervenciones orales y escritas de algunos
políticos de Mallorca. En fin, tristeza es un eufemismo para no herir demasiadas
susceptibilidades. Personajes como la consellera de educación, Joana Maria
Camps, o la diputada del mismo partido y “experta” en educación, Aina Maria
Aguiló, han tenido intervenciones lamentables en muchos sentidos, pero sobre
todo por el gran desconocimiento de los temas y el desparpajo con que despachan
los asuntos.
Obviamente, en todas las
autonomías y, lo que es peor, en todas las ideologías, nos podemos encontrar con
casos así. Ni que decir tiene que si hablásemos de corrupción o simplemente de
pequeñas corruptelas la nómina también sería muy amplia. Aunque tengo que
reconocer que si bien la corrupción la doy por amortizada y sólo pido que los
partidos sean capaces de actuar cuando surjan los casos y no hagan, como sucede
ahora, el don Tancredo, no me sucede lo mismo con el nivel de nuestros
políticos que, o lo elevamos, o terminarán hundiéndonos con ellos.
No he querido dar demasiados
nombres, pero el listado de gentes incompetentes es bastante largo tanto entre
miembros de gobiernos de los diferentes niveles del estado como de la dirección
de los principales partidos, pasando por diputados, senadores, alcaldes,..
En su descargo habrá que
reconocer que, desgraciadamente, no dejan de ser una representación de la
sociedad a la que, valga la redundancia, representan.
Inmigración
Lampedusa, Melilla, Ceuta,
estrecho de Gibraltar, estrecho de Sicilia, Río Grande,…Muros de 6, 7, …metros
de altura, vallas electrificadas, lanchas de policía de todos los tamaños,
helicópteros, coches patrulla,…España, Italia, Estados Unidos…
No se pueden poner puertas al
campo. No se pueden evitar los fenómenos migratorios. No se puede esperar que
las inmensas diferencias de riqueza en distancias de unos pocos kilómetros, y
con unos medios de comunicación que facilitan el conocimiento universal y al instante de todo lo que sucede,
no fomenten el famoso “efecto llamada”.
La mayoría de los estadounidenses
descienden, al igual que los argentinos, de los barcos (y australianos y canadienses
y…); entre 1959 y 1965 salieron de España hacia distintos países europeos dos
millones de personas; italianos y griegos se encuentran repartidos por todo el
mundo. Para qué seguir. Es un fenómeno histórico universal. Se ha dado siempre
en distintas zonas y con diferentes magnitudes, pero siempre. Y se seguirá
produciendo, no se puede evitar aunque sí se pueda y se deba regular lo mejor
posible para que no se produzcan tantas muertes inútiles y tanto aprovechamiento
por parte de empresarios indeseables de esa mano de obra barata.
El verdadero provecho lo están
obteniendo hoy los partidos de extrema-derecha europea cuya principal y casi
única razón de existir es, precisamente, el rechazo de la inmigración. La
xenofobia y el racismo están subiendo como la espuma y, en países como Francia,
pueden ganar las elecciones europeas grupos políticos con esa bandera. De hecho ya han ganado la batalla con la política de Manuel Valls, ministro del Interior, hacia los gitanos.
Malos tiempos para la lírica.
Cine
Para desintoxicar un poco daré
algunas recomendaciones cinematográficas.
El último concierto o Una casa
en Córcega son dos películas “bonitas”, amables, de sentimientos, de las
que sales del cine con buen ánimo que en un mundo como el actual no es mala
cosa.
Gravity es una película no sé si decir de ciencia ficción con
unas imágenes espectaculares
que se bastan y sobran para que merezca la pena verla.
Prisioners es un thriller con lo mejor del género y, lo que es
muy importante, con un guion sin trampas que es uno de los grandes peligros del
género. Además, muy bien interpretado.
Rush es una de esas películas que no hubiese ido a ver,
pero que me resultó inesperadamente entretenida e interesante.
Mud es un drama bien contado e interesante.
Como serie de televisión tengo
que recomendar Bron/Broen, una producción
policiaca sueca y danesa muy bien ambientada como suelen hacer siempre los
escandinavos.