miércoles, 29 de septiembre de 2021

Más humor australiano


A lo largo del año he podido leer los tres libros en los que se recopilan los relatos que escribió Cook. Este me ha costado algo más conseguirlo porque he tenido que esperar a su reedición, pero la espera ha merecido la pena porque es Cook en estado puro.

Esta entrega la componen 14 relatos, o cuentos, la mayoría de los cuales tienen como protagonista a algunos animales que esta vez son: ratas, lagartos, perros, gatos, caballos, topos o un avestruz, o, en los pocos en los que ese protagonismo no lo tienen los animales, lo tiene un personaje siempre muy singular. Evidentemente, en todos está la presencia del autor como narrador y, sobre todo, como participante activo o pasivo de todo lo que sucede, aunque me ha parecido ver que esta vez hay menos referencias personales que en libros anteriores.

Además de un gran sentido del humor que es marca del autor en todos sus relatos, hay también magníficos diálogos, tipos duros y tipos listos del outback, gran consumo de bebidas alcohólicas y una divertida caracterización de algunos animales con rasgos muy humanizados como se puede apreciar en este ejemplo: “El avestruz es un pájaro malvado. Esta naturaleza maligna se deja entrever en sus ojos pequeños, mezquinos y despiadados. Su única expresión es de asco y desprecio hacia los seres vivos en general, y hacia mí en particular”. (p. 159)

Dice ManuelHidalgo, en un artículo dedicado al humor del autor, que este suele empezar los relatos con un párrafo magnífico, y es cierto. No me había fijado en ese aspecto aunque sí notaba algo cada vez que empezaba la lectura de un nuevo relato. Dejaré como muestra el comienzo de los dos primeros

“Nadie ha robado jamás un coche en Tennant Creek, por la sencilla razón de que no hay adónde llevárselo”. (p. 9)

”Sospecho que Alex Robinson se hizo piloto solo porque le aterrorizaba toda criatura viviente que caminara por tierra, nada por agua o surcara los aires. A pesar de ello, era un piloto excelente, e igualmente a pesar de ello no volveré a volar con él jamás”. (p. 23)

Creo que son lo suficientemente ilustrativos del estilo de Cook.

Como he dicho cuando comentaba los anteriores libros de sus relatos, con algunos me he reído a carcajadas, algo que no me suele suceder con la lectura. En este caso también me ha pasado con varios y destacaría en este aspecto dos: Astucia ratuna y Buenas obras y disciplina.

No me queda sino recomendar encarecidamente la lectura de cualquiera de los tres libros de relatos del autor. Creo que están garantizados el entretenimiento y la diversión, y con un poco de suerte hasta la risa franca y abierta.

Como en los libros anteriores, el traductor ha hecho unas buenas y también divertidas ilustraciones.

 

Kenneth Cook, El canguro alcohólico. Relatos humorísticos de la Australia profunda. Traducción e ilustraciones Guido Sender Montes.

 

 

 

lunes, 27 de septiembre de 2021

Mostrando el racismo

Otro escritor que desconocía aunque acabo de descubrir que tengo una serie de televisión basada en una novela suya anterior, El ferrocarril subterráneo. Poco a poco, y casi sin darme cuenta,  voy volviendo a la lectura de escritores estadounidenses. Seguramente tiene que ver con el hecho de que últimamente busco sobre todo libros que me cuenten historias interesantes y, leyendo la contraportada, este me pareció que podía ser uno de ellos.

El libro se basa en parte en algunos hechos reales al inspirarse en la historia de la Escuela para Chicos de Marianna, Florida. Una escuela que, tal y como aparece en el libro, se parece más a un reformatorio o un correccional.

El libro se divide en tres partes claramente diferenciadas por su contenido e intención.

En la primera, el autor nos muestra al personaje protagonista, Elwood Curtis, “El” en el libro, en su primera juventud. Abandonado muy pronto por sus padres, vive con su abuela Harriet. Trabaja fregando platos o en un estanco, pero lo que más le define es que es un seguidor de Martin Luther King, del que tiene discursos grabados en discos  por los que se inicia en el activismo.  Son los primeros años sesenta del siglo pasado. Esta parte es quizá lo mejor del libro al menos desde el punto de vista literario y de conocimiento de personajes.

En la segunda parte vemos a El ya en la Academia Nickel, a la que llega a partir de un error. Las páginas de esta parte se dedican principalmente a describir las penosas condiciones que tienen los chicos en ese lugar y el racismo imperante en el mismo. Es una parte muy documental aunque en ella adquiere protagonismo un alumno, Turner, que tendrá bastante importancia en el resto de la novela.

En la tercera, ya ha salido de la Academia, porque Turner y El se han escapado, y ha montado una empresa de mudanzas en Nueva York. En esta parte Whitehead va alternando los tiempos tanto hacia atrás como hacia adelante, algo que no había hecho en las partes anteriores en las que sigue la cronología de forma ordenada.

Hasta aquí las grandes líneas de lo narrado en el libro. Sin embargo, lo importante es la crítica por momentos feroz que hace de algunos aspectos de la sociedad de esa época. Desde luego el racismo en primer lugar, pero también la corrupción de los funcionarios de la institución que se dedican a vender las provisiones que corresponden a los alumnos, los malos tratos que llegan a causar la muerte de varios alumnos a los que se entierra en una fosa común y los abusos sexuales. Prácticas todas ellas centradas sobre todo en los alumnos negros.

Creo que en esto reside el gran valor de esta novela, en su denuncia de algo que pasó y que de alguna manera se trató de ocultar. El problema quizá es que las tres partes en las que la ha dividido el autor están un tanto desconectadas entre sí y tienen un valor literario algo diferente por lo que la novela se resiente y resulta un tanto irregular. No obstante, a mí me ha parecido muy interesante y, en general, me ha gustado y creo que es una lectura bastante recomendable.

Hay una buena y muy completa reseña de Marc Peig en unlibroaldia.blogspot.com.

 

Colson Whitehead, Los chicos de la Nickel. Traducción Luis Murillo Fort.

 

martes, 21 de septiembre de 2021

Una auténtica influencer


Cada vez procuro leer más libros escritos por periodistas ya sean de viajes, reportajes sobre distintos lugares del mundo, investigaciones o, como en este caso, fragmentos de la biografía de la política europea con mayor influencia en los últimos quince años.

Subtitula la autora el libro Crónica de una era, y es que, efectivamente, además del perfil biográfico de Merkel, el libro nos ofrece bastantes elementos para hacernos una idea de esos años no solo en Alemania sino en la Unión Europea, al menos en los momentos más cruciales del período.

El libro está dividido en nueve capítulos. En los tres primeros conocemos los orígenes de Merkel, su entrada en la política y su llegada al poder. En los dos siguientes realiza un perfil tanto humano como, sobre todo,  político. El resto los dedica a tratar casi de forma monográfica la actuación de la política alemana en temas como: la extrema derecha, el papel de la mujer y el feminismo, la austeridad y, finalmente, la pandemia.

Para todo se basa, además de en la bibliografía citada al final, en multitud de entrevistas tanto con gente cercana a la canciller como con otra muy lejos de su forma de entender la política; también con varios intelectuales y, claro está, en su experiencia como corresponsal en Berlín durante varios años.

Con todo ese material ha elaborado un texto realmente magnífico tanto por su contenido como por el tratamiento de la información, mostrando en cada momento las diferentes visiones de lo que cuenta y haciéndolo con una agilidad y una claridad envidiables.

La Angela Merkel que refleja el libro resulta alguien bastante diferente de la idea que yo tenía. Es cierto que en los últimos tiempos muchos estábamos cambiando la percepción sobre ella, pero tras este libro ese cambio se afianza y se justifica.

De las muchas características que aparecen en el texto sobre su forma de ser yo destacaría, entre otras, las siguientes: Paciencia de hierro, autocontrol, ausencia de vanidad, voluntad integradora, aguante físico, modestia y austeridad, no subestimar a quien tiene enfrente, curiosidad casi infantil y,  en privado, se ríe mucho y es muy irónica.

Desde un punto de vista más centrado en ella como política, creo que el siguiente fragmento resume a la perfección las dos visiones que se tienen:

” (…) aprendió que nunca debía ir por delante de lo que los alemanes quieren, que la clave residía en comprender, en sentir qué quieren, qué esperan, no en anticiparse. Merkel es la líder que ha sabido leer a los alemanes como pocos. Esa manera de gobernar, pragmática y ausente de dogmas, con los cinco sentidos puestos en las encuestas de opinión y el sentir ciudadano, es precisamente lo que muchos le reprochan. La acusan de ir a remolque de la opinión pública, en lugar de abanderar los principios y las ideas estratégicas que deberían guiar al país”. (p. 64)

Hay un aspecto concreto, el que se refiere a la situación de la extrema derecha en Alemania, que me ha gustado especialmente por razones obvias y sobre el que reproduzco el siguiente fragmento:

““En Alemania tenemos que admitir que hemos tenido un nivel constante de antisemitismo y de radicalización de derechas”. (Carolin Emcke, pensadora y autora de un libro sobre la fabricación del odio). Siempre ha existido, pero cree que lo que ha cambiado es, por un lado, que AfD ejerce de puente y aglutinador de la miríada de movimientos y sobre todo “la falta de inhibición y el orgullo del rechazo al otro”. En la calle se escuchan ahora afirmaciones racistas impensables hace diez años. En nombre de la lucha contra la corrección política, despliegan un racismo desacomplejado”. (p. 109-110)

Creo que no hace falta comentarlo.

Dentro de un libro en el que cada página tiene interés, buenas informaciones y agudas reflexiones, a mí me han llamado la atención especialmente algunos temas como: los cambios de posición de Merkel en aspectos tan relevantes como la energía nuclear, el matrimonio gay o las cuotas de las mujeres en los consejos de administración; algunas opiniones en contra de su estilo como negativo para la democracia; las diferencias que se apuntan entre el este y el oeste en el auge nazi y en el trato a los emigrantes; el papel del ahorro en la sociedad alemana y, finalmente, la entrevista con una persona que se dedica a desnazificar gente.

En fin, un libro algo más que recomendable, muy instructivo, con muy buenas informaciones y de primera mano, y con un tratamiento muy periodístico en el mejor sentido del término.

Hay una buena entrevista de Iciar Gutiérrez con Carbajosa en eldiario.es.

 

Ana Carbajosa, Angela Merkel. Crónica de una era.

 

 

 

lunes, 20 de septiembre de 2021

Buen descubrimiento


Es la primera escritora eslovaca que conozco y que leo. Es curioso porque en poco tiempo he tenido ocasión de ver dos películas producidas en ese país y las dos muy buenas e interesantes, lo mismo que pasa con este conjunto de relatos.

El libro lo forman cinco relatos que tienen como protagonistas a cinco mujeres distintas, aunque alguna puede tener cierta relación con otra, y que titula con sus respectivos nombres salvo el primero titulado Mi padre. Todos ellos están contados en primera persona por la protagonista y todos tienen en común el estar escritos con frases generalmente cortas y con gran expresividad.

Como refleja el título del libro, las madres juegan un gran papel en la mayoría de ellos. Los camioneros solo en el último. Hace tiempo que vengo observando en los libros escritos por mujeres, que suele ser importante en la mayoría la relación con la madre y, además, que no siempre aparece reflejada de una forma muy positiva. En este caso sucede algo parecido. Así: una no está conforme con nada de lo que hace su hija; otra es enormemente controladora;  otra racista, xenófoba y “repugnante”; otra apenas si aparece. Sin embargo, al mismo tiempo, suele haber un deseo de relación con ella incluso en los casos más duros.

Además, también se trata el tema de las relaciones afectivas en general,  los traumas que arrastran o los fracasos matrimoniales. Se puede decir que cada relato, aunque es un caso distinto, recoge experiencias que son comunes a muchas mujeres. A mí particularmente me ha parecido realmente magnífico, dentro de una media muy alta, el relato titulado Olivia que tiene como protagonista a una profesora y que profundiza en el tema de esa profesión, de los alumnos y también de la maternidad.

Un libro recomendable y una escritora de la que habrá que estar atento por si se traduce algún otro texto.

 

Ivana Dobrakoková, Madres y camioneros. Traducción Patricia Gonzalo de Jesús.

 


jueves, 16 de septiembre de 2021

Gran periodismo

Anderson es uno de los grandes periodistas desde hace ya bastante tiempo. Este es el tercer libro que leo de él. Me impresionó en su día La caída de Bagdad por lo bien que contaba todo y porque se comprometía en sus opiniones. Luego leí otro interesante sobre la herencia colonial en África y más recientemente una colaboración en un libro sobre Cuba editado por Leila Guerriero.

Este, dedicado a un fenómeno tan importante y significativo de una época del siglo pasado, es una pena no haberlo leído hace tiempo. Se publicó en inglés en 1992 y en esta edición en 2018. Digo que es una pena, porque hoy se lee ya como un texto de historia aunque haya un par de casos que sigan casi igual que cuando se hizo el libro.

El autor dedicó más de tres años entre 1988 y 1992 a visitar y convivir con cinco movimientos guerrileros: el FMLN en El Salvador, El Frente Polisario en el Sáhara, el grupo étnico de los Karen en Birmania, los muyahidines en Afganistán que luchaban contra el gobierno apoyado por la URSS y, en un caso un poco diferente, en Gaza con participantes en los enfrentamientos con Israel en la primera intifada.

A lo largo de los siete capítulos en los que ha dividido el texto, Anderson va explicando los diferentes aspectos de esos movimientos: los motivos de su creación, sus formas de vida en las duras condiciones en las que se encuentran, la financiación, la forma de hacer la guerra, los sistemas de justicia que han ido creando, las relaciones afectivas y el papel que juega la religión.

Es muy interesante observar las enormes diferencias que existen a veces en algunos de estos aspectos entre los diferentes grupos.

Como se puede apreciar se trata de una información muy completa para lo que se basa en lo que va viendo con su presencia entre los guerrilleros, pero también en lo que va conociendo a partir de entrevistas con diferentes miembros de la guerrilla, tanto dirigentes como simples “soldados”, en las que hablan de sus experiencias, sus intereses, sus vacilaciones, sus ilusiones, etc.

De todo ello sale una visión bastante completa de un tipo de movimiento que, aunque relativamente minoritario en cada territorio, tuvo gran importancia y resonancia desde los años sesenta del siglo xx.

Unos grupos formados por hombres y mujeres de los que dice Anderson en el fragmento que cierra el libro:

“Al final, todos los guerrilleros son cruzados, personas imbuidas de la creencia de que hay cosas por las que vale la pena morir. Y, sea lo que sea en lo que creen –el islam, el cristianismo, la “democracia”, el marxismo-leninismo o, simplemente, un mundo donde se diferencia lo bueno y lo malo-, luchan por realizar unos ideales más grandes que ellos mismos. Mientras tanto, en su lucha, los propios guerrilleros han adquirido unas dimensiones más grandes que la vida: son los santos, los dioses y los mártires en un mundo de su propia creación”. (p. 319)

Es interesante, por lo que supone de buena síntesis, la opinión que recoge de un guerrillero salvadoreño:

“- Somos como sacerdotes, célibes, aunque no porque queramos serlo; pobres, aunque no debido a los votos; y hemos aceptado la obediencia… porque a causa de la guerra, tenemos que hacerlo”. (p. 79)

En esta edición española hay un interesante Epílogo en el que Anderson actualiza la situación de los diferentes grupos. Así, podemos ver cómo hay grupos que incluso han llegado al poder a través de las elecciones como sucede en El Salvador, otros que prácticamente han desaparecido como los Karen birmanos y otros que continúan su lucha porque el conflicto no se ha resuelto como pasa en el Sáhara o Gaza.

Quizá hubiese sido interesante acompañar la edición con algún mapa sobre todo en los casos de El Salvador y Birmania porque no resulta fácil hacerse una idea del territorio que describe el autor.

Una libro recomendable aunque haya perdido parte de su gran interés al perder actualidad.

 

Jon Lee Anderson, Guerrillas. Traducción María Tabuyo y Agustín López Tobajas.

 

 

 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Decepción



Hay bastantes libros de Sanz en casa y, sin embargo, hasta ahora no me había apetecido leer ninguno a pesar de que es una escritora cuyas declaraciones me suelen gustar. Claro que lo mismo me pasa con Edurne Portela y tampoco he leído nada suyo.

Ya de entrada tengo que decir que esta novela no me ha gustado, se me ha caído pronto de las manos y me ha dejado de interesar, pero he decidido leerla hasta el final. Aparentemente se trata de un thriller aunque yo creo que eso es simplemente un artificio que usa Sanz para hablar de otras cosas.

La novela está dividida en tres partes, cada una narrada por un personaje diferente y ofreciendo un cierto perspectivismo. La primera la narra Arturo Zarco, un detective privado que, por lo que sé, protagoniza varias novelas de la autora. La tercera, Paula, la exmujer del detective. Y la segunda una vecina de la casa donde se ha producido el crimen que pone en marcha la acción, y lo hace a través de un diario ya que se trata de alguien que se considera una escritora. Hasta aquí todo bien e interesante.

¿Cuál es entonces el problema? En parte viene de lo que dice Ricardo Senabre en su reseña en elcultural.com:

“La concepción global de la novela era, pues, compleja. Su desarrollo, en cambio, deja cierto regusto de insatisfacción, porque ninguno de los aspectos enumerados acaba de perfilarse adecuadamente. Los personajes son inconsistentes, por más que la autora haya tratado de caracterizarlos con rasgos muy marcados -la homosexualidad de Zarco, la cojera de Paula, la afición del daltónico Olmo a las mariposas, el habla de Yalal, etc.-, e incluso algunos vecinos parecen salidos de la más tópica literatura costumbrista”.

A mí hay momentos en que me ha recordado a la película La Comunidad de Eloy de la Iglesia por ese costumbrismo, pero sin la misma calidad. Creo que el hecho de ver a los diferentes personajes retratados por varias manos sin que, por otra parte, se llegue a perfilar bien a ninguno es lo que hace que la novela deje de interesar. Hay demasiados vecinos, demasiadas historias, demasiados problemas y demasiada falta de concreción. Y hablando de excesos, no sé si es algo habitual en esta escritora, pero desde luego esa constante en este libro de hacer listas de montones de cosas ya sean objetos, características psicológicas o hechos, entre otras,  a mí me ha puesto nervioso en varios momentos.

En fin, una decepción mi primer contacto con Marta Sanz.

Tras la lectura he leído varias reseñas en blogs muy favorables al libro y lo mismo pasa con los fragmentos que ha seleccionado la editorial para la contraportada.

 

Marta Sanz, Black, black, black.

 

miércoles, 8 de septiembre de 2021

Relectura (casi) obligatoria


Dentro de la “campaña” de relectura que emprendí hace unos meses no podía faltar un texto de uno de mis escritores favoritos. No he tenido ninguna duda a la hora de seleccionar cuál debía ser ya que, a pesar de los casi veinte años transcurridos de su primera lectura, recuerdo el impacto que me causó siendo alguien que tiene una memoria bastante penosa.

Zweig es un escritor realmente magnífico y uno de los intelectuales importantes de su época. Ambas cosas se ponen de manifiesto en este libro que, por cierto, ha tenido y sigue teniendo mucho éxito en nuestro país.

Dice el autor en el segundo párrafo del prefacio:

“Nada más lejos de mi intención que colocarme en primer término, a no ser que se me considere como un conferenciante que relata algo sirviéndose de diapositivas; es la época la que pone las imágenes, yo tan solo me limito a ponerle las palabras; aunque, a decir verdad, tampoco será mi destino el tema de mi narración, sino el de toda una generación…”. (p. 9) 

Y es uno de los aspectos más relevantes del libro. Aunque aparezca como memorias y pudiera parecer algo casi exclusivamente personal, es cierto que lo que se conoce más que su propia trayectoria, que también, es la de toda una generación.

El libro está dividido en 16 capítulos que siguen un orden cronológico. Yo lo dividiría en tres partes diferentes en la extensión y el tratamiento. En los primeros capítulos escribe sobre su infancia y juventud, última década del siglo XIX y primera del XX, y en ellos hace muchas e interesantes comparaciones en cómo eran algunas cosas en esa época y cómo han evolucionado para ser tan diferentes en el momento en que escribe (año 1941). Así, por ejemplo, lo hace con la enseñanza, la sexualidad o la prostitución entre otros temas. (He de decir que esto me ha llevado a hacer algo parecido en mi experiencia y he encontrado bastantes similitudes aunque haya muchos años de diferencia, pero es que nuestro país ha sufrido un atraso brutal en gran parte del siglo pasado). A continuación, en lo que constituye el núcleo del libro, Zweig relata sus experiencias en diferentes lugares. Así, en Berlin, Zurich, París o Londres en los que vivió cierto tiempo, o en Rusia (la URSS), Estados Unidos o Sudamérica a los que viajó de forma puntual. Aquí nos presenta a muchos escritores, intelectuales y políticos con los que tuvo relaciones como Theodor Herzl, Walter Rathenau, Romain Rolland, Rilke o Gorki, entre otros. En la tercera y última se centra sobre todo en lo que estaba pasando desde la llegada de Hitler al poder y es la parte del texto más reflexiva y menos narrativa. En ella siguen apareciendo personajes de la relevancia de Freud o Richard Strauss.

Por lo dicho, se puede deducir que es muy poco lo que cuenta sobre su obra y menos, apenas alguna frase, sobre su vida privada. Lo primero es una lástima porque las pocas referencias que salen son muy interesantes para quienes hemos leído casi todos sus libros traducidos. Sobre lo segundo hay varias biografías que inciden mucho en ello.

Es importante conocer las circunstancias en las que Zweig escribe el libro, pues como afirma también en el Prefacio:

 “Lo escribo en plena guerra, en el extranjero y sin nada que ayude a mi memoria. En mi habitación de hotel, no dispongo de un solo ejemplar de mis libros, ni de apuntes, ni de una carta de amigo”. (p. 15) 

Hay que tener muy buena memoria para relatar muchas de las cosas que cuenta, pero, por otro lado,  el carecer de documentación creo que tiene la ventaja de llevarle a centrarse en aspectos más fundamentales y a hacer reflexiones más personales.

El libro está todo él atravesado por su liberalismo (burgués) y su pacifismo consecuente este con su cosmopolitismo. Es una versión de la época que, lógicamente, admite matices, pero que está hecha con enorme sinceridad y, como no podía ser de otra forma, extraordinariamente escrita, con ese estilo tan característico del autor.

Evidentemente, en un libro tan extenso, 546 páginas, hay momentos para todo aunque todo resulta muy interesante. A mí me han llamado la atención algunas cosas concretas por razones muy diferentes. Así: lo magníficamente que están reflejados los momentos de inicio de la I Guerra Mundial en Austria y también la inmediata posguerra; me ha parecido muy interesante lo que escribe sobre las razones de su éxito (de alguno de sus libros se vendieron 20.000 ejemplares el primer día); también los ejemplos que da de su amplísima colección de manuscritos; desde otro punto de vista, resulta curioso y de alguna manera intrigante el gafe que pareció perseguirle al principio con sus obras de teatro, ya que tres grandes actores murieron antes de llegar a estrenarlas; y, finalmente, lo que comenta sobre la guerra civil española, a raíz de su breve estancia en Vigo camino de América, me parece que refleja muy bien su forma de pensar.

En fin, creo que es uno de esos libros importantes de los que, además de disfrutar de la simple lectura, se puede sacar más de una enseñanza.

Hay una buena reseña en leeresvivirdosveces.com

 

Stefan Zweig, El mundo de ayer. Memorias de un europeo. Traducción J. Fontcuberta y A.Orzeszek.

 

 

lunes, 6 de septiembre de 2021

Crónicas mexicanas


Hace apenas tres semanas dejaba el comentario del primer libro que leía de esta escritora mexicana que descubría en ese momento, y ya estoy con el segundo leído y el tercero entre los pendientes de lectura. Está claro que es una escritora que atrapa tanto por el fondo como por la forma.

Es este libro recoge doce crónicas y relatos que escribió entre 2002 y 2011, esto es, entre sus ¡veinte! y sus treinta años. De los doce ninguno tiene desperdicio, sean más cortos o más largos, más realidad o con algo más de ficción, lo cierto es que Melchor sabe dotarlos de tal fuerza e intensidad que hay que leerlos poco a poco y dejar que vaya sedimentando lo que se está leyendo.

Dice la autora en la nota que precede a los textos:

“Sé que la subjetividad humana es quizás el campo menos periodístico que puede existir, y que algunos de mis relatos corren el riesgo de aparecer, a pesar de este chorro mareador, como ficciones. No me queda sino asegurarle al lector que mi intención al escribirlas fue siempre la de relatar una historia con la mayor cantidad posible de detalles y el menor de ruido, que las palabras que utilizo provienen del conocimiento íntimo de mis informantes, de la explotación total, a veces despiadada, de sus percepciones, y, por supuesto, de mi propia participación en los hechos y lugares descritos”. (p. 11-12) 

Aparece ahí una idea que creo fundamental a la hora de analizar la obra. Me refiero al lenguaje que utiliza y sobre todo a cómo sabe recrear el lenguaje popular; bien sea por sus “informantes” o por su “propia participación” en los hechos, lo cierto es que me parece algo muy definitorio de la obra de Melchor y, desde luego, de los textos que aquí se recogen. Eso sí, hay momentos en que no resulta fácil entender lo que se dice, pero no importa por la fuerza que tienen las expresiones.

Los temas de las diferentes crónicas  son muy variados aunque predominan los que deben de ser más habituales en la Veracruz en la que se desarrollan: droga, violencia, machismo, corrupción policial, justicia deficiente, etc. Para ello cuenta historias como la de una avioneta de narcos que confundieron con un ovni; la llegada de unos emigrantes al puerto de Veracruz creyendo que llegaban a Miami (en la que da título al libro); la terrible historia de Evangelina Tejada y cómo fue contada por la prensa; un linchamiento que terminó quemando vivo al linchado o todo el proceso de un exorcismo en el relato más largo del libro.

En fin, todo un muestrario de horrores tratados siempre con una escritura muy directa, carente de adornos y, como decía antes, utilizando mucho el lenguaje de la calle. Un libro muy recomendable.

Hay una reseña de Miguel Ángel Gómez Reyes en tierraadentro.cultura.gob.mex muy completa en la que se cuentan más cosas del contenido de algunos capítulos, y otra también interesante de Francesc Bon en unlibroaldia.blogspot.com.

 

Fernanda Melchor, Aquí no es Miami.

 

 

 

sábado, 4 de septiembre de 2021

Historia(s) del Tour de Francia



Hace apenas unos días comentaba en el blog Los sótanos del mundo, el libro por el que he conocido a este magnífico periodista y ya decía en el comentario que había empezado a leer este dedicado a la historia del Tour (se puede obviar lo de Francia porque “le Tour” no puede ser otro).

Dice Carlos Arribas en el Prólogo:

“La mirada de Ander Izagirre, ladrón fugaz de decenas de vidas de ciclistas, de sus recuerdos, la mirada con la que da vida, palabra, imagen, a decenas de momentos del Tour de Francia, es la mirada voluntariamente ingenua de la fascinación. Es la única mirada que admite el ciclismo  considerado como una pasión”. (p. 7). 

Y desde luego si algo rezuma cada página del libro es la fascinación y la pasión que por ese deporte siente el autor quien, por cierto, lo practicó de joven a nivel prácticamente profesional. No sé si al dejarlo se perdió algo importante el ciclismo, pero sí que lo ganó el periodismo.

No he sido un gran aficionado al ciclismo, pero sí que he visto innumerables finales de etapa retrasmitidos por la televisión, sobre todo en la época en que se cortaba la imagen a cada rato en las subidas a los puertos máxime si había algo de niebla. De todas formas sí tengo el suficiente conocimiento para que todos los nombres que aparecen desde finales de los cincuenta me resulten conocidos y algunos incluso familiares.

En mi infancia y adolescencia uno de nuestros juegos favoritos era reproducir las carreras ciclistas. Para ello, con las chapas de las botellas de cerveza y refrescos, elaborábamos nuestros “ciclistas” con su correspondiente foto y los colores del equipo. Luego, construíamos los circuitos bien en la tierra de un parque, dibujándolo con tiza en la calzada o aprovechando el borde de las aceras. Horas y horas de juego y clasificaciones que incluían el premio de la montaña. De ahí surge mi posterior afición a ese deporte. Por cierto que en esa época fui acérrimo seguidor del equipo Kas dirigido por Dalmacio Langarica que no recuerdo ahora haberlo visto en el libro.

Volviendo al texto de Izagirre tengo que decir que es un libro muy entretenido, aportando datos muy curiosos, enormemente divertido en algunas de sus anécdotas, emocionante también en algunos momentos y a partir de algunos personajes, y siempre escrito con mucha agilidad y buena escritura. Evidentemente un placer para aficionados a este deporte, pero creo que incluso puede disfrutar quien no lo sea demasiado.

Me limitaré a poner algunos ejemplos: antes de plantear la subida al Tourmalet la probaron en coche; un ciclista francés, Lapize,  llamó asesinos a los organizadores de la prueba; otro ciclista, Walkowiak, se arrepintió de ganar la carrera; retrata magníficamente la rivalidad, no exenta de camaradería a veces, de Bartoli y Copi; aparece también un Anquetil muy desconocido para mí (era el ídolo de casi todos mis amigos; uno llamaba a su bicicleta “anquetila”) y entre todas las anécdotas me quedo con la de El Cojo, un ciclista de Bilbao que se presentaba en las salidas sin nada para avituallarse (en esa época esto corría a cargo de cada participante), pero que había dejado cazuelas de bacalao a lo largo del recorrido o, también, que iba a París en bicicleta para participar en el Tour, lógico siendo de Bilbao, aunque también lógicamente terminaba abandonando y, por último, también relata muy bien algunas de las carreras tanto de Delgado como de Indurain.

En fin, un libro muy variado y del que se sale más aficionado que antes de su lectura. Hay otro sobre el Giro del mismo autor, pero no me animo porque es una carrera que apenas he seguido. Eso sí, insistiré en otros trabajos suyos.

Quien quiera más informaciones puede acudir a la buena reseña que hay en varadoenlallanura.blogspot.com

 

 

Ander Izagirre, Plomo en los bolsillos. Malandanzas, fanfarronadas, traiciones, alegrías, hazañas y sorpresas del Tour de Francia.