¡Me cago en Godard!, el anterior libro del autor, es uno de los pocos
libros que he leído que no he comentado en el blog. La razón principal es que,
aunque había visto una parte importante de las películas que menciona y
comenta, soy incapaz de acordarme de ellas y, por lo tanto, me perdí muchas
cosas de lo que deducía Vallín del contenido de esas películas. De hecho, me ha
pasado en más de una ocasión que al salir del cine y comentar con la gente la
película ya no me acordaba del final.
Viene esto a cuento del libro
que ahora comento porque ya desde el título se anuncia que va a haber otra vez
cine, que se van a comentar películas. Sin embargo, me he atrevido a su lectura
y menos mal que lo he hecho porque, efectivamente, se utiliza el contenido de
algunas películas como introducción o refuerzo de lo que se cuenta a
continuación, pero solo en algunos capítulos. En todo caso, aunque también he
visto la mayoría, una vez más no he sido capaz de recordar ni siquiera lo más
básico de las historias. No importa, se puede seguir perfectamente el libro sin
esas alusiones; yo en más de una ocasión me las he saltado. Espero que el autor
sepa perdonar mi falta de respeto a su sistema.
Después de este excesivamente
largo preámbulo, entro en el contenido del libro, un libro que no solo es
magnífico por los temas que trata, sino que es imprescindible lectura para
quien quiera buena información y, sobre todo, buenos análisis de algunas de las
cosas que nos pasan. Por si esto no bastara, hay que decir también que está muy
bien escrito y que se sigue con gran facilidad (bueno, salvo lo ya dicho para
mi caso).
Se recogen un conjunto de
artículos que en su mayoría ya han sido publicados, pero que así juntos creo
que adquieren más sentido al reforzarse unos a otros. Están divididos en dos
partes: en la primera, Leviatán desatado,
se tratan temas más generales, mientras que en la segunda, El liberalismo pop en la mesa camilla, se centra más en algunos
aspectos más concretos y hay bastantes páginas dedicadas a Podemos.
A mí me ha interesado más la primera
y me ha parecido que está más trabajada o, simplemente que al tocar temas más
generales y conflictivos, arroja más luz sobre asuntos como: el CGPJ, el modelo
territorial (aquí hay reflexiones fundamentales), la corrección política o su
hipótesis sobre el auge de la ultraderecha. Hay un artículo, en concreto el 8, España una pesadilla…, que me ha hecho
pensar y dudar de algunas certezas que tenía. Ya con esta parte se justifican
sobradamente las siguientes palabras del autor:
“Algunas historias de este libro de cuentos son caprichosas, injustas o están movidas por un desmelenado propósito de armonía. Pero lo que cuentan es cierto. Ocurrió así. También así. Y deberían operar – al menos para el autor lo hacen- como las luces nocturnas de una pista de aterrizaje, pequeños puntos de luz dispuestos en el vacío de la oscuridad que delimitan un espacio cierto pero invisible al que hemos de encomendarnos”. (p. 329)
También en la segunda parte
hay artículos muy interesantes. Así el 17, Gramática
parda, me ha aclarado muchas cosas de un tema que, aunque he leído
bastante, me seguía pareciendo confuso; también el 18, con el palo que reciben
tanto jueces como periodistas, y desde luego el que dedica a la figura de Pablo
Iglesias ante el que Vallín parece rendido, o en el que usa a Tom Ripley para
analizar el enfrentamiento entre Iglesia y Errejón (aquí me ha vuelto a pasar
lo que con las películas porque, habiendo leído toda la obra traducida de
Patricia Highsmith, no he sido capaz de recordar lo que cuenta). Finalmente, el
planteamiento de la lucha generacional a partir de las reflexiones de Juan
Cueto me ha hecho plantearme muchas y cambiar alguna que otra idea.
A lo largo de sus páginas se
citan también varios libros de los que yo destacaría, quizá porque los he
leído, los de Bernabé, a propósito de las identidades, y Lassalle, con su
defensa del verdadero liberalismo. Al primero lo critica con bastante severidad,
y creo que también con bastante razón, mientras que del segundo no tiene sino
buenas palabras, creo que también con razón.
Quizá el autor más citado es Jorge Dioni López del que reproduzco un fragmento que me parece realmente magnífico y un gran acierto el neologismo que inventa:
“Divertirse siempre ha sido
pecado. Los atrasistas, los que no
soportan tener que respetar a todo el mundo, los que se cabrean cuando otros
adquieren derechos, los que añoran perseguir o ridiculizar a los demás. Los atrasistas hablan de historia o
tradiciones sin tener ni idea de historia o tradiciones. Son los que no saben vivir sin tocar las narices a los
demás, sin odiar a alguien, sin insultar… De vez en cuando, alguien se
cuestiona los motivos del atraso español. Lo tiene delante. Esta gente, la que
habla de toros, caza y procesiones, es la que ha gobernado siempre. Los atrasistas. “. (p. 44)
Y puestos a reproducir fragmentos interesantes, no puedo dejar pasar el siguiente por su gran actualidad:
“La duda de por qué los jueces de carrera larga y eventualmente prestigiosa están dispuestos a hozar en las miasmas, de forma tan evidente que cualquier lego en derecho puede ver la chapuza judicial y la evidente intención política, con arbitrariedades transparentes como el agua clara, reside en el asunto principal de estas páginas: la batalla que el Estado Profundo español ha lanzado contra la indispensable puesta al día de sus estructuras y usos semidemocráticos”. (p. 301)
Como se ve estamos ante un
libro del que no basta una sola lectura. Varios de sus artículos hay que
volverlos a leer porque sus análisis ayudan a comprender mejor muchas de las
cosas que nos están pasando. Un libro que confirma que Vallín es uno de los grandes
periodistas de la actualidad (otro de los grandes es, precisamente, y seguro
que no por casualidad se encarga del prólogo, Enric Juliana). Confirma también
que se puede ser capaz de escribir
magníficos tuits de solo 240 caracteres y al mismo tiempo textos largos donde
esas ideas sintetizadas en tan poco espacio se desarrollan.
Un libro imprescindible para
quien quiera conocer el sentido más profundo de muchas informaciones que se
leen a diario. Un gran libro. ¡Ah!, y por supuesto, un libro muy comprometido y
pacíficamente combativo.
Pedro Vallín, C2PO en la corte del rey Felipe. La guerra
del Estado Profundo contra la democracia liberal.