Mostrando entradas con la etiqueta Claudia Piñeiro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Claudia Piñeiro. Mostrar todas las entradas

miércoles, 25 de junio de 2025

Magnífica estructura

 

Con Piñeiro me pasa lo mismo que con Yasmina Khadra, una vez que veo un libro suyo nuevo en la librería lo compro sin ni siquiera leer la contraportada. Mi fe en ambos se basa en que nunca me decepcionan. Será mejor que los anteriores o no, más interesante o no, pero siempre tienen algo que me llama la atención.

Creo que de Piñeiro he comentado todo lo que se ha publicado en nuestro país. Desde luego he visto que en el blog hay muchos libros suyos y que en el año 2018 hubo una pequeña inflación, algunos seguramente publicados antes.

Aunque se suelen catalogar sus libros como novela policiaca o novela negra, y es cierto que muchos responden perfectamente a esa catalogación, en bastantes hay elementos suficientes para que sean algo más que eso. Este es el caso tan claro del que ahora comento que entre las etiquetas no he puesto la de novela negra.

La anécdota o historia del libro es muy sencilla. Una mujer, Juliana, cae desde la terraza de un piso en Buenos Aires propiedad de un conocido empresario que también se encontraba en el piso. A partir de ahí su hermanastra por parte de padre, Verónica, la protagonista de la novela, intenta averiguar las causas de la caída. En la investigación colabora una amiga con la que ganó un premio Rey de España de investigación periodística. Por otra parte, Pablo, el marido de Verónica, un escritor de escaso éxito, también muestra interés en el tema.

Pues bien, con esta sencilla historia y estos pocos personajes, Piñeiro compone una novela realmente magnífica en la que, por un lado, penetra en los rincones más oscuros de la prostitución de lujo y sus conexiones con el poder tanto económico como político, así como muestra los claroscuros del periodismo, y, por otro lado, hace un verdadero alarde de estructuración en las tres partes en que divide la novela, estructura de la que no debo ser más explícito para no destripar algunas de las sorpresas, aunque sí pudo decir que la segunda es muy original y en ella aparecen desde notas de prensa, a documentos judiciales pasando por grabaciones de los protagonistas.

Creo que no exagero si digo que es la novela de la autora que tiene una arquitectura más elaborada y que resulta lo más interesante de una obra que tiene alicientes de todo tipo. Además, creo que hay que mencionar el enorme mérito que supone mantener el interés del lector a lo largo de 378 páginas gracias a un suspense muy bien montado.

Muy recomendable como todas las de esta magnífica escritora argentina.

 

Claudia Piñeiro, La muerte ajena.

 

martes, 31 de enero de 2023

Algo más que una novela policiaca


Creo que se podría decir que me he convertido en un adicto a la obra de Piñeiro pues este es el undécimo libro suyo que leo y, sobre todo, porque desde que me enteré por su Facebook de que había salido ya en Argentina he estado buscándolo aquí donde, por cierto, ha tardado un tiempo en llegar su publicación.

Verónica Boix, en la buena reseña que hace en lanacion.com.ar, cuenta que la protagonista, Inés, es la misma de la novela Tuya en la que terminó en la cárcel por matar a la amante de su marido (yo con mi penosa memoria agradezco la información porque explica algunas de las cosas que suceden). Ahora sale después de quince años y se dedica al control de plagas de insectos junto a La Manca, una amiga que hizo en la prisión. Había tenido una hija con la que perdió todo contacto al ingresar en la cárcel lo mismo que le sucedió con su madre. Por su trabajo entra en contacto con una señora, Susana Bonar, que le pide un veneno sin explicarle para qué lo necesita. Por aquí se entra en el tipo de trama que podemos considerar típica de gran parte de la obra de la autora.

Ahora bien, si en todas sus novelas hay aspectos y elementos que trascienden lo meramente policial, en esta casi me atrevería a decir que adquieren carácter de verdadero protagonismo. Me refiero sobre todo a los capítulos que bajo el epígrafe de Coro introduce de vez en cuando, y en los que deja constancia de diferentes debates que hay en el mundo del feminismo desde disquisiciones sobre el tipo de hombres, hasta la maternidad pasando por la actitud hacia lo trans e incluso sobre las jóvenes y la práctica del skate. En estos capítulos ofrece diferentes posiciones sobre esos temas y, sobre todo, muestra cómo ha cambiado el mundo en unos pocos años y qué importante papel ha adquirido el movimiento feminista.

También introduce una serie de capítulos con digresiones sobre el mundo de las moscas y de otros insectos que si al principio me sorprendieron, al final me han resultado muy interesantes y en algunos momentos hasta divertidos.

Piñeiro es una magnífica narradora y se permite además utilizar diferentes estilos en cada una de las partes. Así, desde el ensayístico con notas a pie de página en el tema del feminismo, al divulgativo cuando habla de los insectos y al empleo casi exclusivo del diálogo cuando están Inés y La Manca juntas.

También me ha resultado novedosa la técnica que utiliza a veces, que es muy típica de algunas series televisivas, de reflejar en fragmentos consecutivos lo que están haciendo los diferentes personajes.

Puede ser que en algunos momentos la trama quede un poco diluida con las “interrupciones” que suponen esos capítulos dedicados a temas tan diferentes, pero creo que en lo fundamental todo queda bastante claro.

Otra buena y muy entretenida novela de Piñeiro en la que, además, ofrece material para pensar y debatir sobre algunos de los temas de más actualidad también en nuestro país.

 

Claudia Piñeiro, El tiempo de las moscas.

 

 

 

 

viernes, 29 de enero de 2021

Tocando la actualidad argentina

Entre 2018 y 2019 leí todo lo que había publicado la autora hasta ese momento. No la conocía a pesar de que llevaba publicadas varias novelas que, además, habían recibido multitud de premios y se habían hecho varias adaptaciones cinematográficas. Empecé leyendo la última que había publicado, Las maldiciones, y luego de forma un tanto desordenada fui completando el conjunto de su obra. Por eso, esperaba que llegase a España Catedrales que llevaba ya un tiempo publicada en Argentina.

Piñeiro ha sido calificada de “intelectual orgánica de la clase media progresista porteña” por Leo Grande Cobian en su extensísima reseña en evaristocultural.com.ar. No sé si ella aceptará ese calificación, lo que sí creo que se puede afirmar es que en sus novelas refleja bastante bien los valores y las formas de vida de esa clase media. Una clase media que, hay que advertir leído desde España, no coincide sociológicamente con lo que aquí consideremos como tal; allí es menos numerosa y tiene un estatus superior.

En Catedrales tenemos otra vez el protagonismo de personajes de ese grupo social, pero en este caso con unos problemas algo distintos.

La novela parte de la muerte de una joven, Ana, treinta años antes. Una muerte rodeada además de rasgos terribles pues el cadáver apareció descuartizado y quemado. Con este principio se podría pensar que estamos ante una novela policiaca o un thriller, géneros habituales en la obra de la autora y en los que se maneja con gran habilidad. Sin embargo, más allá de que sí hay el elemento de saber qué pasó, la novela se centra en otras cosas en mi opinión más interesantes como son: las relaciones familiares, la presión de la religión sobre ciertas mentes y algún otro que es mejor no mencionar para no hacer spoiler.

Ofrece también esta novela una sugerente forma de contar la historia partiendo de unos capítulos en los que los siete protagonistas van contando diferentes aspectos y momentos; así, poco a poco va avanzando y conociéndose lo que sucedió. Estos protagonistas son: las dos hermanas de la víctima, su mejor amiga del colegio, el hijo  y el marido de la hermana mayor, un investigador y, finalmente, el padre. No se trata exactamente de perspectivismo, aunque lo hay en algunos momentos, sino de ir dando a conocer la historia a partir de las narraciones de estos protagonistas hechas todas en primera persona. Hay también dos elementos bastante novedosos: por un lado, parte de un capítulo está montado a partir de un diálogo en el que solo se reproduce una de las intervenciones dejando la otra con un simple guion; por otro lado, Marcela,  la amiga del colegio, padece una enfermedad rara, amnesia anterógrada, por la que solo recuerda bien lo que sucedió antes de que un golpe se la produjera, el resto, lo inmediato, lo olvida rápidamente lo que le da pie a Piñeiro para construir un capítulo muy elaborado y original.

Como decía más arriba, la parte de thriller tiene relativamente poca importancia porque, además, se intuye enseguida por dónde va a discurrir algo que, creo, a la autora no le preocupa porque su objetivo con esta novela es otro que tiene más que ver con la actualidad social y política de su país en estos momentos.

Si en la última novela que he comentado en el blog se hacía alusión a los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica, en esta tampoco sale demasiado bien parada esa religión a partir del comportamiento de algunos de los protagonistas influidos por esas ideas.

Otro buen texto de una escritora que mantiene una línea muy firme y cuyas obras ofrecen siempre temas interesantes y un buen tratamiento literario, sin dejar de ser muy entretenidas.

(Algo que me ha sorprendido es que utiliza la acentuación que ya se ha cambiado de pronombres, diacríticos y términos como solo).

Además de la reseña mencionada, hay otra interesante de Juan G.B. en unlibroaldia.blgospot.com.

 

Claudia Piñeiro, Catedrales.

 

 

 

 

 

 

viernes, 19 de abril de 2019

Buena colección de relatos



Con este libro completo la lectura de toda la obra publicada por Piñeiro, al menos en España y esta vez sí lo hago en orden, es decir, leo en último lugar la más reciente.
Hasta ahora ninguna de las novelas de la autora me ha defraudado; unas me han gustado algo más que otras, pero siempre dentro de una media alta. Por eso, aunque no soy un apasionado de los relatos, cogí con ilusión este libro y me alegro porque en él está Piñeiro en estado puro. Como dice Rogelio Demarchi en su reseña para lavoz.com.ar:

“Son 16 relatos que encuadran a la perfección en la poética realista de Piñeiro: personajes urbanos y suburbanos, anclados en los diferentes estratos de nuestra rica clase media; escenas más o menos clásicas que remiten a situaciones familiares, barriales, de pareja o de trabajo, tensionadas por un conflicto, más o menos latente, más o menos de larga data; resoluciones lógicas.”

Cada uno de los dieciséis relatos tiene su interés y muchos de ellos la tensión y el suspense característicos de la autora con finales muy conseguidos aunque en un par de ocasiones demasiado obvios.
No voy a mencionar el contenido de los relatos porque tanto en la reseña ya citada, como en la también muy completa de Gabriela Cardirola en lanacion.com.ar, se puede encontrar una buena síntesis de la mayoría.
Sí me gustaría dejar constancia de los que más me han gustado. El que abre el libro, Lo de papá, me parece que tiene la virtud de hacerte pensar una cosa, sobre todo conociendo a la autora, para luego llevarte una grata y humana sorpresa; el titulado Basura para las gallinas, siendo uno de los más cortos del libro, me parece que es de los que más cosas dice; y Alquiler temporario, del que se ha extraído la frase que da título al libro, es un gran ejemplo de construcción de un trhiller con todos sus elementos incluida la tortura.
La mayoría están escritos en tercera persona y solo tres en primera lo que es una lástima porque creo que, en más de uno,  el uso de la subjetividad propia de esa primera le hubiera dado aún más fuerza y hasta provocado más miedo.
Libro, pues, recomendable como todos los de la autora y ahora solo queda esperar que pronto aparezca una nueva publicación para seguir disfrutando con sus historias.

Claudia Piñeiro, Quién no.







domingo, 17 de marzo de 2019

Una Piñeiro un tanto diferente





Con esta lectura termino el ciclo de lectura de las novelas de esta magnífica e interesante escritora argentina. Especifico lo de las novelas pues se acaba de publicar un libro de relatos que leeré próximamente.
Como he dicho en anteriores entradas al comentar las obras de Piñeiro, estoy haciendo una lectura total y absolutamente desordenada. Así, por ejemplo, esta Elena sabe es de 2007 y la tercera que publicó, aunque se acaba de reeditar.
Estamos ante una novela bastante diferente al resto de su producción, tanto por sus temas como incluso por algunos elementos formales.
Por lo que se refiere a los primeros, están por un lado la enfermedad, el Parkinson en este caso, y la dureza que impone en la vida de una persona. También hay lugar para tratar algunos aspectos de la respuesta de la religión a problemas actuales. Además, la relación de la protagonista, Elena, con su hija cuyo suicidio inicia la trama de la novela que consiste en el viaje de su madre a Buenos Aires capital para entrevistarse con una antigua amiga de su hija, pues no cree en el suicidio y sí en que haya sido asesinada. Aunque por lo dicho podía parecer que estamos ante una especie de thriller –algo habitual en la autora-, no es así por más que el lector quiera saber qué le dirá la amiga.
Formalmente, la novela está muy trabajada y bien estructurada. Partiendo del viaje que durará unas horas, mediante flashbacks va contando las entrevistas con el cura (la hija se ahorcó en el campanario de la iglesia), con el policía al que le encargan el caso, así como conversaciones con su hija previas a su muerte. No hay prácticamente puntos y aparte y los diálogos están muy bien entremezclados dentro del texto de forma que el lector siempre sabe quién habla.
Se trata de una novela profundamente triste o al menos a mí me ha provocado esa sensación. En las últimas páginas hay una conversación entre Elena, su hija y el médico sobre la enfermedad que padece cuya lectura me ha resultado de una gran dureza por cómo se muestra el deterioro que se producirá con el paso del tiempo.
Desde otro punto de vista, me han gustado los momentos de discusión de Elena con el cura sobre aborto, suicidio y eutanasia. También que precedan el inicio del  libro dos fragmentos de un autor que tanto me gustó en su día como Thomas Bernhard.
En fin, otro libro de Piñeiro recomendable. Es de los que más me han gustado y, desde luego, impactado seguramente debido a mi edad algo superior incluso a la de la protagonista. No sé por qué me ha traído a la mente en más de un momento el libro La hoja roja de otro autor que está entre mis favoritos, Miguel Delibes.

Claudia Piñeiro, Elena sabe.





martes, 19 de febrero de 2019

Un libro que se hace demasiado corto




Siguiendo con la recuperación que estoy haciendo con la obra de esta escritora argentina, le toca el turno a esta peculiar “novela” publicada en 2013.
Recoge Piñeiro una cita del magnífico libro Léxico familiar de Natalia Ginzburg en el que entre otras cosas dice: “Y es que este libro, aunque haya sido extraído de la realidad, debe leerse como se lee una novela, es decir, sin pedir más, pero tampoco menos, de lo que una novela puede ofrecer.” (p. 9)
Así que ya en el inicio del libro queda clara la intención de la autora, y además en el Epílogo la propia Piñeiro insiste en el tema en un fragmento que reproduzco porque me parece también  bastante significativo de la idea de la escritora sobre la novela en general:

“Pero además de la distorsión que provoca la evocación después de tantos años, está la ficción. Parte de lo que cuento en este libro sucedió y parte no. La ficción nos permite mejorar o empeora la realidad según nos convenga. Mejorar para tolerarla; empeorar para que tenga tensión dramática. La vida, a veces, no la tiene. Los novelistas mentimos, pero la novela es lo más real que tenemos, no sé si para entender el mundo pero al menos para sentir que el mundo no nos engaña como quisiera.” (p. 193)

Estas citas me sirven para justificar la expresión de peculiar “novela”. Desde luego yo lo he leído como si se tratara de una memorias totalmente reales o, por decirlo mejor, no tanto unas memorias como un conjunto de recuerdos de la época de la niñez de la autora en su Burzaco natal; un lugar del conurbano bonaerense hacia el que seguía el ferrocarril, aun sin electrificar, cuando me apeaba en la estación de Temperley, cuando yo viajaba por la zona. (Y hablo de unos quince años después del tiempo en el que se desarrolla la novela que es a mitad de los setenta).
El libro está dividido en dos partes bien diferentes. En la primera se cuenta la historia propiamente dicha y de vez en cuando aparece una referencia a lo que se cuenta en la segunda, Cajas chinas, en la que se dan informaciones sobre la situación política, alguna aclaración sobre la llegada a Argentina desde España de algunos familiares y varias fotos tanto del padre como de la propia autora. Esta segunda parte convine leerla tal y como aparece referenciada porque resulta útil y, en algunos aspectos, clarificadora.
Hasta aquí lo que puedo decir sobre el contenido de un libro que, como es habitual en esta autora, no solo está muy bien escrito sino que rezuma sensibilidad, cercanía y una gran credibilidad.
En el Epílogo ya mencionado Piñeiro aclara algunas cosas que sí han sido inventadas. No creo que esté entre ellas lo que se dice en el siguiente fragmento:

“Alguna vez le pregunté a mi madre si de verdad mi padre era comunista, ella me contestó: “Dejalo que se lo crea”. Y él no sólo se lo creía, sino que además nos lo recordaba cada vez que podía. Un comunista declarado, enfático, pero no practicante, la opción más absurda: correr los riesgos de decirlo sin haber hecho ningún acto heroico que justificase estar en peligro. Ni siquiera pegar un póster en la pared. Un comunista en calzoncillos.” (p. 88)

Un libro con el que he disfrutado mucho y que me hubiese gustado que fuese mucho más extenso –la primera parte tiene apenas algo más de cien páginas-.
Hay una interesante entrevista de Benito Garrido con la autora en culturamas.es.

Claudia Piñeiro. Un comunista en calzoncillos


domingo, 9 de diciembre de 2018

Otra novela premiada de Piñeiro



Es la sexta novela que leo de la autora en un año (la primera la terminé el 17 de diciembre de 2017), es decir, que he leído casi toda su obra en muy poco tiempo lo que indica el interés que me ha despertado y los buenos momentos que me ha hecho pasar.
Esta que hoy comento obtuvo el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010 de la que el jurado dijo entre otras cosas:

“La novela –con un suspenso sostenido que la vincula con lo mejor del género policial- nos lleva a planteamientos tanto éticos como políticos de carácter universal en la sociedad contemporánea (…). La mirada irónica y desencantada, no obstante, fortalece el cuidado y el compromiso de la autora con sus personajes.” (Extracto del acta reproducido por la editorial en la solapa)

Aquí están las principales características no solo de este libro, sino de la mayoría de las obras de Piñeiro: trama con algunos elementos policiales, algo de crítica social y política, tratamiento de las relaciones personales sobre todo de pareja y unos personajes bastante bien construidos.
Con estos mimbres la autora construye una historia que atrapa desde el primer capítulo y que va desarrollando con precisión y haciendo uso de vez en cuando de flashbacks para dar a conocer las principales claves de la historia.
Hay como decía algunas referencias a la corrupción -el mundo en el que se desarrolla la historia es muy proclive pues se trata de un estudio de arquitectos y constructores-, y a los negocios no siempre del todo legales. Sirva de ejemplo el siguiente fragmento:

“-No, pará, no soy tan ingenua. Yo sé que no está del todo bien lo que hace. ¿Pero qué está bien? Mirá alrededor tuyo, la gente que conocés, ¿consiguió todo por derecha? El arquitecto ese para el que trabajás vos, los inversores que ponen la plata para que él haga su negocio, algunos de tus vecinos, el tipo al que le van a vender el próximo departamento, ¿consiguieron todo en buena ley? ¿Y los que ves en la tele?, ¿o los políticos? “(p. 192-193)

También hay una crítica a la colaboración necesaria de subordinados sin gran poder:

“-Que los peces chicos, en lugar de defender a los suyos, terminan defendiendo a los peces grandes. Revise la historia de la humanidad y va a ver si le miento. ¿Y sabe por qué?, para ilusionarse con que eso les permitirá llegar a ser lo que no son.” (p. 125)

Además del interés de los temas y de la trama, está la escritura de Piñeiro siempre efectiva, ajustada y redactada con una aparente facilidad que, sin embargo, debe de llevar su trabajo. Lo mismo sucede con los muy bien elaborados diálogos.
Por lo dicho resulta bastante normal que fuera llevada al cine en 2017, algo ya habitual con las novelas de la autora.
Tan recomendable y entretenido como el resto de sus libros.

Claudia Piñeiro, Las grietas de Jara.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Crítica de la clase media argentina




Mi acercamiento a la obra de Piñeiro está siendo rápido y constante. Esta es la quinta novela que leo en menos de un año y sigo leyéndolas en forma muy desordenada pues se trata de una de las primeras que escribió, 2005, y seguramente una de las más famosas al obtener el Premio Clarín de novela, por un lado, y además ser llevada al cine en 2009 por Marcelo Piñeyro.
A pesar de lo dicho no es de las que más me ha gustado aunque el tema me parezca interesante y la técnica narrativa también. La obra es una acerada crítica de esa clase media argentina que se aislaba en los countries en los noventa cuando la situación económica promovida por el gobierno menemista les hizo creer que, como se dice por aquí, “todo el monte es orégano” y que luego, cuando llegó la crisis, vieron como su situación se convertía en precaria. Piñeiro nos muestra la vida en el country Altos de la Cascada y la mentalidad de los miembros de esa clase: solidarios de mercadillo de ropa usada para que la compren sus criadas, mucamas o empleadas domésticas; con un fuerte clasismo e incluso alguna dosis de antisemitismo; viviendo una vida muy regalada mientras el país se va hundiendo hasta que les toca a ellos. Nada nuevo por otra parte en esos grupos sociales sean argentinos o de cualquier otro país. (Hay que aclarar que el término clase media no se aplica igual en Argentina que en España; aquí sería clase alta o clase media alta).
Para contar la historia Piñeiro emplea cuatro parejas principales y un par más  secundarias. Utiliza, como he visto que será habitual en muchas de sus novelas, la primera persona que es casi siempre la mujer del único protagonista masculino que no tiene trabajo desde el principio de la historia, aunque otras veces no se sabe bien quién es la persona que relata. También, de vez en cuando, acude a la tercera persona, pero es poco frecuente. Esta forma de narrar da mucha fuerza al relato y hace que el lector participe y se implique mejor en la historia.
Y, sin embargo, a pesar de todo lo dicho, creo que hay algo que falla en la historia o en algunos personajes, lo cierto es que hay momentos en que me ha costado creerme lo narrado. Hasta muy avanzada la novela no se habla de los problemas económicos de alguna de las familias, cuando el lector se ha preguntado ya varias veces cómo es que pueden llevar ese tren de vida. Sí tiene, como suele ser habitual en la obra de la autora, elementos de intriga aunque tampoco resulte demasiado creíble, al menos para mí, lo que sucede ya que  no parece algo lógico dado el comportamiento que han tenido los personajes hasta ese momento. (No se puede decir más por aquello del spoiler.)
En todo caso, tan recomendable como el resto de las novelas de la autora de la que aún me quedan algunas pendientes de lectura.
Inmediatamente después de acabar la novela he visto la película que me ha dejado sensaciones ambivalentes. Creo que explica algo mejor el comportamiento de algunos personajes, pero al mismo tiempo trata menos el tema central de la vida en el country.
Hay una reseña corta pero útil de Ernesto Calabuig en elcultural.com.


Claudia Piñeiro, Las viudas de los jueves.

domingo, 19 de agosto de 2018

Una Piñeiro algo diferente




Sigo con la obra de Piñeiro de una forma bien desordenada. Aunque tenía ya otra pendiente, compré esta en el viaje de vacaciones y la he leído antes a pesar de ser posterior. Sinceramente, creo que no importa hacerlo así con las novelas de esta autora porque son independientes en todo.
En este caso se trata de una novela muy distinta a las que había leído porque no es un thriller ni una novela policíaca aunque sí tenga un cierto suspense y, desde luego, lo que sí tiene en común con las otras es la buena escritura y la gran capacidad narrativa de esta magnífica escritora argentina.
La novela cuenta una historia que llega al lector gracias a la perfecta gradación que hace Piñeiro de los hechos y, sobre todo, de los sentimientos de la protagonista.
A mí, en particular, me ha llegado más por dos razones: por un lado, al tener un hijo de seis años me identifico mucho con cosas que pasan y con las emociones que suscitan y, por otro lado, en los ocho viajes que he hecho a Argentina, mi residencia estaba en Temperley, una localidad al sur del conurbano bonaerense en el que se desarrolla la novela,  en la casa de una pareja de amigos que, además, eran profesores de secundaria y creo que incluso él daba clases en el colegio inglés, si bien no lo he podido confirmar aún.
En todo caso al margen de lo personal, la novela está muy conseguida (quizá el final sea un tanto forzado aunque verosímil dentro de la historia narrada); los personajes son creíbles como también lo son las reacciones humanas que los hechos provocan; trata temas muy cotidianos con un enfoque muy normal sin psicologismos forzados y es capaz de provocar en el lector emociones parecidas a las que tiene la protagonista.
Un libro recomendable como todos los que he leído hasta ahora de una escritora de la que, por suerte y no pequeña, aún me quedan varios libros por leer.
Hay una buena reseña de Ascensión Rivas en elcultural.com y una interesante entrevista con la agencia EFE en eldiario.es.


Claudia Piñeiro, Una suerte pequeña.

miércoles, 23 de mayo de 2018

Los inicios de la autora en el policial



En esta recuperación que estoy haciendo de la obra de la autora desde mi reciente descubrimiento, llego al  que se considera su primer acercamiento al género de la novela policiaca que luego ha cultivado en varias ocasiones. Una novela bastante corta en su extensión, pero no por ello corta en su intención.
Tengo que advertir que me considero un zote en lo que se refiere a adivinar los asesinos y, en general, las tramas de las novelas policiacas. He leído muchísimas y en muy pocas ocasiones he acertado. Sin embargo, en esta casi desde el principio he sospechado algo y el nivel de acierto ha sido bastante alto. ¿Ha perdido entonces interés la lectura? En absoluto, incluso diría que lo ha ganado porque me ha permitido centrarme más en los pasos dados por la protagonista y en sus reflexiones, en lugar de estar elucubrando posibles culpables.
Dice Ernesto Calabuig, en su breve reseña en elcultural.com:

 “A la buena y cuidada escritura se le suma la agilidad en la alternancia de escenas, el inteligente manejo del humor negro, la ironía, el misterio... y, como en sus otras obras, el hallazgo de una historia que, sabiendo mostrar y hasta desenmascarar, añade a los méritos literarios un alto valor sociológico.”

Comparto plenamente estas ideas y añadiría que a mí me ha resultado especialmente interesante el lenguaje tanto el de la protagonista (la historia está fundamentalmente contada por ella en primera persona) como en esos magníficos diálogos telefónicos de la hija. Quizá matizaría lo del alto valor sociológico que sí he apreciado en posteriores novelas, pero que aquí resulta algo demasiado anecdótico, aunque de alguna manera sí anuncia lo que será una constante en sus novelas policiacas: la crítica a esa clase media superficial y despreocupada.
Una novela muy entretenida, que se lee de un tirón y que ya muestra a la buena escritora que es Piñeiro como ha seguido demostrando en el resto de su obra.
Aún me queda pendiente su gran éxito Las viudas de los jueves escrita inmediatamente después de Tuya. Por cierto, ambas han sido llevadas al cine. En el caso de Tuya sin demasiado éxito de público y es que, siendo generoso,  es una película no muy conseguida.

Claudia Piñeiro, Tuya.

miércoles, 25 de abril de 2018

El periodismo protagonista



Nada mejor para iniciar un comentario de esta novela que hacerlo con un fragmento de la crítica de Luciana De Melio en el diario bonaerense Página 12:

“Claudia Piñeiro lo hizo de nuevo: un relato policial con asesinato en country y 345 páginas que se leen al compás propio del suspenso, como si se estuviera viendo una película. Una trama ajustadísima, personajes entrañables, diálogos que remarcan un trabajo de escritura y un oído para rescatar los modos de decir en Buenos Aires 2011 son sólo algunos de los méritos que van a hacer de esta novela otro best seller para la colección de Piñeiro.”

Tras descubrir recientemente a la autora a partir de la lectura de su última novela, Las maldiciones, decidí seguir con otros textos para ver si se cumplían las expectativas que esta me había abierto. Por el momento se cumplen porque Betibú es otra magnífica muestra de novela policiaca y algo más.
Policiaca porque empieza con un asesinato y sigue con otras muertes aunque la policía apenas si aparece en la novela ya que la investigación, en lo que creo que constituye el gran acierto de la novela, la llevan tres protagonistas “aficionados”: una escritora de novela policiales, Nurit Iscar; y dos periodistas del diario El Tribuno, el veterano Jaime Brena, antes encargado de la sección de policiales del diario pero ahora relegado a otros trabajos menos relevantes, y el “pibe de policiales” como aparece siempre en el texto.
Decía antes que algo más que una novela policiaca, y es así precisamente por elegir unos protagonistas que le  permiten escribir mucho sobre la profesión periodística con fragmentos tan conseguidos como estas reflexiones de Brena:

“(…) hoy en este país no hay quien se pueda parecer a Rodolfo Walsh. ¿Por qué? Porque Rodolfo Walsh, antes que periodista, antes que escritor, antes que ninguna otra cosa, era un revolucionario, y el periodismo ya nada tiene que ver con la revolución. Nos aburguesamos, pibe. Sacamos panza, con ciertas limitaciones hacemos lo que nos piden, cobramos un sueldo a fin de mes, zafamos como podemos.
(…)
Hoy, popes del periodismo o “intelectuales” entre comillas hablan con suficiencia desde sus escritorios, muchas veces instalados en sus casas o donde están de vacaciones. Y se creen importantes porque son “formadores de opinión”. Pero el asunto es cómo formas esa opinión, qué valores respetás y qué escrúpulos tenés. Muchos de ellos dan como verdades irrefutables lo que no es más que su propia opinión.” (p. 153)

(Ni que decir tiene que el segundo párrafo refleja de una forma exacta algo que sucede actualmente y de forma casi mayoritaria en nuestro país.)
Además de este carácter de tema central que tiene el periodismo en el libro, hay otros dos que también trata Piñeiro de una forma muy crítica y con cierto sentido del humor en algunos momentos. Por un lado, la exagerada seguridad que tienen los countries a la entrada. Da la impresión de que a la autora es un tema que le molesta especialmente porque hay varias escenas con ese tema. Por otro lado, Brena está destinado en una sección dedicada a analizar y comentar estadísticas y encuestas absurdas como, por ejemplo, el porcentaje de hombres que duermen boca arriba y de mujeres que lo hacen boca abajo. Hay varios momentos graciosos con estos estudios.
También, aunque creo que esto está tratado de una forma excesivamente cuidadosa, hay alguna referencia a las relaciones de la prensa con el poder.
Saliendo del contenido de la novela, algo que hace atractiva la obra de Piñeiro es que formalmente hay mucho trabajo, el texto está muy cuidado (en el fragmento con el que abro el comentario se hace alusión a ello desde una crítica hecha en su país), hay sobre todo en los primeros capítulos un interesante uso de una estructura paralelística muy bien aplicada y a lo largo de toda la novela se van introduciendo en un mismo párrafo acontecimientos que se van sucediendo con diferentes protagonistas. Y todo esto manteniendo una gran agilidad en la narración y sin que la historia decaiga en ningún momento ni resulte difícil de seguir.
Otro buen libro de una autora cuya obra pienso seguir conociendo.
Por cierto, existe la versión cinematográfica que no está mal aunque se pierden algunos aspectos importantes.
Además de la crítica ya citada hay otra interesante de Carles Geli en elpaís.com.

Claudia Piñeiro, Betibú.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Novela argentina sobre la "nueva política"




“Claudia Piñeiro siempre descubre los thrillers latentes en el mundo que nos rodea. Pero, hasta ahora, no había hablado del poder. Las maldiciones salda brillantemente su deuda.”

Lo que se cuenta en la contraportada del libro y esta frase de Santiago Roncagliolo, un escritor que me gusta mucho y de cuya opinión me fío, reproducida por la editorial en la solapa son lo que me decidieron a comprarlo y leerlo casi inmediatamente.
Un acierto. Se trata de una lectura muy adictiva. Piñeiro ha construido un auténtico thriller que se desarrolla en el mundo de la política en Argentina, pero que puede tener valor casi universal; basta leer los siguientes fragmentos:

“En el movimiento del dinero físico, de los billetes –e incluso en algunas cuentas clave- siempre tiene que haber alguien que pueda saltar por el aire como un fusible ante una investigación que, según soplen los vientos del poder, puede ser despiadada. (p. 91)

“Los líderes políticos, él bien lo sabe, aun los que arrastran consigo las mayores pasiones, pueden ser autoritarios, manipuladores, sádicos, arbitrarios, perversos, mentirosos, incluso deshonestos o corruptos. Hasta incapaces” (p. 243)

¿Verdad que tienen altas resonancias por nuestros pagos?
La novela cuenta la historia de dos personajes principales, uno, el político en el que refleja algunas de las características que acabo de citar y otro, alguien que llega a ese mundo por casualidad, y que se ve implicado en un asunto que da lugar a la trama principal. En la novela hay, además, una serie de personajes secundarios muy bien caracterizados del que me gustaría destacar, quizá por cierta afinidad personal, al tío del protagonista, un viejo radical alfonsinista, de Raúl Alfonsín, del que cita muchas frases realmente inspiradas.
En capítulos que se van intercalando aparecen también las notas que una periodista, La China, está preparando para escribir un libro sobre La maldición de Alsina, notas en las que nos cuenta un montón de cosas sobre el tema de las maldiciones y las supersticiones que, aunque a veces rompan un poco el desarrollo de la trama, son muy curiosas e interesantes.
Como decía antes, la novela tiene una construcción muy precisa. Hay saltos en el tiempo mediante bien pensados flash backs y un  uso de la tercera persona alternando con la primera que da mucha verosimilitud y cercanía al relato. Además, usa muy bien el lenguaje coloquial argentino y sus giros peculiares.
Una novela de esas de las que es difícil separarse aunque sea por un rato. Tremendamente entretenida y muy interesante por el tema y la forma de tratarlo. Muy recomendable. 
Como es una escritora que no conocía ya estoy buscando libros anteriores.
En pagina12.com hay una buena entrevista de Silvina Friera con la autora.

Claudia Piñeiro, Las maldiciones