jueves, 30 de julio de 2020

Muy irregular




El libro empieza con el principal protagonista, Max Balkan, recorriendo las casas de sus amigos para recordarles que tienen que acudir al funeral del Blenholt. Conocemos así a los diferentes personajes: Max, alguien que sueña con ganar un millón con alguno de sus inventos, el último hacer zumo de cebolla y envasarlo para evitar las molestias que causa en la cocina su preparación; Munves, un etimologista aficionado que busca el origen de palabras bastante absurdas; Coblenz, borrachín que se dedica a apostar en las carreras y que, al final, es el único capaz de obtener algo de dinero. A estos hay que añadir los padres y la hermana de Max, su novia, un grupo de niños del edificio dispuestos s hacer todo tipo de travesuras, la portera, etc.
Un peculiar grupo humano que vive en el barrio de Williamsburg en 1935, barrio ocupado en gran parte por judíos de procedencia centroeuropea. Con estos mimbres Fuchs escribe una novela tremendamente irregular en la que junto a capítulos muy buenos, sobre todo aquellos en los que el protagonismo lo tiene la familia Balkan, hay otros que se leen pasando un poco por encima. No sé si tendrá algo que ver el hecho de que el autor era muy joven cuando escribió el libro, aunque no lo creo porque no era el primero que escribía ya que es el segundo de una trilogía dedicada a la comunidad judía de Brooklyn.
También es difícil seguir, a pesar del esfuerzo hecho por el traductor con sus notas, la mayoría de las muchas referencias que se hacen al cine y la música del momento.
Eso sí, tiene rasgos de sentido del humor, un buen reflejo de parte de ese mundo de gente bastante pobre y con un incierto futuro (no hay que olvidar que se está empezando a salir de la Gran Depresión), un capítulo magnífico dedicado a relatar el funeral y un fragmento final realmente espléndido en el que el autor deja una buena síntesis de sus ideas.
Reproduzco dos fragmentos para dejar constancia, por un lado, del tipo de lugar en el que se desarrolla la acción y, por otro, de la máxima aspiración del padre de Max, uno de los personajes mejor retratados en la novela:

“No quiero ser como los demás. Es sombrío, sucio, pequeño e incómodo. Este tipo de casa, los pisos oscuros y sucios, los vecindarios chabacanos con los cubos de basura, la gente chillando en los patios y los niños peleando en los pasillos.” (p. 207)

“(…) su irónica sabiduría le había enseñado mucho antes que en este mundo a menudo el placer es solo la negación del dolor. Cerrar los ojos y los oídos, enterrarse detrás de un periódico, supervisar las llamadas de teléfono, esconderse en el baño cuando se montaba escándalo en casa… eso era la comodidad y la alegría, solo eso. “(p. 212)

En resumen, un texto muy irregular que me resulta difícil recomendar como sí lo he hecho con otros de una editorial que está publicando libros realmente buenos y originales.

Daniel Fuchs, Tributo a Blenholt. Traducción Enrique Maldonado Roldán

miércoles, 29 de julio de 2020

Algo más que memorias




No había leído el anterior libro con el que Monzón, Wyoming, iniciaba el repaso a su vida y a algo más. Me apetecía este segundo volumen porque se corresponde con una época que me interesa especialmente por razones biográficas. Soy seis años mayor que el autor por lo que en lo fundamental comparto su época, aunque por razones también biográficas en muchos momentos desde otros espacios y aficiones.
Aquí se recoge la época que va desde más o menos el año 1973 hasta principios de los ochenta. Con capítulos cuyo título ya refleja muy bien el contenido, así: Un viaje por Europa, Universidad, Los bares, El Rastro, Rockeros…
En ellos, Wyoming (el nombre Monzón no aparece más que en un par de momentos) va dando cuenta de algunos aspectos de su vida en lo que se podrían considerar unas memorias, pero al mismo tiempo aprovecha para dejar constancia de cómo era la sociedad de ese momento, de por qué era así (con reflexiones que le llevan alguna vez hasta la misma guerra civil) y siempre desde una perspectiva enormemente crítica. En este sentido me ha parecido que en muchos momentos estaba leyendo un verdadero desahogo de alguien que lo pasó mal en los tramos finales del franquismo y en los inicios de la transición.
Tengo que reconocer que ha habido momentos de la lectura en los que parecía que estaba repasando mi propia trayectoria: Mi primer viaje al extranjero también fue a un país nórdico, Dinamarca en mi caso; también tuve ocasión de ver lo que pasaba en los barcos de esa zona con el alcohol en cuanto abandonaban el puerto; pasé muchas horas de mi vida en billares y, por no alargar estas referencias, también fui a la mili muy mayor, a los veinticinco años, por lo que alguna experiencia que cuenta el autor he tenido ocasión de compartirla.
Ahora bien, una vez que se adentra en el mundo del rock y que avanza en su vida, empiezo a distanciarme y todo me resulta bastante desconocido, incluida la famosa movida madrileña que ni rocé porque, por un lado,  estaba dedicado al cien por cien a otros menesteres como eran el estudio y las oposiciones para cambiar mi vida profesional, pero también, por otro lado, porque ese tipo de música en directo no me ha interesado nunca, yo era más de las Peñas en las que actuaban músicos, en su gran mayoría exiliados, procedentes de distintos países sudamericanos en los que se estaban imponiendo las dictaduras.
Es un libro, pues, que para gente de mi generación es doblemente interesante por lo que supone de rememorar cosas, sobre todo si se comparte la siguiente afirmación del autor:

“Uno de mis mayores motivos para estar contento es que ya se celebra el cuarenta aniversario de muchas cosas de las que fui testigo o partícipe, y sigo haciendo lo mismo, pensando lo mismo. No he sufrido esa evolución “lógica” que ha transformado a tantos intelectuales de la época en seres abyectos. “ (. 309)

Si la evolución ha sido la misma de alguno de estos políticos o intelectuales, lo mejor es abstenerse de la lectura porque puede provocar sarpullidos ya que Wyoming se muestra inmisericorde con esos cambios. En este sentido el capítulo íntegro que dedica al análisis de la Transición es difícilmente asimilable para quienes han hecho de ese momento histórico la justificación de sus vidas. Por el contrario, es perfectamente asumible para quienes, como es mi caso, nos hemos arrepentido de alguna de nuestras actuaciones políticas. (En este blog he dejado alguna constancia de este arrepentimiento).
Veo que me está saliendo un comentario en el que hablo más de mí que del libro. (Tengo la ventaja de que no está el autor para protestar por ello).De alguna manera es algo bastante significativo sobre el contenido y el carácter del texto. Un texto que se lee con facilidad, que puede interesar a una gran variedad de personas y que en general está bastante bien escrito aunque haya algunos fragmentos en los que se puede llegar a perder la oración principal por esa forma a veces torrencial que tiene Wyoming cuando habla, y en este caso cuando escribe.
Si antes hablaba de coincidencias, me gustaría cerrar el comentario con otra que también se produce al cien por cien:

“Yo siempre he estado a años luz de ese mundo, de sus símbolos, y de los estandartes de los que dicen no ser nacionalistas y llevan la bandera en el reloj, en la solapa, en el retrovisor del coche, en el cinturón, en la correa del perro, y probablemente también en los gayumbos. La llevan en la sangre, al menos eso parece por la vehemencia con la que, en su estupidez, la sacan para reafirmar su identidad “no nacionalista”.” (p. 129)

Un libro recomendable porque a todo lo dicho se une que es tremendamente entretenido.

El Gran Wyoming, La furia y los colores.


martes, 28 de julio de 2020

ANDAMIO


Entre las películas hay tres documentales, dos de ellos realmente magníficos y uno enormemente original. Las otras tres películas no son demasiado interesantes.
Entre las series, como viene siendo habitual, hay variedad de procedencias, temas y estilos. También de calidad e interés.


Películas


Natalie Wood. Entre bambalinas. Un buen documental sobre la vida de la actriz que aunque yo creía que estaría enfocado sobre todo a las causas de su muerte no es así. Al final sí dedican un tiempo al tema, pero lo fundamental es lo otro. Muy buenas capturas de entrevistas con la actriz y también muy buenas en la actualidad con Robert Wagner, Robert Redford, Mia Farrow y muchos otros.

Un blanco, un blanco día. Película islandesa difícilmente clasificable. Lo suelen hacer diciendo que familia y thriller; puede ser, es lo que más se acerca a la historia. Tiene momentos magníficos que suelen coincidir con la presencia de la nieta del protagonista, una actriz que, quizá por ser la hija del director, llena ella sola la pantalla, pero al lado de estos hay otros que se hacen bastante pesados y algo reiterativos. Muy buenas críticas para una película que sí, está bien, pero no tanto.

La imagen perdida. El director camboyano Rithy Panh vuelve a uno de sus temas: la represión del régimen de Pol Pot. Para ello, esta vez emplea una técnica realmente original como es el uso de figuras hechas en arcilla y la reconstrucción de los hechos en paisajes recreados en maquetas. También utiliza de vez en cuando imágenes reales sacadas de documentales de la época. Con todo esto cuanta los momentos de su infancia y juventud, nació en 1964 y Pol Pot estuvo entre 1975 y 1979, y la represión que padeció el pueblo camboyano y su propia familia. Impacta a pesar del empleo de figuras de barro.

The Gentlemen. Los señores de la mafia. Una muy entretenida y a veces divertida película del director Guy Ritchie. Tiene acción, elementos de un thriller, pero sobre todo es una comedia. Muchos giros de guion que combinados con una acción casi vertiginosa hace que haya momentos de una cierta confusión salvados por los pelos. Interpretaciones muy ajustadas para  unos bastante estrambóticos personajes. Diversión.

Free solo. Un documental estadounidense sobre Alex Honnold, un alpinista que se dedica principalmente a la escalada en solitario sin ayuda de ningún material de seguridad. El documental está enfocado para contar el ascenso a la gran pared de El Capitán, un muro de casi un kilómetro situado en el parque de Yoshemite, que nunca se había escalado con ese sistema. Toda la primera parte es muy interesante para conocer la personalidad y el método de trabajo de alguien que se dedica a una actividad tan peculiar. Ahora bien, lo fundamental es la maravilla de realización del tramo final con las imágenes del ascenso. Hacía mucho tiempo que no tenía esas sensaciones viendo una película. He sentido ansiedad a pesar de saber, lógicamente, cómo terminaba la aventura. Magnífico. Muy recomendable.

Comportarse como adultos. Película de Costa-Gavras basada en el libro de Yanis Varoufakis en el que recoge su experiencia como ministro de Economía del gobierno griego. Típica película de este director, eso es, un guion muy meticuloso y con un fuerte planteamiento político. Cinematográficamente hablando deja mucho que desear y se hace bastante tediosa por momentos. El interés que puede tener -el que a mí me ha hecho continuar viéndola-, es el entrar en las intimidades de las negociaciones políticas en la Unión europea y ver las diferencias que existen entre los que se dice en una reunión y luego a la prensa que no por sabido es menos interesante. No obstante, una película que se puede obviar sin ningún problema.


Series


Los asesinatos de Valhalla. Miniserie islandesa de ocho capítulos de unos 45 minutos. Típico thriller nórdico aunque quizá esta vez se utilizan menos los paisajes aunque, evidentemente, no falten dada su grandiosidad y belleza. No es de los mejores que he visto y, sobre todo, hay varios momentos en que el espectador se pierde un poco con los nombres que son muy parecidos.

The Eddy. Serie de producción británica aunque se desarrolla en París. Ocho capítulos de una hora que van a gustar mucho, creo, a los amantes del jazz y de las historias fragmentarias que se van explicando poco a poco pero sin dejarlas totalmente acabadas. Muy buena ambientación y, desde luego, unas interesantes piezas de jazz compuestas en su mayoría para la serie. Creada por Damien Chazelle (el de La La Land y Whiplash) entre otros se ve su mano en el gusto musical aunque la historia sea muy diferente de las mencionadas. Espero que haya una segunda temporada; el final parece que apunta a eso.

Conversaciones con asesinos. Las cintas de Ted Bundy. Miniserie documental de cuatro episodios de una hora sobre un asesino en serie que entre 1973 y 1978 asesinó a más de treinta jóvenes en seis estados de los Estados Unidos. Típica serie de ese país en su realización y tratamiento. Yo creía que se iban a utilizar más sus conversaciones, hay más de 100 horas grabadas en cintas, pero lo que se hace es contar la historia, la investigación de algunos de los crímenes, el juicio, etc. Muy entretenida y muy interesante porque se ve mucho a Bundy en distintas intervenciones que dejan un poco helado.

Bosch. Primera temporada de una serie policiaca estadounidense que creo que va por la quinta. Diez episodios de más de cincuenta minutos. Resulta entretenida aunque le falta fuerza y un guion un poco más complejo. El protagonista recoge bastantes de los tópicos del género, como lo hace la serie en general.

Desplazados. Miniserie australiana de seis capítulos de una hora de duración. Trata el tema de la inmigración ilegal y su reclusión en centros especiales hasta ver si se les concede el visado o son expulsados. Está basada en hechos reales sucedidos a principios de este siglo. Desde luego, vista desde España, o al menos desde lo que yo conozco del trato que reciben aquí, el centro que sale en la serie es un hotel de cinco estrellas comparado con los CETIS. Sin embargo, en la serie aparecen numerosas protestas sobre la situación en ese centro. Serie muy comprometida, con un buen guion y personajes interesantes. Merece la pena.

lunes, 27 de julio de 2020

Magnífico descubrimiento




Con bastantes libros publicados ya en esta misma editorial, Anagrama, sin embargo se trata de un escritor desconocido para mí, un error que espero subsanar después de la lectura de esta magnífica novela.
El libro se divide en tres partes, tres historias o, si se prefiere, tres momentos de una larga historia.
En la primera parte el joven narrador cuenta algo que le sucedió a su abuela en 1941 cuando era joven y, como él insiste, aún no era su abuela. Estaba enamorada de un joven y se limitaba a verlo pasar delante de su casa y, eso sí, aprovechaba para frotarse contra el brazo de los sillones. Ese joven se llamaba Videla y antes de nacer él habían muerto Jorge y Rafael, los que hubieran sido sus hermanos mellizos. Se confiesa cada vez que se produce la masturbación y el confesor le impone penitencias crecientes, pero que siempre consisten en rezos de padrenuestros y ave marías.
En la segunda parte, se cuenta en tercera persona y minuciosamente la preparación de un atentado contra el presidente de Argentina que tendría lugar en Aeroparque, el aeropuerto para vuelos interiores que está dentro de la ciudad de Buenos Aires. El atentado es un hecho real.
En la tercera y última parte, un joven juega una partida de truco con su abuela y mantienen al mismo tiempo una conversación que va sacando a la luz hechos del pasado.
Esto por lo que se refiere al contenido de la novela, pero si ya son interesantes los temas, tanto o más lo es la forma en que Kohan lo cuenta. En las tres partes, la historia va avanzando paso a paso y a medida que lo hace se va intensificando la tensión y la necesidad del lector de saber hacia dónde se dirige. Además, hay elementos que se repiten de forma sistemática como los rezos en la primera, los manejos del material en la segunda y los distintos avatares de la partida en la tercera. Esto que podría despistar o romper la narración, creo que lo que hace es intensificar el interés y, sobre todo en la tercera, la emoción por saber. Hay que advertir, claro, que a quien no conozca el juego del truco –aquí, en Mallorca, se juega mucho bajo el nombre de truc, aunque yo lo desconozco totalmente-, se le puede atragantar algún momento, se trata simplemente de saltarse algunas líneas y seguir con la narración de hechos que hace la abuela.
Como dice Ricardo Baixeras, El Periódico, en el fragmento que la editorial reproduce en la contraportada: “Prosa hipnótica. Un escritor dueño de un universo literario y de un estilo propio; un escritor de incuestionable firmeza.”
Desde luego, un escritor que volverá a aparecer en el blog porque creo que merece la pena conocerlo más en profundidad.
Hay una reseña-entrevista de Leila Guerriero en elpais.com en el que habla de este libro y también de otro publicado al mismo tiempo en Argentina inspirado en su infancia.


Martín Kohan, Confesión.


viernes, 24 de julio de 2020

Intento frustrado




Esta es la primera novela de las dos trilogías que la autora británica dedicó a la Segunda Guerra Mundial. Parece ser que está inspirada en las experiencias que tanto ella como su marido tuvieron en distintos lugares durante ese conflicto. En concreto, esta novela se desarrolla en Bucarest desde el inicio de la guerra hasta la toma de París por el ejército alemán.
Estamos ante un libro muy en la tradición de la típica novela inglesa que empieza en el siglo XIX y sigue en el XX. Novela con una detallada narración de hechos tanto significativos como intrascendentes, con multitud de personajes que interactúan entre ellos sin profundizar en la mayoría de los casos y con algunos momentos dedicados a alguno de los debates que se desarrollaban en ese tiempo.
Dice la también novelista Rachel Cusk en el Epílogo:

“La “gente” que puebla las novelas de Manning es mucho más que un personaje literario: el lector las ve como personas reales que por azar han sido incluidas en la narración, igual que ocurre con los transeúntes atrapados por una cámara fotográfica.
De hecho, la Trilogía Balcánica logra mostrar con tanta fidelidad la vida realmente  vivida que a menudo resulta muy difícil distinguir la mano humana que le está dando forma. Las aburridas conversaciones de los hombres y las cáusticas conversaciones de las mujeres, las largas horas que Guy dedica a las discusiones políticas con sus amigos de la Legación Británica, las veladas en los restaurantes, a veces terriblemente tediosas y a veces muy divertidas, el aspecto de una habitación, de una calle, de un escaparate, el lento discurrir del tiempo y de las estaciones y, en particular, la forma en que la gente va y viene –llegando a resultar bien conocida o conocida solo a medias-  a través de un proceso que parece completamente azaroso, (…)” (p. 443-444)

En este texto están muy bien recogidas las principales virtudes del libro, pero también lo que para mí es el principal defecto: la falta de interés de gran parte del texto, la reiteración de escenas con el mismo sentido, la falta de profundización en las relaciones entre tantos y, en algún caso, tan interesantes personajes. Por todo ello, a mí la novela me aburre en muchos de sus 28 capítulos y de sus 439 páginas, a pesar de que también resulta interesante cuando trata temas como: la fatuidad y superficialidad de la clase alta rumana y de muchos ingleses que allí vivían; las diferencias sociales en Rumanía; los debates sobre la política británica hacia ese país o la situación de los judíos. No obstante, no es suficiente para superar el aburrimiento ya mencionado.
Por otro lado, la autora es capaz de hacer retratos tan curiosos como estos:

“Pequeñas y robustas, miraban con rostro impávido mientras blandían unos pechos y unos traseros tan pesados como una buena porción de tocino.” (p. 42)
“Tampoco se inmutaba el cochero, una especie de hogaza de pan de pueblo embutida en una bata de terciopelo.” (p. 47)

Si bien son del principio de la novela; luego se vuelve más “tradicional”.
De vez en cuando le doy alguna oportunidad a la literatura anglosajona de la que fui en su día ávido lector, pero como sucede en este caso no siempre sale bien parada.

Olivia Manning, La gran fortuna. Traducción Eduardo Jordá.



miércoles, 15 de julio de 2020

Haití y unos zombis poco peliculeros




Si en su último libro, Habitaciones de soledad y miedo, Romero hacía un repaso de toda su trayectoria profesional y de sus viajes por el mundo, en este, por el contrario, se centra en un solo país que es, además, uno de los más pobres del mundo. El libro tiene también otra particularidad pues, como se anuncia ya desde el título, se centra en la situación social y económica por un lado, pero, y esta es su gran originalidad y su principal aportación, por otro lado dedica mucho espacio a explicar en qué consiste el vudú y a contar algunos de los casos que ha conocido de zombificación.
En el libro se recogen informaciones de los siete viajes que ha hecho el autor a lo largo de los años desde el primero en 1981 al último en 2013. Prácticamente en todos se tocan los dos temas que mencionaba hace un momento con mayor o menor incidencia en uno u otro según los casos.
En cada uno de los viajes nos pone en primer lugar al corriente de cuál  era la situación política en ese momento y, como entre algunos pasan bastantes años, explica también cómo se ha llegado a ella. La verdad es que desde aquí la mayor parte de los procesos son bastante poco conocidos y los medios apenas dieron información. Yo recuerdo la salida de Baby Doc y luego la elección de Aristide, pero poco más y de eso hace ya mucho tiempo. En ese sentido el libro resulta interesante para conocer la evolución. Dentro del aspecto del libro sobre la situación social merece la pena destacar alguna cosa, así: las cifras pavorosas que se dan de la época de 1987 y las informaciones sobre el barrio de la Cité Soleil y, sobre todo, la impresionante descripción que hace Romero de lo que se encontró cuando llegó tras el terremoto de 2010, incluido el papel de las religiones pugnando por quedarse con la ayuda internacional.
Pero si con estos temas el libro ya resultaría muy interesante, lo más novedoso es todo lo que cuenta sobre el vudú, esa religión tan desconocida y que tan mala prensa tiene en occidente. Desde luego, la visión que yo tenía de ella, fruto en gran parte de alguna ceremonia vista en películas,  no tiene nada que ver con lo que cuenta Romero.
Voy a reproducir algunos fragmentos de la Introducción en los que se resume muy bien en qué consiste lo fundamental de esa religión. Los siete principios básicos del vudú según Bizango, una de las principales organizaciones sagradas semisecretas son:

“respeto a Dios como árbitro supremo; servicio a los loas que representan y protegen a la comunidad; memoria y honor a los muertos y a los ancestros; cuidado y ayuda a los ancianos; generosidad con las personas cercanas; apoyo a familiares y amigos que lo necesiten, y buena convivencia social.”

De ahí se derivan siete delitos básicos:

“avaricia, falta de respeto a los demás, denigrar a los correligionarios vuduistas, tener relaciones sexuales con la pareja de otro, difundir calumnias, atacar a otras familias de la comunidad y apropiarse de tierras ajenas.”

Y a continuación la pregunta obligada:

 “¿Existen los zombis? No es, aunque pueda parecerlo, una pregunta absurda. Y la respuesta que han dado los científicos que han estudiado el fenómeno es rotunda: sí. Son reales, aunque formen parte de lo “real maravilloso”. Su existencia me parece fuera de toda duda, a la luz de mis propias experiencias en Haití a lo largo de varias décadas. ¿Cómo podría negarla, ni siquiera dudarla, cuando he conocido –y filmado-  a tres de esas criaturas cuyos fallecimientos estaban documentalmente probados?” (todos en p. 12-13)

Es decir, estamos ante una religión que, al menos teóricamente, se acerca más a unas normas de comportamiento ético que a otra cosa aunque, en el caso de los zombis, cuya existencia como se lee constata el autor por su propia experiencia, la situación cambia al tratarse en realidad, si lo he entendido bien, de convertir a gente en esclavos para otros.
Sea como sea, el libro resulta tremendamente interesante y todo está narrado con la agilidad y el ritmo habitual en el autor, pero también con la precisión que unos temas así necesitan.
Tengo que reconocer que siendo un ateo y anticlerical visceral y racional, me ha sorprendido mi propio interés. Creo que en ello ha influido mi idea de que Romero también es algo parecido y, sin embargo, muestra un interés enorme por descubrir y entender ese fenómeno religioso.
Un libro recomendable aunque, claro, depende de para quién. La parte dedicada a mostrar la realidad política y social puede interesar a cualquiera. La otra ya es más complicado aventurarse a dar una respuesta. Quizá mi caso pueda ser significativo.

Vicente Romero, Tierra de zombis. Vudú y miseria en Haití.


viernes, 10 de julio de 2020

En la Guerra Civil española




Siempre he considerado La forja de un rebelde de Arturo Barea, más allá de sus cualidades literarias, como uno de los libros que mejor ayudan a entender algunos aspectos de la guerra civil española y, curiosamente, nos llega ahora la traducción del libro que en 1939 escribió su mujer y que también sirve para el mismo fin. Ambos tienen la enorme ventaja de estar escritos por gente que participó directamente en el conflicto y, además, de haberlo hecho poco después de concluido este.
En este caso, la autora centra la historia en el micromundo que supone el edificio de la compañía Telefónica, un edificio en el que había refugiados en los sótanos, varios pisos con oficinas dedicadas a la censura, otros en los que  se atendía a las comunicaciones e, incluso, la terraza del último piso servía para ver la línea del frente y poder dirigir alguna acción militar. Barea-Kulcsar -por cierto, es curioso el empleo por parte de la escritora de un apellido en el que mezcla los de sus dos maridos-, se centra sobre todo en la figura de la alemana que llega para colaborar en la censura de los textos de periodistas extranjeros, aunque la novela tiene en general un tono coral y son muchos los personajes que intervienen, desde conserjes vigilantes a señoras de la limpieza, desde miembros de la UGT a otros de la CNT, desde la mujer del protagonista principal a su amante, pasando por periodistas extranjeros partidarios de ambos sectores en conflicto. Solo hay un par de momentos en que la acción sale del edificio pero para desarrollarse  en un hotel y un restaurante cercanos.
Georg Pichler, autor de un Epílogo muy interesante, resume muy bien tanto el estilo como el objetivo del libro en el siguiente fragmento:

“En esta, su primera y única novela, sorprende la habilidad literaria de la autora: una técnica de montaje inspirada en el cine, la novela policiaca y la Nueva Objetividad alemana que permite un constante cambio de perspectivas, un juego combinado de distintas voces narrativas que muestran lo relatado desde diferentes puntos de vista en combinación con un estilo parco y contenido, que omite cualquier detalle superfluo para concentrarse en lo que realmente importaba a la autora: el mensaje de la lucha común de los “habitantes” de la Telefónica contra el fascismo…” (p. 337)

Efectivamente, el tema central es que todos deben colaborar al esfuerzo de guerra del gobierno republicano. Esto queda muy bien expresado en el siguiente fragmento de Agustín, el responsable de que todas las tareas que tiene encomendadas el edifico funcionen:

“-Así no podemos seguir trabajando, camaradas. No podemos trabajar unos contra otros, no importa cuáles sean los motivos, políticos o sociales. Madrid es el frente. El mando militar tiene que tener el mando y el ejército tiene que ser un ejército, y nosotros, los de la Telefónica, una parte al servicio militar.” (p. 235)

También es interesante la insistencia de Anita, la censora alemana coprotagonista y de alguna manera reflejo de la autora, sobre cómo debería de ser la censura:

“-Vosotros,  los españoles, sois los débiles. Os queréis convencer de que basta con no decir al mundo cómo están las cosas para que no se entere. Es la política del avestruz y solo lo empeora todo. Todavía más. Eso es algo que causa mala impresión en el extranjero.” (p. 159)

En más de una ocasión expresa la misma idea de que se deben decir también verdades sobre problemas existentes y sobre fallos producidos para no dar pábulo a que otros, los corresponsales extranjeros partidarios del bando franquista, den una visión distorsionada. Este tipo de reflexiones recuerda mucho esa idea de que la gran derrotada en una guerra es la verdad.
Además de este planteamiento más político, la novela también se centra en los avatares de una serie de personajes con sus pequeñas, o grandes, miserias, con sus enfrentamientos por la ideología o por algo más básico como los celos. Hay un par de personajes bastante negativos como Pepita,  la esposa del protagonista, o un militante anarquista cuyo objetivo es detener a Anita, pero la mayoría reciben un tratamiento favorable por parte de la autora.
A mí particularmente me ha costado aceptar que en una novela que se desarrolla a lo largo de cuatro días de diciembre de 1936, en un Madrid asediado por las tropas rebeldes y que recibe bombardeos cada día, alguien como Agustín, máximo responsable de un edificio de esa importancia, dedique el tiempo a discutir con su mujer, relacionarse con su amante y, en el colmo de la actividad, cambiarla por la censora alemana. Me parece que todo esto está un poco cogido por los pelos y que cabría en una historia que tuviese una mayor duración, pero no tanto en esta.
En cualquier caso, el libro se lee con interés y refleja muy bien algunos aspectos del conflicto y de las reacciones humanas ante él. También es interesante lo que comentaba antes Pichler sobre la técnica narrativa que resulta bastante atractiva.
Hay una buena y completa reseña de Erich  Hackl en elpais.com.

Ilsa Barea-Kulcsar, Telefónica. Traducción Pilar Mantilla.


lunes, 6 de julio de 2020

Algo más que cine



Me reconozco como un fiel seguidor de las películas de Allen; no recuerdo haberme perdido ninguna sobre todo desde los años ochenta y, sin embargo, me salí del cine cuando fui a ver La última noche de Boris Grushenko en una de las poquísimas veces que he hecho algo así. En general, la primera época de Allen es la que menos me interesa y gusta.
Por otra parte, este es el primer libro que leo de él. Nunca me han llamado la atención sus escritos salvo este y no por lo que algunos puedan pensar. El tema de su relación con Mia Farrow y de las denuncias de abusos me interesa más bien poco o nada.
Esta especie de autobiografía, como lo ha subtitulado en España la editorial que lo publica, me parece bastante desigual en el tratamiento de los temas y en el interés que puedan despertar en el lector.
Hay una primera parte típica en cualquier libro de estas características en el que habla de su infancia y juventud que me ha parecido interesante y divertida. Luego entra de lleno en sus inicios en la profesión de escritor de chistes y monólogos para otros que es un poco tediosa a veces porque cita a multitud de personajes totalmente desconocidos para un lector no especializado o no norteamericano. Le salva el que también aquí despliega su gran sentido del humor.
Luego empieza a desarrollar su carrera cinematográfica película a película con algunas incursiones en su vida personal en lo que se refiere a su relación con las mujeres. Así, cuenta algo de sus dos matrimonios, del segundo sobre todo, y de algunas otras relaciones.
A partir de un momento determinado aparece Mia Farrow y el libro se centra en esa historia a lo largo de más de cien páginas que, como advertía antes, más allá del carácter autoexculpatorio que tienen, no me han interesado especialmente sino que, bien al contrario, me han parecido pesadas y a veces reiterativas aunque comprendo la necesidad de Allen de dejar las cosas claras, al menos en su versión de lo sucedido.
Luego retoma la narración sobre su filmografía para volver de nuevo casi al final al tema de los abusos ante las últimas denuncias que se han presentado contra él.
En palabras muy acertadas que tomo de la espléndida y completísima  reseña de Manuel Hidalgo en elcultural.com:

Es, pues, una narración densa y torrencial, que fluye sin altibajos, aunque interrumpida por digresiones y saltos atrás y adelante, con muy pocas fechas, con una fuerte sensación de oralidad compatible con su elaboración literaria, en la que priman la funcionalidad, la sencillez y el abundante humor, negro en no pocas ocasiones, y siempre muy reconocible como propio de Allen."

También me ha gustado mucho este retrato que obtiene de Allen:

"La lectura atenta de este libro nos deja la percepción de una personalidad todavía más compleja de la que, entre risas, hemos vislumbrado en sus películas, la de un tipo asocial, muy solitario, muy metido en su trabajo y en sus cosas, egoísta, narcisista a su modo, mucho más neurótico de lo previsto, muy inmaduro emocionalmente y con muy mala cabeza para las relaciones sentimentales, alguien, en verdad, difícil de llevar.”
(Los subrayados en ambos textos en el original)

Estamos pues ante un texto de más de 400 páginas que resulta bastante desigual y en el que cada lector puede encontrar páginas y temas interesantes.
Aparte de alguna cosa que ya he comentado, también me han llamado la atención algunos aspectos concretos como: la dureza con la que trata a su madre y en parte a su padre; el hecho de que la religión, el psicoanálisis y el carácter judío aparecen en muy pocas ocasiones a pesar de la presencia constante en su cine; muy curiosa es la lista de autores y libros que no ha leído o de películas que no ha visto,-más normal es la de sus lecturas; y, finalmente, hablando de dureza, es bastante brutal lo que cuenta de Farrow en general y sobre todo en relación con la adopción de Soon-Yi. Desde otro punto de vista, es llamativo lo bien que trata a la inmensa mayoría de las personas que salen ya sean del mundo del espectáculo en sus diferentes profesiones o de otros ambientes. Casi todos salen bien parados de los comentarios de Allen que no sé si es totalmente sincero siempre.
Creo que es un libro que no dejará indiferente a ningún lector. Un texto que se lee con gran facilidad debido seguramente a esa oralidad de la que habla Hidalgo en la reseña citada y del que, también seguramente, gustarán más unas partes que otras.

Woody Allen, A propósito de nada. Autobiografía.  Traducción Eduardo Hojman.



miércoles, 1 de julio de 2020

Visiones de Cuba




No es muy habitual encontrar un libro que trate de Cuba  en el que no haya ni críticas furibundas ni encendidas defensas del régimen. Claro que en este caso la edición corre a cargo de Leila Guerriero, una periodista que se caracteriza por el rigor de la información y el mayor acercamiento posible a una cierta objetividad.
Dice en el Prólogo:

“Para unos Cuba es un modelo de equidad y justicia y, para otros, una forma solapada de replicar las peores lacras de Occidente (la corrupción, el sistema de clases, la desigualdad social). Para unos es la isla de la fantasía. Para otros, una cárcel.
Los doce textos que componen este libro intentan alejarse de esos reduccionismos y contar el país desde el territorio mucho más peligroso, y por lo mismo más interesante, de la duda y la contradicción. Los periodistas y escritores que participan en este volumen –no cubanos residentes en Cuba, cubanos residentes en Cuba, cubanos exiliados de Cuba, no cubanos visitantes de Cuba- hablan de un país cuya población ha sido educada en el ateísmo más rancio, pero bebe ávida de los odres de las religiones afro. .. (y sigue poniendo varios ejemplos de este tipo de contradicciones)“ (p. 9-10)

He aquí un magnífico resumen de lo que el lector se va a encontrar en las páginas siguientes. En el libro no se habla de la situación política de la isla, aunque aparezcan algunas alusiones de vez en cuando; tampoco se explica en detalle la situación económica, aunque también haya referencias sobre todo al “período especial” de los años noventa; Fidel Castro apenas es mencionado ni tampoco Raúl; hay más espacio dedicado a la vida de un jinetero o al funcionamiento del Tropicana que a cualquiera de estos temas. Esto, precisamente, constituye el gran valor del libro, el acercamiento que se hace a las distintas realidades de la isla tratando aspectos que no son los habituales.
Los doce capítulos están escritos todos ellos por estupendos periodistas y escritores como los cubanos Carlos Manuel Álvarez (autor del primer texto que es para mí uno de los mejores) o Leonardo Padura, los estadounidenses Jon Lee Anderson o Francisco Goldman o el corresponsal español Mauricio Vicent, por poner solo aquellos que yo conocía antes de leer el libro. Estos autores abordan diferentes aspectos de la realidad cubana que no son siempre de los más conocidos. Así, por ejemplo, el juego, la pasión por el béisbol, el papel de la mujer, el funcionamiento de la producción de películas o la forma de trabajo de un jinetero.
Solo en dos se aborda principalmente el tema que anuncia el subtítulo del libro, son: El capital cubano. Siete episodios de una transición… ¿hacia dónde?, del ensayista y crítico de arte cubano Iván de la Nuez y el de Jon Lee Anderson titulado La otra orilla que está dedicado casi exclusivamente a comentar el “período especial” de los noventa.
En el resto hay a veces alusiones tanto positivas como negativas -más de estas que de aquellas-, a la situación que se vive en Cuba. Un ejemplo puede ser este fragmento del chileno Patricio Fernández:

“No es una élite que viva en el lujo, aunque tampoco experimenta las carencias del resto. Es muy pequeña, como en todos los países del continente, y en ella conviven los parientes de la nomenclatura, los nuevos emprendedores, los artistas plásticos, los músicos, los escritores. Casi no hay negros entre ellos. No es que los rechacen explícitamente o tengan discursos racistas, pero simplemente no entran. Es muy raro ver ahí un matrimonio mixto.” (p. 76-77)

No obstante, lo importante del libro es lo mucho que se disfruta con las historias que cuentan y con lo bien escritas que están todas en los diferentes registros que utilizan, pero siempre con una gran calidad literaria.
No es este el lugar para opinar sobre la situación de la isla. En varias entradas del blog he ido dejando mi opinión a lo largo del tiempo. Aquí me gustaría dejar simplemente la idea básica que resume mi forma de enfocar el tema: al hablar de Cuba, las comparaciones no deben hacerse con países europeos, sino con los de su entorno más inmediato desde la República Dominicana a Honduras o Guatemala pasando incluso por Haití. Esa es la forma de entender mejor lo que significa ese país en esa zona del mundo.
Un libro muy recomendable que se disfruta desde el principio hasta el final.

Leila Guerriero editora, Cuba en la encrucijada. Doce perspectivas sobre la continuidad y el cambio en La Habana y en todo el país.