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domingo, 16 de febrero de 2025

Black no descansa

 

Voy ya más o menos por el duodécimo libro de Black leído en los últimos diez años y, curiosamente, no recuerdo haber leído ninguno de John Banville a pesar de que están la mayoría en la biblioteca de mi casa (mi mujer es muy seguidora suya).

Black tiene la enorme ventaja de que sus lectores sabemos lo que nos vamos a encontrar en cualquiera de sus libros: por un lado, una trama policiaca bastante básica y, me atrevo a decir, que no demasiado interesante, y, por otro, una magnífica ambientación, unos personajes conocidos que siguen con sus mismas manías y actitudes; todo ello narrado de una forma magistral con una escritura muy cuidada.

En este caso, una mujer ha desaparecido. El inspector Strafford, que mantiene una relación con Phoebe, la hija del doctor patólogo Quirke, protagonista de casi todas las novelas de la serie, recibe el encargo del caso. Ya tenemos así a algunos de los habituales de Black. Luego aparecerán algunos otros.

Además, tampoco podía faltar su tradicional alusión a los abusos sexuales a niños. En este caso se trata de un arzobispo y un profesor expulsado del colegio donde trabajaba y que juega un papel importante en la novela.

Pues bien, con estos mimbres el autor es capaz de escribir 330 páginas manteniendo el interés del lector en capítulos en los que va alternando aspectos de la trama de la novela con otros en los que se centra en las relaciones entre los diferentes personajes.

Desde luego un libro recomendable que hace pasar un buen rato. Un buen ejemplo de lo importante que es la buena escritura a la hora de contar historias.

 

Benjamin Black, Los ahogados. Traducción Antonia Martín.

domingo, 10 de diciembre de 2023

Novela policiaca de calidad


Son muchas las entradas en el blog dedicadas a los libros de Black (por cierto, me acabo de enterar de que este pseudónimo solo lo utiliza Banville en España). Todos suelen ser muy entretenidos y, lo que es también importante, estar muy bien escritos. Este no es una excepción.

La trama, como sucede en prácticamente todos, es relativamente simple. Una mujer aparece muerta y dictaminan que se trata de un suicidio hasta que la analiza el doctor Quirke que aprecia que puede tratarse de un asesinato. A partir de ahí se pone en marcha la policía a la búsqueda de posibles culpables.

Como decía, las tramas no son lo más relevante en las novelas policiacas de Black, pero es que en este caso lo es aún menos porque, aunque esto también es marca de la casa, aquí priman los personajes ya que como dice Laura Fernández en El Cultural, y reproduce la editorial en la solapa:

 

“Black, como Banville, como los maestros, crea personajes que no son solo personajes, que están vivos, en un mundo paralelo al nuestro, el mundo de la Literatura, con mayúsculas”.

 

En esta novela adquieren papel protagonista no solo el de siempre, Quirke, en esta con menos apariciones, sino su hija Phoebe,  los dos policías o una de las hermanas. Además, da mucha importancia a las relaciones personales.

No pueden faltar algunas alusiones a temas relevantes. Así, habla de la minoría protestante irlandesa o de la presencia de los judíos en Irlanda, perro, eso sí, falta esta vez la habitual referencia a la juventud del protagonista y los abusos de la iglesia católica.

Me ha hecho gracia la expresión: “tiene parientes en tierra firme”, dicha por un inglés para referirse a que tiene parientes en Inglaterra. Buena síntesis de una forma de pensar.

En fin, una novela muy entretenida que se lee casi de un tirón a pesar de sus 326 páginas en formato grande.

 

Benjamin Balck, Las hermanas Jacobs.  Traducción Antonia Martín.

 

 

 

 

jueves, 11 de marzo de 2021

El último Black


Mi caso con Black es cuanto menos original. He leído creo que todas sus novelas y, sin embargo, apenas alguna de John Banville, a pesar de que la mayoría están en mi casa. Es algo que tendré que subsanar en algún momento porque lo que más me atrae de Black es su estilo.

De vez en cuando me gusta intercalar entre mis lecturas alguna novela negra o novela policíaca, siempre son entretenidas y tienen otra forma de ver las cosas. En los últimos tiempos han sido el recientemente desaparecido Philip Kerr y Benjamin Black los encargados de cubrir esa faceta. Es curioso: un escocés y un irlandés aunque con novelas radicalmente diferentes en sus temas, no tanto en su estilo muy cuidado en ambos.

Esta vez Black desarrolla una parte de su historia en la ciudad de San Sebastián a la que ha acudido Quirke, el patólogo forense protagonista de toda la serie, para pasar unos días de vacaciones en compañía de su mujer. Un día, al acudir a un hospital para curarse una herida, cree ver a una amiga de su hija a la que daban por muerta. Este será el origen de una trama que nos llevará a Dublín, con la presencia y el protagonismo de esa hija, y a Londres donde veremos moverse a un asesino peculiar.

Como siempre sucede con las novelas de este autor, la trama no es lo más importante. Suele estar bien construida y no ser demasiado compleja, pero lo que interesa verdaderamente es la actuaciónde los personajes y, sobre todo, la atmósfera que consigue gracias a un gran estilo narrativo.

Evidentemente, en una novela de Quirke no podían faltar las alusiones a la religión practicada en Irlanda. Aquí vuelven a aparecer los abusos sexuales pero de una forma muy anecdótica en comparación con el casi protagonismo que tiene en otras novelas de la serie. También hay alguna referencia más concreta como puede ser la siguiente: 

“Había dos curas al fondo del bar, cada uno con un vaso de whisky en la mano.  O sea que eso no había cambiado. Rubicundos, bien alimentados y medio borrachos”. (p. 161)

Al desarrollarse una parte sustancial en San Sebastián no podían faltar tampoco algunas referencias a cosas del país. Así, los toros, el flamenco o los ajos, y también una visión de los españoles como bajitos y casi siempre enfadados. La novela, aunque no me suena que en algún momento se diga la época, por las otras supongo que se desarrolla en los años cincuenta del siglo pasado.

Una novela que es recomendable porque se trata de un entretenimiento escrito con una buena calidad literaria.

Benjamin Black, Quirke en San Sebastián. Traducción Miguel Temprano García.

 

 

 

 


 

miércoles, 11 de abril de 2018

Benjamin Black inicia serie


Nueva incursión de John Banville, con su pseudónimo,  en la novela policíaca con la particularidad de que ha decidido cambiar de protagonistas en lo que parece ser la inauguración de una nueva serie. Si antes era un bastante peculiar forense, el doctor Quirke, ahora lo será un también peculiar policía del que pronto sabemos cosas como:

“Solitario. No tenía a nadie: ni mujer, ni hijos, ni amante, ni amigos. Ni siquiera tenía familia; unos pocos primos (…)
Sin embargo, su soledad le parecía algo singular. Su vida estaba, según creía, en un estado de calma peculiar, de equilibrio tranquilo (…)
El impulso más fuerte de todos los que le dominaban era la curiosidad, el simple deseo de saber, (…)” (p. 85)

A lo que habrá que añadir lo que se dice en otros lugares: alto, desgarbado, no muy arreglado, abstemio, etc.
Junto a él, como es habitual en los libros de Black, un conjunto de secundarios bien caracterizados y con su papel bien ajustado. Típico también del autor, el tiempo atmosférico, un invierno especialmente frío y nevado, que le permite  desarrollar algunas escenas y crear una determinada atmósfera. No puede faltar un elemento clave en sus novelas que es, además, uno de los aspectos que más me gustan de ellas: las alusiones a la religión (alusiones siempre bastante o muy críticas). En este caso incrementadas pues la novela empieza así: “Soy un cura, por el amor de Dios, ¿cómo me puede estar pasando esto a mí? (p.9)(Subrayado en el original)
Y lo que le está pasando o, mejor dicho, lo que le pasa es que es asesinado. A partir de ahí, el inspector Strafford, que es como se llama el nuevo protagonista, iniciará la investigación para encontrar al culpable o culpables. Los primeros capítulos a mí me han traído a la memoria las obras de Agatha Christie por el ambiente y el inicio de las pesquisas, pero poco a poco la novela se va convirtiendo en más parecida a lo habitual en Black, aunque es cierto que en este caso da más importancia que otras veces a la investigación.
La historia se desarrolla en 1957, con una breve excursión explicativa a 1947, y otra aclarativa a 1967, y siempre dentro de una pequeña localidad del sur de Irlanda. Algunos aspectos que refleja de esa sociedad son muy muy parecidos a la que yo puedo recordar de España por aquellos años. Así, por ejemplo: 

“La historia de siempre, en Irlanda, el hijo enviado a la gloria del sacerdocio, mientras la hija permanecía en casa para cuidar a los padres hasta que morían o quedaba sola, todavía joven pero ya vieja, preparada solo para la soltería.” (p. 152)

Tengo que decir que me costó algunos capítulos entrar en la novela; echaba de menos a Quirke y a Dublín y no me interesaba demasiado la investigación, pero poco a poco he ido dejándome llevar al nuevo mundo creado por Black y reconozco que me ha entretenido y gustado este inicio de serie. Evidentemente, en ello tiene mucho que ver lo bien que escribe este autor.
Hay una buena reseña de Laura Fernández en elcultural.com.

Benjamin Black, Pecado. Traducción Miguel Temprano García.

viernes, 24 de febrero de 2017

En la Irlanda de los cincuenta





Séptima entrega de la serie que Black (Banville) dedica a la novela negra con su gran protagonista Quirke, el peculiar médico forense.
Tiene los mismos ingredientes que el resto de los títulos de la serie, esto es: la presencia constante y casi agobiante del clima, en este caso el calor en un duro verano dublinés; la también constante presencia del tabaco y del alcohol, si bien este menos que en otros episodios por la rehabilitación del protagonista; la crítica de la Iglesia católica algunos de cuyos miembros realizan actos cercanos a la delincuencia (vuelve al salir el recurrente tema de los niños robados); y, por encima de todo, sus personajes de los que muy acertadamente dice Laura Fernández en El Cultural de El Mundo: “Black, como Banville, como los maestros, crea personajes que no son solo personajes, que están vivos, en un mundo paralelo al nuestro, el mundo de la Literatura, con mayúsculas.”
Efectivamente, sus personajes son una de las grandes creaciones de Black. Aquí tenemos a los mismos de siempre (su hija Phoebe, su hermano Mal, su cuñada,…), a los que hay que añadir un gran Sam Corless, padre del asesinado, militante trotskista y que juega un interesante papel.
Ante ello, la trama, como por otra parte sucede prácticamente en el resto de las novelas de la serie, tiene poca importancia. Es bastante sencilla y se irá  resolviendo poco a poco hasta el algo sorprendente final.
Black consigue que estemos pendientes con interés a lo largo de las  más de 300 páginas del libro sin que nos preocupen especialmente los hechos delictivos y eso, en una novela de este género, tiene un gran mérito y es una de las particularidades de este escritor.
Esta séptima entrega es, para mí, una de las mejores de la serie y demuestra que aún le queda recorrido. Entretenimiento de calidad.




Benjamin Black, Las sombras de Quirke. Traducción de Nuria Barrios.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Benjamin Black sin Quirke




Seguramente quien leyera esta novela en el momento de su publicación hace unos años disfrutaría bastante con ella. Black (Banville) la escribió poco después de iniciar la serie que tiene como protagonista al forense Quirke y gracias a un encargo hecho por The New York Times Magazine. Creo que el ser un encargo para una revista lastra de alguna forma el libro desde su tamaño, apenas 200 páginas, hasta el tono y el sentido del mismo.
Si algo caracteriza a este magnífico autor de novela negra es la creación de atmósferas, ese Dublín lluvioso, brumoso y frío, y de personajes, su forense Quirke es una de las buenas creaciones del género. Sin embargo, esta novela se desarrolla en Nueva York y sus protagonistas tienen el papel que tienen solo en función de las necesidades de la trama. Eso sí, esta, como sucede siempre en este escritor, está bien construida y resulta entretenida, pero no deja de ser una novela más dentro de su género. Abundan en exceso  las descripciones de los personajes sin que sean realmente necesarias para la historia.
Obviamente no podía faltar alguna referencia a los curas pedófilos, es una marca de la casa,  y la existencia de alguna adicción que en este caso es al tabaco.
Una novela menor aunque entretenida que no aporta nada a la producción de este buen escritor.



Bejamin Black, El lémur

miércoles, 6 de abril de 2016

El penúltimo Black



Sexto libro que leo de la serie protagonizada por el forense doctor Quirke. Es el último traducido y creo que hay ya otro publicado en inglés.
Puede que sea el mejor o, al menos, está entre los dos mejores de la serie. Como de costumbre, pero seguramente más aún en este caso, la trama criminal y policial del caso importa bastante poco. Un joven periodista es brutalmente asesinado en las primeras páginas, pero pronto el asesinato dejará paso al núcleo de la novela que es como de costumbre el conjunto de problemas de los protagonistas y de las relaciones entre ellos. Como dice Laura Fernández en su magnífica reseña de elconfidencial.com:
“(…) porque Benjamin Black no se limita a construir historias, Black, como Banville, como los maestros, crea personajes que no son sólo personajes, que están vivos, en un mundo paralelo al nuestro, el mundo de la Literatura, con mayúsculas”.
Esta es la gran virtud de estas novelas de Black y lo que hace que se lean con tanto interés aunque la investigación que lleven a cabo, ya sean Quirke o el inspector Hackett (presente también en todas las novelas de la serie), no revistan particular complicación ni especial suspense.
Una vez más Quirke y su hija Phoebe son los grandes protagonistas y volvemos a encontrarnos con su pasado complejo y su presente lleno de dificultades afectivas.
Por supuesto, no faltan los pubs, Dublín,  el tabaco y el alcohol en la mayor parte de las escenas, ni las referencias críticas a la Iglesia católica que es una de las señas de identidad de las novelas de la serie. En este caso con una presencia más acentuada. Especialmente interesante es la parte en la que el autor  refleja el mundo de los quincalleros irlandeses, los tinkers,  muy parecido al de los gitanos en sus formas de vida, pero no en su etnia.
En fin, entretenimiento garantizado con una buena calidad literaria. Ahora queda esperar la traducción del siguiente.




Benjamin Black, Órdenes sagradas

miércoles, 24 de febrero de 2016

Un Black menos Black, pero Black




Quinto libro de la serie que tiene como protagonista al forense irlandés doctor Quirke, pero también es el libro en el que menos participación tiene en la historia. Otra vez Dublín, aunque con menos problemas meteorológicos y otra vez, sobre todo, una buena colección de personajes secundarios que es la auténtica especialidad de Black.  En este caso la trama recuerda más a las creadas en su día por Agatha Christie que a las de las anteriores entregas de esta serie y, desde luego, yo he echado en falta las referencias a los problemas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, algo  que no había faltado en ninguna de las anteriores novelas.
Creo que, como bien apunta en su crítica de El País Berna González Harbour, se trata del Black menos Black, aunque también es cierto lo que dice al final: “Pero sigue siendo un Black. La lectura atrapa, su mundo enriquece, su pluma subyuga y su trama es una dosis más que suficiente para pasar un gran rato en el sofá. La reverencia, pues, sigue en su sitio.”
No mucho más que añadir salvo que pronto tendré ocasión de comprobar si en el siguiente libro de la serie retoma los viejos temas y tramas, o sigue en esta línea más policial y menos comprometida.
En cualquier caso, entretenimiento y calidad de escritura no faltan.



Benjamin Black, Venganza

jueves, 21 de enero de 2016

Puro entretenimiento




Después de una temporada de lecturas bastante “duras” necesitaba algo más relajado y para eso nada mejor que los libros de Black. En este caso se trata del cuarto de la serie que tiene como protagonista al médico forense Quirke.
Sigue los pasos de los anteriores con esos protagonistas problemáticos, infelices y con secretos en el pasado tan característicos en los libros de esta serie; también la crítica más o menos abierta a la religión católica o el abuso de las drogas legales que, en este caso, es el tabaco y no el alcohol tan presente en la tercera entrega. Sin embargo, hay dos aspectos que son un tanto diferentes y que marcan bastante la narración; por un lado, la historia se desarrolla en un verano caluroso y luminoso (¡en Irlanda!)  que contrasta con la oscuridad y el clima de las anteriores y, por otro lado, hay un claro predominio del diálogo no muy habitual en Black.
Así pues, en lo fundamental no se sale de la línea marcada en la serie aunque a mí me ha gustado menos que los anteriores quizá porque da más importancia a la investigación del asesinato que, si bien tiene que tenerla porque se trata de una novela de género, queda muy por encima  del elemento que diferencia a este autor: las relaciones entre los personajes. En este sentido, hay un par de escenas que a mí me han chirriado y me han parecido muy mal desarrolladas con unos diálogos un tanto anticuados.
Novela entretenida como todas las de la serie, pero que me ha parecido menos trabajada y peor escrita de lo que es habitual en este autor.
Un comentario más completo en elcultural.com.


Benjamin Black, Muerte en verano

lunes, 14 de diciembre de 2015

Más que una novela negra



“Un maestro de la ambientación; casi se percibe cómo el temor, pavor, asociado a los actos y deseos ocultos, emana de las páginas.” Library Journal

“Es sorprendente la capacidad de Black para dar vida a sus personajes con ráfagas de una perspicacia penetrante, ya esté Quirke tratando con su suegra o aprendiendo a conducir.” Kirkus Reviews

 En estos dos fragmentos de comentarios críticos puestos en la solapa por la editorial se resumen muy bien las principales virtudes del libro.
Es el tercer libro que leo de la serie de novela negra que tiene al forense Quirke como protagonista y como autor a Benjamin Black tras el que se oculta un gran escritor irlandés, John Banville. Es el que más me ha gustado hasta ahora y pienso seguir leyendo el resto de la serie
El gran mérito de estos libros de Black es que, tratándose de novela negra, no importe demasiado la trama criminal sino que sean más importantes e interesantes las distintas las relaciones y reacciones  entre  los diferentes protagonistas. Estos tiene algo en común: se trata de gentes bastante perdidas y en varios casos con traumas que vienen de lejos.  El estudio de sus caracteres, de sus diversas actitudes, de sus pasiones o de sus vicios, se constituye en el centro de la novela. Obviamente hay una trama criminal, pero también aquí es más interesante la postura que ante ella van adoptando los diferentes protagonistas.
¡Ah! Y el clima. El tiempo en el sentido más físico del término. Ese Dublín brumoso, con niebla, lluvioso, frío, que aparece casi en cada página y que me hace recordar tanto a Mankell quien daba también un gran protagonismo a este aspecto. Y, por supuesto, no pueden faltar las alusiones críticas a la religión que tanto me gustan en las novelas de la serie.
Un libro muy recomendable no solo para aficionados al género sino para todo aquel que guste de la buena literatura y de los buenos personajes.


Benjamin Black, En busca de April

martes, 1 de septiembre de 2015

Entretenimiento de calidad




Cuando hace ahora un año comentaba el primer libro que leía de la serie que tiene como protagonista al forense irlandés Quirke, ya avisaba de que no sería el último que aparecería por el blog, y así ha sido.
Tiene Benjamin Black, seudónimo  tras el    que se esconde John Banville, una capacidad especial para construir novela negra sin que lo más importante tenga que ver demasiado con las muertes que en ella suceden. Como dice el fragmento de la crítica de The Guardian que la editorial reproduce en la solapa: “Una novela absorbente y emotiva, con todos los personajes soberbiamente retratados y una prosa simplemente deslumbrante.” Aquí están las claves del libro; los personajes, desde ese forense protagonista hasta cualquiera de los secundarios, están magníficamente construidos y, desde luego, no hay ninguno que tenga una dosis mínima de tranquilidad y felicidad en su vida. Además, Black sabe a través de su escritura describir una atmósfera una tanto asfixiante en la que pasa lo que tiene que pasar.
La novela, como la anterior, se desarrolla en los cincuenta lo que, en este caso, no tiene relevancia porque podría haberse desarrollado perfectamente hoy. Sí lo tenía en la anterior por los problemas religiosos que planteaba y que aquí solo aparecen levemente y de rebote.
Novela enormemente entretenida, muy bien ambientada y perfectamente construida.
Reproduzco también el comentario crítico de Los Angeles Times de la solapa porque me parece original: “Hágase un favor. Acuda a una librería y compre la nueva novela de misterio de Bejamin Black, El otro nombre de Laura. Váyase directamente a casa. Si comparte vivienda, eche a sus compañeros. Sírvase una copa y acomódese en su sillón favorito para disfrutar de una auténtica dosis de sabiduría y angustia irlandesas y de prosa excelente.”
Una buena recomendación.
 
Benjamin Black, El otro nombre de Laura

viernes, 1 de agosto de 2014

Feliz descubrimiento



No he leído nada de John Banville, el escritor que utiliza este seudónimo de Benjamin Black para sus obras de tipo policiaco. Mi mujer es seguidora de su obra, pero empezaron a traducirlo cuando yo me había desentendido de la novela escrita por anglosajones y, por lo tanto, me resulta totalmente desconocido.
Esta que ahora comento es la primera novela de una serie que tiene como protagonista al doctor Quirke, médico forense que, además, en esta primera entrega es también el protagonista de parte de los sucesos que constituyen la historia.
Ya es una interesante novedad el hecho de tener a un forense como actor principal, pero es que, además, la historia tiene muchos elementos interesantes desde el punto de vista familiar y social. Se desarrolla en los años cincuenta en Dublín y en Boston; aparece la Iglesia católica detrás de algunos hechos de dudosa moralidad; hay varias sorpresas muy bien dosificadas a lo largo de la novela y está muy bien escrita.
En definitiva, se trata de un buen entretenimiento y de una interesante aportación a un mundo tan difícil como es el de la novela negra o policiaca o de suspense que está tan de moda últimamente sobre todo con la eclosión de los autores nórdicos.
Seguro que aparecerán en el blog otros episodios de esta serie.
 
Benjamin Black, El secreto de Christine