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jueves, 4 de julio de 2024

Un trabajo muy completo



 

Serrat es de los cantautores españoles el que más me ha emocionado ya desde los años sesenta. Sin embargo, no es de los que más he visto en directo: Aute y Sabina le superan.

Se da también una circunstancia curiosa; cuando en el año 1984 el Ministerio de Educación me envió a trabajar a Mallorca me di cuenta de que sabía bastantes canciones de Serrat y la mayoría eran en catalán aunque no sabía muy bien qué es lo que decía.

García Gil ha escrito un libro magnífico sobre la obra y algunos aspectos de la biografía de Serrat al que le une una buena amistad y sobre cuya obra posee un conocimiento enciclopédico.

A lo largo de los 32 capítulos en que ha dividido el libro y sus 466 páginas, el autor va analizando cronológicamente los diferentes discos que ha ido publicando Serrat, deteniéndose con bastante detalle en las letras de muchas de sus canciones, comentando los arreglos y detallando los componentes de los diferentes conjuntos que le acompañan en cada una de las producciones. Es un trabajo bastante exhaustivo y muy completo. Pero, además, también va mostrando con algunos detalles más biográficos quién es y cómo es Joan Manuel Serrat. En este sentido dedica cierto espacio a tratar el famoso tema de su no participación en el Festival de Eurovisión con el La, la, la; también los problemas que tuvo en algunos momentos con otros componentes del movimiento de La Nova Cançó; o las repercusiones de su práctica del bilingüismo en sus canciones.

Hablaba antes de cómo ha sido el cantante español que más me ha emocionado. Pues bien, leyendo este libro me he dado cuenta de lo poco que conozco su obra y, por lo tanto, de lo mucho que me he perdido. Aunque empecé en los sesenta, la verdad es que después del disco de 1972 dedicado a la poesía de Miguel Hernández apenas conozco alguno más completo -quizá el dedicado a Benedetti-, y algunas canciones sueltas. En definitiva, solo la primera o muy primera época de su larguísima trayectoria. Evidentemente, sí he seguido algunas actuaciones suyas y desde luego alguna de sus giras, pero no su discografía. No obstante, creo que puedo afirmar que es el cantautor más completo de su generación, que es la mía, y por qué no decirlo de los últimos cincuenta años; la lectura de este libro lo confirma.

García Gil ha tenido también la feliz idea de completar la edición, además de con una interesante bibliografía y de la relación de la discografía en solitario de Serrat, con un conjunto de 27 códigos QR enlazando diferentes actuaciones y entrevistas que son muy interesantes.

En resumen, un trabajo muy completo sobre la obra, y algunos momentos de la vida, de uno de los personajes más relevantes de los últimos años y no solo en España porque, no lo he mencionado, también dedica bastante referencias a las actuaciones de Serrat en Latinoamérica y del gran seguimiento que de él se hace en muchos países, sobre todo en Argentina, algo que he podido comprobar personalmente.

 

Luis García Gil, Serrat. Se hace camino al cantar

 

 

martes, 10 de octubre de 2023

Un grandísimo pianista

 

Empecé a aficionarme de verdad al jazz gracias al piano de Bill Evans y a las grabaciones con sus diferentes tríos, principalmente el primero con Scott La Faro y Paul Motian. Luego fui conociendo a otros pianistas y también a intérpretes de otros instrumentos aunque siempre ha predominado el piano en mi gusto por esta música. Son muchos los pianistas que he ido conociendo y escuchando, pero desde Evans ha sido Jarrett el que más horas ha estado en el reproductor.

Lo anterior explica mi interés al ver esta biografía en los estantes de la librería. Tengo que decir que me alegro de haberla leído aunque también reconocer que es un texto bastante, si no muy, difícil para alguien que, como es mi caso, desconoce los elementos más básicos de la música.

Sandner es un famoso crítico alemán que también fundó en su día una compañía discográfica y que, desde luego, es un experto conocedor de la música en general y del jazz en particular como demuestra en las más de 300 páginas de este libro.

A lo largo de los 13 capítulos en los que ha dividido el texto va recorriendo la vida y, sobre todo, la música de Jarrett desde esos tempranos inicios a los tres años hasta el momento actual. Así, le vemos actuando en pequeños locales muy joven, para pasar después por distintas agrupaciones como las de Art Blakey, Charles Lloyd y Miles Davis hasta iniciar su camino en solitario o con los diferentes tríos que formó fundamentalmente el americano con Gary Peacock y Jack DeJohnette. También habla de su colaboración con Gary Burton, Charlie Haden o Paul Motian por citar solo alguno de los más relevantes.

A Sandner la faceta que más le interesa de Jarrett, y a la que dedica más espacio y sus mejores halagos, es la de la improvisación. Sobre esta faceta de su obra reproduce esta explicación que le dio el pianista al crítico de The Guardian:

“Creo que al arte de improvisar no puede practicarse, y tampoco creo que sea bueno desarrollar costumbres para hacerlo. Cuanto más tiempo guardo abstinencia en los lapsos en que no hay conciertos, tanto mejor resulta la música que después vuelvo a  improvisar”. (p. 246)

Aprovecho para decir que, a raíz de la lectura del libro, he vuelto a ver el extraordinario documental Keith Jarrett. The Art of improvisation gracias al cual he podido acercarme a entender alguna de las cosas que dice Sandner en su libro porque, como ya anunciaba al principio del comentario, se trata de un texto que en muchos momentos resulta bastante difícil de entender. Dejaré solo una pequeña muestra:

“Frente a la apertura armónica de esta introducción, que va hasta estratificaciones atonales, bizarras esquirlas motívicas y nubes sonoras disonantes, las complejas estructuras con acordes de cuarta de seis tonos de un Aleksandar Seriabin remiten, francamente, a un arrebato tardorromántico. (p. 239)

Además, en varias partes del libro analiza pieza a pieza y con todo lujo de detalles alguno de los discos grabados por Jarrett, discos que en su mayor parte desconozco.

Bueno, pues a pesar de todo eso me lo he pasado muy bien leyendo el libro y admirando la capacidad de su autor y, claro, sobre todo, la grandeza musical de un pianista que aunque escucho bastante lo hago prácticamente siempre tocando standards con su trio americano antes mencionado.

Queda claro que Sandner está rendido ante el arte de Jarrett. Mención aparte merece la presencia casi constante de Manfred Eischer, creador del sello ECM, que tanta importancia ha tenido en la carrera de Jarrett produciendo la mayor parte de sus muchos discos.

En fin, un libro interesante para aficionados al jazz que disfrutarán más cuanto más sepan de conceptos musicales.

Nota menos importante: Es una pena que en un libro tan bien editado se cuelen tantas erratas. Por ejemplo, hay unos cinco “sinó”, alguno en una línea antes de otro sino (esta vez correctamente escrito sin acento).

 

Wolfgang Sandner, Keith Jarrett una biografía. Traducción Richard Gross.

 

 

 

 

 

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Original planteamiento

Estamos ante un libro difícilmente clasificable con un título enormemente atractivo. Nada menos que Siberia, ese territorio tan desconocido, y los pianos en relación con él. De Siberia conozco bastante su extremo oriental, Kolimá,  gracias a los relatos de Varlam Shalámov (por cierto, una colección de libros algo más que recomendable) y del estupendo libro sobre su viaje en auto-stop a través de esa zona del periodista polaco Jacek Hugo-Bader.

La escritora británica autora de este libro ha dedicado dos años de su vida a ir recorriendo la zona de un lado a otro en busca de pianos de los que iba obteniendo alguna referencia. Ahora bien, en el libro no se limita a contarnos qué ha sido de los pianos, en qué estado se encuentran o quién es hoy su propietario; creo que no hubiese sido demasiado interesante de haber sido así. Por el contrario, Roberts escribe sobre diferentes aspectos que van desde la historia de Rusia y de la URSS, a conciertos dados por grandes pianistas como Liszt o Rijter en distintos lugares de Siberia; también entrevista a un conjunto de personajes originales y a veces algo excéntricos y, lógicamente, narra variadas peripecias en un viaje tan largo y por tierras donde la vida es bastante difícil.

El libro está dividido en tres partes basadas en la cronología. Así, la primera abarca hasta 1917, la segunda desde esa fecha hasta 1991 y la tercera llega hasta el momento actual. Es bastante extenso pues tiene 355 páginas de texto más otras casi 100 dedicadas a notas, referencias  e índice onomástico.

Hasta aquí el contenido de un libro que se lee bien y que ofrece cosas muy interesantes al lado, eso sí, de otras que lo son menos. A mí me han interesado sobre todo cosas como lo que cuenta sobre los decembristas; la visita de Chéjov a la isla de Sajalín; las diferentes referencias que hace al sitio de Leningrado o todo lo que explica en la parte final sobre las islas del Comandante y las Kuriles. Además, claro está, de algunos de los personajes con los que se relaciona en el viaje. Sin embargo, me han faltado más informaciones sobre la vida actual, el territorio y esos aspectos que siempre se tratan en los libros de viajes porque creo que este libro en lo fundamental es un libro de viajes. También me desconcierta el desorden con el que están estructurados algunos capítulos. Así, por ejemplo, el capítulo 11 se inicia hablando de Stalin y Siberia, para pasar a continuación a centrarse en un grupo étnico, los nenezos, del que hace un análisis antropológico y también musical entrevistando a un compositor de esa etnia que tiene piano, termina el capítulo hablando sobre la construcción en los años del ferrocarril 501que iba siguiendo la línea del círculo polar.

En resumidas cuentas, se trata de un libro original en su planteamiento aunque a veces resulte un tanto confuso. Muchas páginas se leen con interés, pero hay otras que quizá puedan interesar a especialistas en los pianos. A mí tengo que reconocer que me ha decepcionado un poco porque, quizá erróneamente, me esperaba otra cosa. Sí tengo que agradecer el conjunto realmente espléndido de fotografías que se insertan en los diferentes capítulos incluyendo algunas hechas en el siglo XIX.

Hay dos buenas reseñas: la de Andrés Seoane en elcultural.com y la de Ricardo Martínez Lorca en revistadeletras.net.

 Original planteamiento

 

Sophy Roberts, Los últimos pianos de Siberia. Traducción Ramón Buenaventura.

 


 

jueves, 26 de septiembre de 2019

Figuras del jazz



Ante la escasez de libros que traten sobre una de las músicas más importantes del siglo xx se agradece la publicación de cualquier libro y más si, como es el caso, se trata de entrevistas a varios de los mejores  intérpretes y creadores de esta música.
Sidran, él mismo pianista y compositor, se dedicó a entrevistar para un programa de radio en la segunda mitad de los ochenta  a un buen plantel de músicos en el que están, entre otros: Miles Davis, Keith Jarret, Art Blakey, Wynton Marsalis, Paul Motian o Carla Bley.
A diferencia de otros libros en los que también se escribe sobre figuras del jazz, en este, aunque no hay ni contrabajistas ni guitarristas, sí que están bastante bien representados varios instrumentos con una mención especial a la batería con nada menos que cuatro participantes de un total de quince.
Hay músicos de diferentes tendencias, pero todos tienen en común que hablan casi exclusivamente de música y con un nivel que lleva en muchos momentos a que alguien profano como yo se pierda totalmente. Hay bastantes preguntas y respuestas que se centran en aspectos muy técnicos con alusión a las notas que se tocan y a la forma de hacerlo. Ahí yo no lo puedo seguir, pero no importa porque a continuación sí tratan otros aspectos muy interesantes. Así me gustaría destacar la enorme vitalidad que todos manifiestan, la riqueza de unas vidas dedicadas en exclusividad a la música, la cantidad de cambios de agrupaciones musicales en las que han participado y con ello de amistades que han forjado, la intensidad con la que han vivido, etc. Todo ello no deja de provocar una cierta envidia.
Evidentemente se leen muchas cosas interesantes y novedosas, al menos para mí, entre las que destacaría: todo lo que  explica Blakey sobre la batería,  lo que cuenta Motian sobre su época con Bill Evans (esto lo he leído con particular emoción dada mi absoluta predilección por este pianista), las explicaciones de Marsalis sobre los aspectos técnicos de la improvisación grupal y el papel de cada instrumento, la intervención de un ingeniero de sonido como Van Gelder hablando de la grabación o, desde otro punto de vista, ver la precocidad de gente como Carla Bley.
En definitiva, un libro que cualquier aficionado al jazz disfrutará y si tiene conocimientos de música podrá además aprender muchas cosas muy interesantes.
Hay dos buenas reseñas: una de Juan Alberto Crasci en artezeta.com.ar y la otra de Sergio Pujol en pagina12.com.ar. Como se ve ambas en prensa argentina seguramente porque el libro está editado en ese país.


Ben Sidran, Talking Jazz. Una historia oral. Traducción Ana Kauffmann y Nicolás Pasetti.


sábado, 30 de marzo de 2019

Criticando a los modernos



Me gustó mucho el libro que Lenore dedicó a la movida madrileña y la crítica que en él se contenía sobre esa época y sobre cómo se había utilizado políticamente. Ahora ha leído este dedicado también a una época concreta que fue publicado en 2014 y es, por tanto, anterior en varios años al dedicado a la movida.
El tema de los hípsters me interesa relativamente. Está muy lejos de mí tanto por la edad, como por la situación geográfica y los intereses vitales. Sin embargo, he oído esa expresión tantas veces que tenía ganas de enterarme un poco de qué iba el tema.
Tengo que decir, como advertencia previa, que lo que realmente me interesa son los aspectos sociológicos y políticos y no tanto los culturales. En este sentido, hay páginas y páginas de este libro de las que no he entendido absolutamente nada. El autor es crítico musical y mi desconocimiento de la música de estas épocas es enciclopédico. Escucho música a diario, pero siempre se trata de jazz y, de vez en cuando, música clásica. No solo desconozco los diferentes grupos o solistas que se mencionan sino también la mayoría de los conceptos que se utilizan. No obstante, hay suficientes aspectos descriptivos de una época y críticas a la misma que el libro en su conjunto me parece realmente interesante. Hay incluso un capítulo, el 9, en el que bajo el título de Por qué nos hacemos hípsters lo que hay es una fuerte autocrítica.
Reproduzco una serie de fragmentos que explican bien de qué tipo de crítica se trata:
 
 “Ambas culturas, la hispter y la yupi, se parecen porque son mecanismos de distinción. También comparten valores como el culto a la independencia (frente a las relaciones colectivas), el refinamiento estético (frente al compromiso político) o el apoyo a la meritocracia (frente a la lucha por la igualdad).” (p. 32)

 “Quien se mueve entre modernos de Madrid y Barcelona sabrá que impera una enorme tolerancia hacia comentarios del tipo “no puedo quedar para ver el fútbol porque hoy vienen los panchitos a traerme los muebles”, “me han robado en las Ramblas, pero no un marroquí, sino alguien normal” o “yo no voy a la piscina pública porque se ha llenado de peruanos” (todas son literales y las he escuchado personalmente).” (p. 72-73) (Este texto inicia un epígrafe titulado Racismo hípster.)

“La creación de una cultura pop premium (más cara, estirada y con los medios de comunicación de su parte) funciona como herramienta para legitimar el clasismo. El Sónar es un festival pijo de Barcelona, lo cual siempre da derecho al triple de atención mediática que a Monegros, que se celebra en Huesca y suele atraer público de clase trabajadora.
(…)
En realidad, el PSOE fue experto en desactivar cualquier tipo de cultura realmente popular, empezando por las fiestas patronales, que privatizaron y trasladaron a pabellones deportivos alejados de los barrios.” (p. 85)

“No creo que sea casualidad que la década más glamurizada por los hípsters sea la de máxima derrota y desorientación de la izquierda. (…) Básicamente, fueron años del capitalismo rampante, El Fin de la Historia y de partidos socialistas europeos adoptando de manera entusiasta el credo neoliberal.” (p. 135)

“La mayoría de la prensa cultural es reaccionaria porque se concibe como un escaparate de la industria, pero también por su pasividad para cuestionar el modelo político, incluso en momentos de emergencia social como el que vivimos.
Una de las razones principales para meterme en este libro era poner por escrito que apuntarse a la cultura indie, hípster o moderna no me parece un signo de sofisticación, sino de paletismo.” (p. 150-151)

Como se puede apreciar bien en estos ejemplos, Lenore realiza una crítica fundamentalmente política y me atrevería a decir que ideológica de este movimiento o momento cultural.
Esta dura crítica que, como decía antes, no está exenta de la correspondiente autocrítica, hace que no sea precisamente bien recibida en algunos sectores. Así, por ejemplo, David Morán escribe sobre el libro en rockdelux.com (revista en la que, precisamente, escribía antes Lenore):

“Esto es intentar colar como ensayo cultural un artículo de opinión más o menos extenso, con argumentos tan peregrinos como que en los supermercados pijos de Madrid suena Nouvelle Vague (…) o que todos los conocidos del autor aprovechan las escapadas a festivales indies para visitar el centro de arte contemporáneo de la ciudad y engullir el menú degustación del restaurante de moda.
(…)
firma un libro que es poco más que una endeble coraza teórica para justificar su renacer como azote de lo independiente.”

Sin embargo, Carlos Prieto, colega cuando se publica el libro, dice en elconfidencial.com:

“(… )ndies, hipsters y gafapastas es también un libro beligerante que va a levantar ampollas: Lenore reparte mandobles a diestro y a siniestro (la lista de grupos, escritores, directores y medios de tendencias vapuleados en el ensayo es demasiado extensa como para comentarla con detalle). Toda una rara avis, por tanto, en el contexto del periodismo cultural cañí, más amigo de la reseña promocional y la obsesión con las tendencias que de los enfoques conflictivos.”
Reseña que termina con: “En dos palabras: haciendo amigos.”
(Subrayado en el original.)
  
Como se ve, estamos ante un texto que da para mucho debate en el que, por lo dicho al principio, no me atrevo ni a participar ni a adoptar ninguna postura aunque creo que sí debe de tener razón el autor en más de una de sus críticas. De hecho me he quedado espantado cuando en la página 56 habla de la revista Naif como de “revista de tendencias para modernos de cero a doce años.”
De todas formas tengo la impresión de que estos temas ya deben de estar un poco pasados de moda dado lo efímero que se vuelve todo en una época de tan gran aceleración histórica como la que vivimos.
Algo que me ha chocado desfavorablemente es la confusión en varias ocasiones del “por qué” con el “porque”. Me extraña además encontrarlo en un libro editado por Capitán Swing que suele cuidar bastante estas cosas.

Víctor Lenore, Indies, Hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural.







lunes, 28 de enero de 2019

La movida en entredicho




Desde hace un tiempo se está haciendo una crítica de los años de la Transición por parte de historiadores, politólogos, sociólogos, periodistas e incluso  políticos. Algunos critican lo que se hizo y el cómo se hizo, pero la mayoría critican, y con toda la razón, la mitificación posterior del fenómeno. Se habló de “acontecimiento mundial” o de “ejemplo para muchos países”; hubo políticos que habían participado en ella que se dedicaron a dar conferencias o a ser consejeros cuando las transiciones en los países del este. Creo que hoy ya va quedando claro que no fue para tanto y que hay bastantes, no sé si demasiadas, sombras en aquel proceso.
Con el fenómeno de la movida madrileña está pasando tres cuartos de lo mismo. Madrid era “el centro cultural y musical del mundo”, el lugar donde la gente más se divertía y donde la creatividad estaba en cada rincón de algunos barrios. Pues bien, libros como este de Lenore bajan un poco los humos de tanto agasajo tal y como se puede apreciar en los siguientes fragmentos:

“Ahora que tenemos perspectiva histórica, no parece que haya mucha distancia entre los valores de la clase alta franquista y la de los triunfadores de los ochenta. Basta comparar la cosmovisión de Alaska con la de la típica señora del barrio de Salamanca: las dos devoran el ¡Hola!, detestan el comunismo, adoran a Raphael, defienden el horror vacui y derrochan condescendencia con la gente pobre. Quizá el mayor desencuentro es que Olvido Gara prefiere tintes de pelo más atrevidos.” (p. 24)

“(…) pero si algo sabemos seguro es que los contenidos culturales de la movida apenas atendían cuestiones de clase social, memoria histórica, explotación laboral, marginación y democracia económica, por citar asuntos presentes en el underground setentero español.” (p. 32-33)

“Nunca olvidaré presentarme el primer día de clase en Icade, la universidad donde cursé Derecho, para encontrar a dos compañeros tremendamente excitados descubriendo en las páginas de empleo de ABC cuánto iban a cobrar cuando se licenciasen. Los ochenta fueron una máquina de fabricar juventud conformista.” (p. 76)

 “Como he intentado explicar, la movida fue la llegada en tromba de muchos procesos pendientes ya asimilados por la sociedad occidental: la revolución sexual, Mayo del 68, la parte más lúdica de la contracultura, el arrase del arte pop y -sobre todo- la revolución individualista, elitista y consumista cocinada por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, procesos diversos y a veces contradictorios pero simultáneos” (p. 178)

E incluso hace una breve excursión final a la actualidad dejando este recado:

“La alegría cultural de los ochenta estuvo bien. El triunfo de Manuela Carmena supone un avance significativo. El problema es confundir la efervescencia cultural con un cambio político, ya que muchas veces lo primero funciona como un premio de consolación para renunciar a los segundo.” (p. 141)

Como se ve, el autor no es muy complaciente con la movida aunque no ataque a algunos personajes tanto por lo que hicieron como por lo que vendieron y cómo lo hicieron.
No ha escrito Lenore un libro tan cáustico y a veces hasta desagradable como  el de José Luis Moreno-Ruiz, La movida modernosa. Una crónica de la inmovilidad política, comentado hace algo más de dos años en este blog, pero sí un texto muy crítico con la época que no fue sino la del afianzamiento del individualismo, el neoliberalismo y el consumismo como insiste el autor en varios momentos.
El libro está dividido en 10 capítulos en los que va tratando los diferentes aspectos de la época. Especialmente interesante es el que dedica al papel del PSOE en el origen y la financiación de la movida (causa un poco  de rubor alguna cosa que cuenta sobre las negociaciones de músicos para poder actuar en fiestas de municipios gobernados por los socialistas). También es muy  jugosa la narración de la presencia de Andy Warhol en Madrid y cómo tanta gente iba tras él para significarse (al final, dice el autor, lo que más le gustó de su estancia fue la repostería de la pastelería Mallorca). Hay palos, muy merecidos para Aute y Sabina por las letras de algunas de sus canciones. También demuestra el plagio de canciones de otros autores. No podían faltar, claro, Pedro Almodóvar y parte de su troupe que tampoco salen muy bien parados.
Otro aspecto muy interesante del libro es que Lenore utiliza mucho, y sobre todo muy bien, la citas de libros y artículos de gente que ha trabajado bastante el tema o que lo ha vivido directamente.
En fin, un texto que no tiene desperdicio en sus apenas 200 páginas y cuya lectura resulta además de recomendable casi obligatoria para quienes vivimos aquella época.
Hay una larga e interesante entrevista de J.M.Mariscal con Lenore en mundoobrero.es.
Una acotación personal. Decía al principio que estoy de acuerdo con la desmitificación que se está haciendo de la Transición, más teniendo en cuenta que participé en ella desde la militancia política. Curiosamente, a pesar de vivir en Madrid en la época de la movida, quizá por esa actividad política y por estar dedicado al estudio, no participé en nada de lo que he leído en el libro, es más, no conozco ni me suenan muchos de los músicos que en él aparecen. Es decir, efectivamente, la movida fue cosa de unos cuantos, aunque fuesen muchos, que eran los que iban a todos los saraos.

Víctor Lenore, Espectros de la movida. Por qué odiar los años 80.






jueves, 8 de marzo de 2018

Concepto e historia del jazz



Hay que agradecer la reedición actualizada y ampliada de este libro que fue publicado por vez primera en 1978. El autor, un barcelonés arquitecto y músico de jazz, ha tenido la buena idea de volver a retomar el texto después de cuarenta años un alejamiento que según dice en la nota a esta edición: “ aumenta la panorámica general y permite valorar y ponderar de forma más ajustada y matizada la naturaleza y la importancia de los acontecimientos, la trayectoria de los músicos, el contenido y el sentido de los sucesivos estilos, etc.”
El libro se divide en nueve capítulos. En los tres primeros se centra en aspectos más generales como los antecedentes y las características de esta música llegando incluso a elaborar su propia definición: “El jazz es la forma de interpretar música creada y desarrollada por el pueblo negro norteamericano, la cual se identifica por un tratamiento determinado del sonido (o técnica instrumental) y por un determinado tratamiento del ritmo (llamado “swing”).” (p. 24)
Esta definición la usará a lo largo del libro para ir matizando lo que es  y lo que no es realmente música de jazz. Así, ya desde el principio plantea que no lo son: el dixieland, el jazz sinfónico, la third stream, el cool, el progresivo, el free, el jazz-rock, etc. Mis conocimientos del tema no me permiten ningún comentario sobre este aspecto del libro. Sí me parece un tanto extremo Gili en estas y alguna otra de sus apreciaciones, pero eso no es demasiado importante e incluso algunas termina matizándolas en la parte final.
En los capítulos del 4 al 7 hace un buen repaso por la historia del jazz clásico, ese que es para él realmente el jazz que podríamos decir puro o canónico. Lo hace dedicando cada capítulo a una década.
Los dos capítulos que cierran el libro los dedica al tercer y al último cuarto del siglo XX.
Son muy interesantes las introducciones que hace en cada capítulo dedicado a la historia, porque en ella plantea los cambios que se producen debidos en parte a los cambios en la sociedad y en la economía de los Estados Unidos. También hay muy buenas informaciones sobre algunos intérpretes que han sido fundamentales en la creación de esta música. Quizá encuentro un tanto excesiva la información que da sobre las orquestas ya que, en algunos casos, recoge multitud de cambios de componentes que se fueron produciendo.
Completan el libro una discografía, una bibliografía y un buen índice onomástico.
Creo que es un libro muy adecuado tanto para simples aficionados sin grandes conocimientos, como es mi caso, como para conocedores más profundos de esta música ya que encontrarán suficientes elementos para el debate y el contraste de opiniones, así como una información muy detallada y completa.
Es una suerte contar con editoriales como Ma Non Troppo que pone a nuestro alcance libros de un género que es hoy por hoy bastante minoritario.

Ricard Gili, Puro jazz.

domingo, 18 de febrero de 2018

Artículos interesantes

Esta semana hay una variedad de temas mayor de lo habitual.

Ignacio Sánchez-Cuenca, del que esta semana comentaré su último libro en el blog, se despacha con un curiosos e interesante artículo sobre los pianistas de jazz. Dado que el jazz es la música que escucho a diario y el piano mi instrumento favorito, se explica bien que lo recomiende. (ctxt.es)

El artículo sobre política más interesante que he leído me parece, como es algo más que habitual, el de Josep Ramoneda. (elpais.com)
(Hago la aclaración de que no es que lea ese diario sino que busco los artículos de este intelectual.)

El gran tema de la semana que, en el fondo, lo ha sacado el PP con dos motivos bien espurios ambos, es la idea de aprovechar el 155 para que los padres puedan elegir la lengua vehicular de enseñanza de sus hijos. Esos dos motivos son: por un lado, intentar recuperar  la iniciativa ante Ciudadanos y de paso mostrarse fuerte ante los que defienden que se aplique la estaca en Cataluña.

Sobre el tema de la inmersión lingüística hay un magnífico escrito por lo clarificador que resulta y lo documentado que está de Eduard Vallory. (politikon.es)

Desde otra perspectiva también ha entrado en el tema Elisa Beni. (eldiario.es)

También trata sobre la enseñanza, pero en este caso sobre la función dentro del capitalismo la entrevista de Eduardo Azumendi con Christian Felber. (eldiario.es)

jueves, 1 de febrero de 2018

Para iniciarse en el jazz



La escasez de publicaciones sobre jazz existentes hace que cada vez que se edita un libro sobre el tema los aficionados nos hagamos con él, independientemente de su mayor o menor valor e interés.
La editorial Blume en su página web promociona el libro con las siguientes frases:

·        Para los no aficionados, el jazz puede resultar resbaladizo y difícil de captar. El jazz, que carece de una forma identificable y de un formato rígido, y que está gobernado en gran parte por la improvisación, puede dejar perplejos a los «principiantes», sin saber cómo escucharlo y preguntándose: «¿Cómo saben lo que tienen que tocar?».
·        Este libro nos lleva desde las raíces afroamericanas del jazz hasta la mezcla global de estilos, intérpretes y artistas del panorama actual. 
·        Se revisan la forma, el estilo y los instrumentos del género; algunas personalidades y grabaciones fundamentales dentro del canon del jazz, y lo que cabe esperar en el futuro próximo de esta forma musical diversa.

Efectivamente, todo eso está en el libro expuesto a través de los textos de diferentes especialistas en cada uno de los apartados. Esto, que siempre debe ser una ventaja, en este caso se convierte en un inconveniente porque el libro resulta muy irregular en el interés y dificulta la comprensión. Además, sobre todo en el tramo final, se produce una auténtica avalancha de nombres de intérpretes actuales que, creo, no tiene demasiado sentido en un libro de estas características.
En cualquier caso, de un libro sobre jazz siempre se aprenden cosas. Hay que destacar también que en las páginas impares, y a lo largo de todo el libro, se reproducen una serie de fotomontajes, realmente buenos en muchos casos, con grandes artistas de la historia del jazz.
Como curiosidad, destacar que el libro está impreso en China por lo que su precio, 16 euros, resulta bastante asequible para una edición con estas fotos impresas a todo color.

Dave Gelly (ed.), 50 Conceptos cruciales del jazz. Estilos y artistas.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Para mejorar el conocimiento del jazz




No es muy habitual encontrarse con libros de jazz y mucho menos si son de publicación reciente en su versión original. En este caso, el libro se publicó el año pasado. Además, mucho más raro es todavía si el tema del libro no es meramente la historia del jazz o de alguna de sus figuras más importantes sino, como es el caso, mostrar elementos para una mejor comprensión y audición de este tipo de música, pues como dice el autor: ”Mi objetivo… (es)  ayudar al lector a desarrollar el oído y crear estrategias de audición que le acerquen a la esencia de la obra de cada artista.” (p. 197)
El libro se compone de tres partes bien diferenciadas: los tres primeros capítulos, que suponen la mitad del texto, en los que nos enseña a escuchar mejor y para ello habla del ritmo, la estructura, el swing, el compás, etc.; en la segunda parte, capítulos IV y V, hace un resumen de la historia del jazz; y en la tercera, concreta alguna de las ideas centrándose en la obra de una serie de figuras históricas desde Parker a Davis, pasando por Ellington o Coltrane.
En cualquier caso, el enfoque de cada una de las partes es siempre el mismo: hacer que el lector sea capaz de lograr una mejora en su capacidad para apreciar este tipo de música.
Desde mi posición de aficionado al jazz desde hace unos cuantos años, pero al mismo tiempo gran desconocedor de los verdaderos intríngulis de esta música, tengo que decir que este libro me ha abierto bastante los ojos, y espero que los oídos, para buscar algo más que la mera escucha e intentar fijarme en determinados aspectos. Así, en palabras de Gioia:

“Conforme vaya  desarrollando el lector su habilidad auditiva, intente calibrar qué tendencia está en ascenso.  ¿Los músicos tocan las notas con precisión, casi como si estuviesen leyendo la música de una partitura platónica ideal, o las tratan bruscamente, torturándolas para que digan la verdad?”  (p. 51)

El autor, del que ya leí en su día su libro dedicado a la historia del jazz, es un verdadero especialista tanto como estudioso como incluso como intérprete y tiene la capacidad de transmitir ideas un tanto complejas de forma que se puedan llegar a entender. Creo que ha escrito un libro que no aportará grandes cosas para los buenos conocedores del jazz, aunque sea una valiosa síntesis de algunos aspectos relevantes, pero sí será útil para gente que, como es mi caso, disfrutan escuchando jazz pero apenas son capaces de distinguir más allá de qué instrumentos suenan. Para nosotros está escrito este libro y así lo recomiendo.
Hay una frase que me ha llegado especialmente porque la comparto con referencia al tercer nombre que cita. Dice Gioia: “Cuando alabo la maestría de, digamos, un Charles Mingus o un Lester Young o un Bill Evans, lo hago entre otras cosas porque su música me ha aportado cierta relación con ellos.” (p. 57)
Efectivamente, en mi caso creo que he llegado a establecer una cierta relación con Evans. Esto no me había pasado nunca con ningún músico de ninguna época ni estilo.

Ted Gioia, Cómo escuchar jazz. Traducción Inmaculada Pérez Parra.

viernes, 30 de junio de 2017

Mucho más que una biografía de Sabina




“Todo, absolutamente todo lo que a usted se le ocurra que puede haber llenado y colmado la vida de este absoluto genio trovador lo ha plasmado Valdeón en su libro.”
Estas palabras de Jesús Ruiz Mantilla en su comentario en  elpais.com, resumen en muy pocas palabras lo que es este magnífico libro.
Un libro, como dice la editorial en la contraportada, “A mitad de camino de la biografía, la crítica cultural, el periodismo literario y el ensayo”.
No soy un gran seguidor de Sabina. He ido a varios de sus conciertos, tanto en teatros como en plazas de toros, y los he disfrutado, pero no conozco varios de sus discos ni muchas de sus canciones. Tampoco soy un aficionado al rock ni al pop por lo que muchos de los nombres que salen en el libro hablando de estas músicas o no los conozco o lo hago solo de nombre. “Y, sin embargo”, he disfrutado enormemente con la lectura de este gran libro (grande no solo por sus más de 500 páginas). Además, me incita a volver a escuchar sus canciones ya conocidas y, sobre todo, a descubrir otras.
El libro hace un recorrido se puede decir que exhaustivo por la obra de Sabina y, muy de vez en cuando, aporta algunas informaciones sobre su vida privada, apenas las necesarias para situar el momento del personaje del que, por otra parte, ofrece visiones sintéticas tan interesantes como las que reproduzco a continuación:

“También inicia la construcción (en el año 1983), de forma voluntaria e inconsciente, o consciente pero involuntaria, de su personaje. Alguien con tanta verdad pegada a los huesos como intención de ser literatura. Un héroe poco heroico. Mitad calle mitad fábula. Golfo e irreverente. Locuaz. Ácido. Al igual que Almodóvar, pero sin la bata de cola ni elementos punk, Sabina aprovecha el costumbrismo y sus delirios.” (p. 81)

“Existencialismo anarquizante, poesía con chupa de cuero, insolencia, inteligencia, sensibilidad y garra, comprimidos en canciones balsámicas.” (p. 114) (Hablando del disco Juez y parte)

“Sabina tiene una especial cualidad comunicadora que acerca sus canciones al día a día de muchos prisioneros urbanos, que les hace identificarse con los personajes y las situaciones que describe con maestría. Y como el envoltorio musical  es de un material nada crispado, resulta difícil resistirse a entrar en su mundo.” (p. 176) (Jorge Flo en la crítica de El hombre del traje gris de El País).

“Con muchos, con Gabriel García Márquez, Alfredo Bryce Echenique, Ángel González, Luis García Montero y José Caballero Bonald, entre otros, la relación ha sido o es de íntima amistad. Otros, como Fidel Castro, dan testimonio del poder de seducción y el aura de un artista al que reciben jefes de Estado. Su estatus es el de los Rolling Stones. Algo más que una celebridad. Algo menos que una leyenda. Para lo primero le sobran discos espléndidos. Para lo segundo le falta morirse.” (p. 430)

No obstante, el núcleo fundamental del texto se dedica al comentario de sus discos y canciones hecho de forma muy detallada, tanto que me he perdido la esencia de muchas de las observaciones. Particularmente interesante me ha parecido el espacio que dedica al papel del productor en el producto final. Una vez más reconozco mi desconocimiento del tema.
Muy interesantes me han parecido también los comentarios de las giras y lo que cuenta sobre el origen de algunos conciertos.
Valdeón demuestra un gran conocimiento no solo de la obra de Sabina, sino de la música que se hacía y se hace en España. Además, el libro está lleno de textos extraídos de críticas hechas en distintos medios y entrevistas a músicos y productores que han tenido que ver con la obra de Sabina. Destacan de manera especial las intervenciones, extensas y sinceras,  de Pancho Varona; de hecho creo que podría haber firmado también como coautor del libro.
Valdeón escribe muy bien y en algunos momentos se nota hasta un cierto contagio “sabiniano” en su escritura. Todo colabora a hacer de la lectura de este libro un momento particularmente gratificante.
Si no puedo decir que haya descubierto a Sabina, sí que he descubierto muchas cosas de él (por ejemplo que es un gran trabajador y un hombre de elevada cultura) y, desde luego, la motivación para conocer mejor su obra.
Hay una buena reseña de la agencia EFE en eldiario.es.


Julio Valdeón, Sabina. Sol y sombra


lunes, 23 de enero de 2017

Para ampliar horizontes musicales



En este libro se pueden encontrar fragmentos como los dos que siguen:

“Un suave acorde en Sol mayor conduce por medio de un rápido crescendo a un lacerante Sol menor, que a su vez cede ante un tranquilizador Re mayor, el acorde que forma pareja con Sol. Ese  acorde se ensombrece a continuación en forma de Re menor antes de dar paso a La mayor, seguido de una séptima disminuida y una séptima dominante sobre Re.” (p. 229)

“(…) el oído espera que Re sea la tónica de una tríada en Re menor, y cuando resulta ser la nota intermedia de una tríada de Si bemol mayor, el efecto es discordante, desorientador, vertiginoso.” (p. 514)

Y sin embargo para un aficionado a la música como es mi caso, pero desconocedor en todo de sus más elementales técnicas e incluso terminología, no logra echarme para atrás aunque haya muchos momentos en que la lectura se convierta en realmente complicada por no decir imposible.
¿A qué se debe esta aparente contradicción? Creo que, como bien dice  Jesús Ruiz Mantilla en el comentario hecho en  Babelia (6.10.2012):

“(…) contar la música. Algo en lo que Alex Ross viene a ser de los pocos que consiguen la excepción de una comunicación sugerente, visceral, fascinante, divertida, jugosa. (…)
Sin límites, sin exclusividades, derribando la premisa de que existen músicas superiores o más complejas que otras. No hay clases. Históricamente. Entre el barroco y el rock, entre el Renacimiento y el pop, entre los alardes románticos de Schubert y Beethoven, y el jazz o el blues, todos somos más o menos iguales.”

Se salta por encima de cualquier dificultad por la gran capacidad de comunicar que tiene Ross, porque aunque no se entienda todo lo que dice sí que queda el mensaje final de amor por esa música y también informaciones suficientes para hacer un esfuerzo de comprensión e incluso para mostrarse más abierto a algunas músicas que yo desconocía. El libro engancha, te abre a otros mundos y perspectivas musicales y, desde luego, lo más importante, se lee con gusto.
En el libro se recogen a lo largo de sus más de 600 páginas un conjunto de 20 artículos publicados por el autor en The New Yorker, donde ejerce la labor de crítico musical, entre 1998 y 2009. Algunos adaptados y modificados para esta edición. Mayoritariamente hablan de música clásica (Mozart, Shubert o Verdi sobre todo), pero también de clásica contemporánea como John Cage o directamente moderna desde Radiohead a Björk pasando por Bob Dylan, sin olvidar alguna breve incursión en el jazz algo a lo que a mí me habría gustado que dedicase más espacio.
Como se ve, toca un poco de todo y de todo saca provecho y elementos para el disfrute musical. No obstante deja también esta cita que parece un tanto contradictoria teniendo en cuenta que no le desagrada el que lo dice:

“(…) hizo suyo (se refiere a John Cage) el principio de Shoenberg de que la música debía ejercer una función crítica, perturbando al oyente más que confortándolo.” (p. 442)

Yo desde luego soy más de confortarme con las audiciones que de buscar ningún tipo de perturbación. De hecho, tras la lectura del libro, he intentado ya en dos ocasiones escuchar cosas de Cage y por el momento he sido incapaz de hacerlo porque me desasosiega.
En fin, en un texto tan extenso hay momentos para todo tipo de sentimientos, emociones e informaciones aunque unas gusten e interesen más y otras menos, pero en su conjunto es un libro enormemente recomendable para cualquier aficionado a la música.
Finalizo este comentario con un fragmento que me ha llamado poderosamente la atención pues no había caído en ello a pesar de lo obvio que resulta.A propósito de los libretos de alguna ópera, en este caso Il trovatore, Ross afirma lo siguiente:

“Lo cierto que es la mayoría de los espectáculos de entretenimiento parecen una tontería cuando se contemplan desde la distancia. No hay nada en Verdi que resulte más inverosímil que los hechos que articulan la trama de una obra de Shakespeare o, puestos a ello, que una típica película de Hollywood. La diferencia es que las convenciones de esta última son ampliamente aceptadas en este momento de modo que si, por ejemplo, Matt Damon va montado en un monociclo en sentido contrario por la autopista y mata a un grupo de delincuentes uzbecos con un paquete de caramelos, los espectadores aplauden con entusiasmo en vez de partirse de risa.” (p. 328)

Hay una buena reseña de Stefano Russomanno en abc.es.


Alex Ross, Escucha esto. Traducción de Luis Gago

lunes, 13 de junio de 2016

Ultimas adquisiciones de jazz





Hacía bastante tiempo que no adquiría música. He aprovechado el viaje a Madrid para echar un vistazo. Este es su consecuencia.
Inevitablemente si hay novedades de Bill Evans no las puedo dejar pasar. Reconozco que es ya una obsesión de coleccionista, pero en este caso está justificada porque el CD con Gomez y Dejohnette es realmente magnífico y con una muy buena grabación. El otro, aunque no lo he escuchado aún, es de su época de sideman y tiene muy buena pìnta.

Los otros dos recogen 4CD cada uno de dos grandes instrumentistas de instrumentos que siempre me han gustado mucho aunque no sean de los más habituales en el jazz: la flauta, de la que Herbie Mann es un consumado artista, y el clarinete que también tiene en Buddy De Franco una de sus principales figuras históricas. Ambas colecciones están compuestas con grabaciones de los años cincuenta y son bastante variadas.